25. Departamento de Misterios.

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Se quedó parada a los pies de la escalera de la cocina del sótano, sintiendo su corazón latir muy rápido. Su padre y su novio se habían ido a luchar contra mortífagos y posiblemente el mismo Voldemort, y los nervios ya se estaban apoderando de ella. ¿Qué tal si algo salía mal? ¿Qué tal si alguno moría y ella estaba ahí, encerrada en Grimmauld Place sin poder hacer nada?

Caminó alrededor de la mesa de la cocina varias veces, limpiándose las mejillas y mordisqueándose el labio con nerviosismo. No habían pasado más de quince minutos desde que la Orden partió y ya no creía poder aguantar más, tenía la horrible sensación de que algo malo pasaría en el Departamento de Misterios.

Al final se mareó por dar tantas vueltas, lo que empeoró su malestar. Se sentó frustrada en la mesa y se tomó la cabeza entre las manos, que cada vez le dolía más. Kreacher llegó a los pocos minutos, bajaba las escaleras arrastrando los pies, con una sonrisa malévola en el rostro.

—¿A la ama Layla la han dejado sola? —preguntó con sorna.

Levantó la mirada para ver al elfo, y, por alguna extraña razón, tuvo la sensación de que sabía algo que le estaba ocultando.

—¿Tienes algo que decirme, Kreacher? —le preguntó lentamente, intentando leer las expresiones en la arrugada y fea cara del elfo.

Evidentemente este se puso a mirar para los lados con nerviosismo. —Kreacher... no... Kreacher no debe... —dijo con voz temblorosa.

—Kreacher, te ordeno que me digas todo lo que sabes en cuanto a los planes de los mortífagos. —dijo a punto de perder la paciencia.

—Yo... ¡ay! —se golpeó la cabeza contra la pared. —La ama Cissy.... le ordenó a Kreacher no... decir... nada. —se volvió a golpear repetidas veces.

—¿Cissy? ¿Narcissa Malfoy? —se puso de pie frente al elfo. —¡Pues yo te ordeno, Kreacher, que me digas todo lo que sabes, y porque lo sabes, ahora mismo!

—Calma, Layla, lo tendrá que decir de todas formas. —terció una voz tranquilizadora que había aparecido entre llamas verdes de la chimenea.

—¡Profesor Dumbledore! ¡Harry ha tenido...!

—Lo sé, Layla, lo sé. El profesor Snape ya me informó sobre ello. Ahora, si te parece, vamos a escuchar a Kreacher. —tomó asiento en la mesa y se quedó mirándolo.

—Habla, Kreacher. —le volvió a ordenar Layla

—Kreacher lleva meses sirviendo a Narcissa Malfoy. —dijo con su voz áspera.

—¿Qué? ¿Puede él hacer eso, profesor? —se dirigió a Dumbledore.

—Bueno... si él todavía le guarda respeto a la señora Malfoy entonces... lo que no entiendo es ¿cómo saliste de la casa, Kreacher?

—Cuando el amo Sirius le dijo a Kreacher que se largara, entonces se él se largó de la casa y fue a la mansión Malfoy.

—¿Y? ¿Les has revelado acaso donde se reúne la Orden? —preguntó Layla con una expresión de terror en el rostro.

—No. —negó Dumbledore. —Él no puede hacer eso. No es el guardián de los secretos.

—Kreacher jamás ha podido revelarles la ubicación del cuartel general, —continuó con su voz áspera. —pero reveló a la ama Cissy una información que quien-ustedes-saben valoró muchísimo.

—¿Qué les dijiste, Kreacher?

—El amo Sirius es la persona que más valora Harry Potter, para que el señor Tenebroso hiciera que Harry Potter pensara que lo estaban torturando. —dijo riendo.

Your Champion, Babe| Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora