17. Solo un maldito nombre.

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Layla llegó a clase de Pociones y se sentó en una mesa del centro de la mazmorra junto a Neville, Dean y Seamus, quien no paraba de echarle malas miradas.

—¿Qué me ves, Finnigan? —le respondió de manera abrupta.

Seamus abrió la boca para contestar pero Dean le dio un codazo y ya no dijo nada.

Layla apartó la mirada, recorriendo la mazmorra y se encontró con la mirada de Draco, quien no la observaba a ella, sino a la rubia de chispeantes ojos que estaba sentada junto a Hermione en una de las mesas del fondo.

Pero la mirada de Layla fue tan pesada como para hacerlo voltear. La mirada de Malfoy cambió de una cálida y nostálgica, a una fría y llena de remordimiento al momento en que sus ojos se encontraron. Ambos apretaron la mandíbula casi al mismo tiempo y miraron hacia otro lado.

Trató de no poner mucha atención a lo que decía Snape sobre los TIMOS para que no se le subieran los nervios a la cabeza.

—Hoy vamos a preparar una poción que suele salir en el examen de Título Indispensable de Magia Ordinaria: el Filtro de Paz, una poción para calmar la ansiedad y aliviar el nerviosismo. Pero les advierto: si no miden bien los ingredientes, podrían provocar un profundo y a veces irreversible sueño a la persona que la beba, de modo que tienen que prestar mucha atención a lo que están haciendo —anotó las instrucciones en la pizarra—. Tienen una hora y media. Ya pueden empezar.

Layla suspiró intentando concentrarse.

«Venga, Cedric me enseñó Pociones el curso pasado, esto es pan comido.»

Y teniendo a Cedric como su mayor inspiración en ese momento y pensando en lo contento y orgulloso que estaría al enterarse de que le había ido bien, comenzó.

Había que echar los ingredientes en el caldero en el orden y las cantidades precisas; había que remover la mezcla exactamente el número correcto de veces, primero en el sentido de las agujas del reloj y luego en el contrario; y había que bajar el fuego, sobre el que la pócima hervía lentamente, hasta que alcanzara los grados adecuados durante un número determinado de minutos antes de añadir el último ingrediente.

Hizo todo tal cual estaba escrito en la pizarra, o al menos eso creyó.

—Ahora un débil vapor plateado debería empezar a salir de su poción —advirtió Snape cuando faltaban diez minutos para que concluyera el plazo.

Con el cabello más revuelto que de costumbre, Layla frunció el ceño al darse cuenta que su poción desprendía humo anaranjado. Snape asomó su nariz por encima del caldero de Layla y la miró con expresión fría.

—No sé que es peor, señorita Black, si la calificación que obtuvo el curso pasado o ésta poción.

—Debí habérselo preguntado antes —respondió Layla casi automáticamente. Snape endureció su expresión—. ¡Preguntármelo! —corrigió, torpemente—. Es decir, debí habérmelo preguntado antes, él porqué de mis pésimas calificaciones. Lo siento, señor, me esforzaré más a la próxima —dijo sonando bastante convincente, lo que menos quería ahora era un castigo en su primer día.

Su siguiente clase fue adivinación, afortunadamente Trelawney los puso a todos a leer y no quedó tiempo para que pudiese predecir la muerte de alguien o le insistiera a Layla sobre «el don»

Salió algo mareada del salón, caminaba vagamente por el pasillo hasta su siguiente clase, cuando sintió que la retuvieron por la cintura de pronto.

—¡Amor! Que bueno que te veo —Cedric se puso frente a ella—. ¿Qué clase tienes?

Layla sonrió al verlo. —Hola, Defensa. ¿Por qué, qué sucede?

Your Champion, Babe| Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora