29. Nott.

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El recorrido desde la estación hasta el colegio se sintió tan aburrido para Layla, sin Fred y George a su lado codeándole las costillas, haciéndole bromas tontas o apostando que tanto se habría dejado crecer el cabello Snape durante el verano.

—¿Qué sucede allá? —preguntó Layla cuando se bajó del carruaje, y vio que los alumnos comenzaban a apiñarse en la entrada.

Hannah miró curiosa en la misma dirección. —Vamos a ver si nos dejan pasar.

Cuando llegaron se dieron cuenta que solo eran las nuevas medidas de seguridad implementadas en Hogwarts. El profesor Flitwick les pidió que dejasen los baúles junto a los del resto y se formaran para pasar por los sensores de Filch, que detectarían inmediatamente si alguien estaba intentando introducir algún objeto tenebroso.

—¿Qué es esto? —preguntó Filch con desconfianza, observando la jaula con una bola rosada dentro.

—Ah, una bomba que volará el castillo en pedazos. —respondió Layla. Filch la miró perplejo. —¡Es solo un micropuff! No mordería ni a su patética gata aunque quisiese.

Filch le echó una mala mirada y refunfuñó antes de regresarle a Hannah su mascota.

Pasaron casi veinte minutos para poder entrar. El Gran Comedor se llenó poco a poco, más lento que de costumbre, pero todos estaban muy contentos por volver.

Layla había estado sentada en una esquina alejada del resto, pues no le quedaban ganas de charlar con nadie, su mejor amiga estaba en otra mesa y sus mejores amigos en otro sitio.

Luego dirigió la mirada para el centro, donde solo estaban Ron, Sophie y Hermione. Pero no Harry. Se levantó y fue con ellos.

—¿Y Harry? —preguntó.

—No sabemos. —contestó Ron indiferente, ganándose una mala mirada por parte de Hermione.

—No bajó con nosotros del tren. —le explicó Sophie con más calma. —El profesor Slughorn lo llamó con Neville a su compartimiento y no volvió por andar... ya sabes, investigando.

Layla asintió comprendiendo. Si Harry tenía la capa invisible, estaba bien. Y con un poco de suerte investigaría que tramaba Malfoy, o se daría cuenta que estaba siendo muy paranoico con ese tema.

Volvió a su lugar y echó una mirada al resto del comedor, nada parecía fuera de lo normal. Miró con tristeza la mesa de Hufflepuff, su ausencia era tan notoria. 

Se sorprendió cuando sus ojos llegaron a la mesa de las serpientes: un chico, de ojos verdes opacos y cabello castaño estaba mirándola. Layla le devolvió la mirada, demostrándole que se había dado cuenta. Sin embargo, al chico no pareció importarle mucho, le sonrió jocoso y miró hacia otro lado.

Your Champion, Babe| Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora