Capítulo 1

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Estaba amaneciendo y mi despertador empezó a sonar, abrí los ojos lentamente mirando al techo y de un golpe seco y un tanto brusco paré el despertador, dejando un silencio aliviador en la habitación.

Me costaba mucho levantarme, empecé a pensar involuntariamente en el día en que mi padre, y yo, pintamos juntos esta habitación; aquel día, no se me habría pasado por la cabeza que en poco tiempo dejaría de verle para siempre.

El recuerdo desapareció con el sonido de las campanas de la catedral del pueblo, me levanté y salí al salón, crucé el pasillo, y el aroma a café recién hecho me llevo hasta mi madre, que yacía delante del mármol de la cocina preparándome unas tostadas.

- Buenos días, mamá - le dije dandole un beso en la mejilla -.

- ¡Buenos días, cariño! - su perfecto moño italiano, indicaba que ya llevaba horas despierta - a desayunar que llegas tarde...

Cuando llegué a la universidad, Javier estaba en la puerta fumando y hablando con alguien por el móvil, me acerqué a él y me saludó guiñándome el ojo, acompañado de un gesto para que esperara; mientras hablaba, analicé brevemente lo diferente que eran nuestras vidas; él lo tenía todo, sus padres millonarios se encargaban de que no le faltara de nada. En cambio, yo, me conformaba con lo que él ya no utilizaba y me iba dando.

- Perdona Izan, mi padre quiere que vaya a esquiar a la Molina este fin de semana, ya sabes lo cabezota que es, y no entiende que no me apetece...

- ¿No te apetece ir a esquiar? - le pregunté muy extrañado y sorprendido - Javier, eres un obseso del 𝘚𝘯𝘰𝘸𝘣𝘰𝘢𝘳𝘥...

- A ti no te puedo engañar Izan, he quedado con un chico que he conocido en 𝘎𝘳𝘪𝘯𝘥𝘳... - me dijo sonriendo con cara de granuja...

- ¿En 𝘎𝘳𝘪𝘯𝘥𝘳? - le volví a preguntar, aún más extrañado -.

- Todo empezó por ahí... - al fin empezó a soltar prenda... - ahora estamos en contacto a través de correos electrónicos. - hizo una señal con el mentón guiándome hacia las interminables escaleras que conducían al vestíbulo de la universidad, sonreí y empecé a subir junto con él a mi lado mientras me contaba muy emocionado lo de su nuevo "ciberchico".

- ¡Lo más fuerte Izan, es que está haciendo negocios con mi padre! - me quedé atónito -. Cuando lo busqué en Instagram, teníamos en común a mi papá; durante la cena de ese mismo día, con disimulo, le pregunté de que lo conocía, y se ve que es un chico de buena familia que se está abriendo camino en el mundo empresarial. Según mi progenitor, ese tío tiene un futuro asegurado... pero bueno, será mejor que entremos en clase; vamos un poco justos de hora.

- ¡Sí, tienes razón! - le dije mirando el reloj de mi muñeca - pero a la salida me cuentas todo con detalle - le dije señalándole con el dedo un tanto amenazante - ¡solo bromeaba! - Él sonrió y asintió con la cabeza-.

Cuando salí de clase, me senté en el último escalón y saqué de mi mochila los apuntes del Sr. Ricardo, profesor estricto, borde y un tanto homófobo... Tenía que estudiar para el examen final, y ni siquiera me había mirado los apuntes...

- Mirad a quien tenemos aquí... - la voz asquerosa de Bernat rompió el sonido de la paz detrás de mi; me giré y vi su cara de chulo adornada por las de su grupo, que eran simplemente su sombra.

Todos sonreían irónicamente, me odiaban por estar estudiando gracias a becas, y porque no tenía un apellido importante o un centenar de billetes en la cuenta.
- ¿Qué quieres Bernat, nunca te vas a cansar de molestarme? - le pregunté con tono de
cansancio -.
- Nunca, nunca, nunca, me voy a cansar de recordarte que aquí no pintas nada, maricón, muerto de hambre. Tendrías que estar trabajando como el payaso de tu hermano para ayudar en casa; que falta os hace... - mi ira se estaba desatando, mi respiración se estaba acelerando, notaba como el calor se apoderaba de mi rostro, y mi cuerpo se preparaba para machacarlo... - Tranquilo Izan... - su tono burlón aumentaba - si lo necesitas, puedes venirte a casa y cuando termine de comer, te doy los huesos, así tu familia podrá probar bocado esta noche.
- mi puño en forma de roca ya viajaba hacia su rostro, pero no me dio tiempo, Javier le había dado una buena patada en la espalda haciendo que bajara rodando unos nueve escalones...
- ¡Esta me la vas a pagar Javi, te lo juro! - decía lloriqueando, mientras se levantaba sujetándose el brazo derecho e interpretando a la víctima perfecta.

Javier solo lo miraba fijamente, hasta que por suerte para ellos, desaparecieron de nuestra vista.
- ¿Estás bien?
- Ahora sí, no tenías porque defenderme, yo le hubiese dado su merecido - estaba avergonzado de que me hubiese "salvado"-.

- Tranquilo, ya le tenía ganas. Ven cabezón, te acerco a casa. - no me apetecía ir en su coche, prefería irme solo y andando, pero tenía mucha curiosidad por saber más de ese tío con el que se escribía -.
- Vale, la verdad es que te lo agradezco; hoy estoy muy cansado.

El día estaba gris, y las primeras gotas de lluvia empezaban a caer sobre el parabrisas, Javier conectó el limpia y saco el tema que tanto me interesaba...

- En realidad, tengo ganas de conocerlo, la verdad es que está como un tren... creo que es el hombre más atractivo que he visto nunca - le envié una mirada recriminadora-  sin contarte a ti, pero claro, tu eres como un hermano Izan.
-Lo sé, y me alegro que no pienses en mí de otra forma - ambos reímos de imaginarnos como pareja sexual -.
- Y cuéntame... ¿cuándo lo vas a conocer - pregunté intentando disimular mi curiosidad... -
- Este sábado mi padre inaugura una galería de arte y vendrán empresarios muy importantes de todo Europa, entre ellos... él.
- ¡Joder tío! ¿Te lo vas a montar con él en el baño de una galería de arte?
- ¿Qué dices? No quiero montármelo con él, oye, - golpeó suavemente mi pierna para captar mi atención - esto va en serio... - lanzó una mirada dramática a la nada - me gusta... - hizo una pausa, y yo hice una mueca de dolor, temía que dijera lo que tras unos segundos claramente dijo - mucho.
- ¿Te estas pillando por este chico, Javier?
- No lo se, solo te puedo decir que no paro de pensar en él, y que siento como si ya lo quisiera... - puse los ojos en blanco a la vez que puso el freno de mano y siguió hablando - escucha... ¡tengo una idea! ¿Por que no...? - Lo miro por encima de las gafas de sol... - No hagas el tonto Izan, voy en serio; te vienes a casa el sábado, eliges lo que quieras de mi vestidor, me ayudas a mi a elegir el modelito perfecto y te vienes a la inauguración... - me lo dijo en modo suplica -.
- No se... Yo tengo que estudiar, y..
- ¡No se diga más! El sábado a las siete de la tarde en mi casa - No dejó que terminara la frase -.
- Está bien...

Me bajé del coche y me apresuré, la lluvia estaba apretando, así que corrí hasta el portal. Vi como todos los clientes del bar "La Rosita" admiraban el coche de Javier, comentando como era, totalmente perplejos; desde luego, no se veían modelos así a menudo en mi barrio.

Osadía codiciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora