6. Primera Prueba.

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—¡Feliz cumpleaños! —el veintisiete de Octubre, en el desayuno, Hannah Abbott se lanzó a abrazar a su mejor amiga con una caja en sus manos.

—Gracias, Hannah —Layla le sonrió agradecida y recibió el paquete.

—¿Es tú cumpleaños? ¡Felicidades! —exclamó Hermione quien iba entrando con sus amigos. Granger le había tomado cariño a la pelinegra desde que aceptó gustosa afiliarse a la P.E.D.D.O y convenció a su amiga Hannah para que lo hiciera igual.

—Feliz cumpleaños —le felicitó Harry, algo avergonzado de no saberlo—. Vaya, no lo sabía, nunca te vi festejar, pensé que cumplías en verano.

—Gracias, es que no suelo celebrarlo —se giró hacia su amiga—. Gracias por el regalo, Hannah, lo abriré en el dormitorio.

Se despidió de Hannah y caminó hasta la mesa de Gryffindor, donde la esperaban los gemelos con una caja que citaba «Feliz cumpleaños, Looney Layla»

—Se sacaron del culo ese apodo, ¿verdad? —miró la caja con desagrado—. Chiflada Layla ¿Yo, chiflada?

—Fue idea mía —Fred sonrió de lado—. Aunque George sugirió primero Laylaloo, pero le dije que era terrible.

—Era genial. Ábrelo ya —pidió George.

Layla abrió la caja intentando alejar el rostro lo más posible. Dentro había un pastel medianito que se veía tremendamente rico, volvía a decir «Feliz cumpleaños Looney Layla»

—Espero que el apodo no se quede por siempre —murmuró antes de sacar el pastel. Lo puso sobre la mesa y colocó las manos a ambos lados—. Bien, díganme que tiene

—Ahmm... no sé, le pedimos a mamá que lo preparara —contestó Fred.

—Le dijimos que te gustaban los bombones, no sé si lo habrá tomado en cuenta...

—¿Esperan que me crea eso? —arqueó una ceja y los miró acusatoriamente.

—¡No mentimos! —se defendió George.

—Mira, te ha puesto una tarjeta y todo, le contamos un poquito sobre ti —Fred señaló el interior de la caja, donde efectivamente, junto a un tenedor, había una corta nota que le deseaba feliz cumpleaños y firmaba bajo el nombre de Molly Weasley.

Era una letra más pulcra que la de cualquiera de los gemelos, por lo que no tuvo más remedio que creerles.

—De acuerdo —tomó el tenedor que había dentro de la caja y trozó un cachito de pastel.

Con algo de miedo se lo llevó a los labios.

Abrió los ojos sorprendida, ¡estaba muy rico!

Cuando quiso expresar su felicidad, se llevó la sorpresa de que no podía sacarse el tenedor de la boca. Lo estiró con desesperación pero este se le había adherido a la lengua.

Your Champion, Babe| Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora