16. Estamos juntos en esto.

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La furia contenida comenzó a disiparse poco a poco.

—Soy una tonta impulsiva —se regañó entre dientes, sabiendo muy bien que no debió armar tal escándalo allá abajo—. Pero es que... ¿por qué nadie parece valorar lo que yo hago? Me esfuerzo y... no parece suficiente ¿qué hago mal? —abrazó sus piernas contra su pecho—. Tonto Harry. Tonta Sophie.

Tal vez sí estaba algo celosa de ambos chicos que ahora también acaparaban parte de la atención de su padre.

Lo veía seguido charlando en la sala con Sophie, ambos muy animados. Por lo que escuchó, parecía ser que la madre fallecida de Sophie era mejor amiga de su padre y a la chica le gustaba escucharlo contarle historias sobre ella.

Y había pasado la anterior semana más preocupado por Harry que por alguna otra cosa. Desde que Cedric llegó a Grimmauld Place había estado esperando una sola oportunidad para mandarlo a charlar un poco con él, pero nunca parecía tener suficiente tiempo.

Amaba a su padre, y sabía que él también la amaba a ella. Eran solo tiempos difíciles, «seguro que todo pasa pronto.» pensó, para tranquilizarse.

Cerca de la hora, cuando sus pensamientos ya no iban precisamente con lo ocurrido hace un rato, sino con cosas relacionadas a la escuela y el constante pendiente de que tenía que enviarle un regalo a Hannah por su cumpleaños, escuchó pasos en la escalera.

Fred y George venían subiendo, detrás de ellos venía Cedric subiendo sus cosas, ahora que Harry había llegado y se quedaría con Ron, él se iría a la habitación de los gemelos.

—¡Pero Layla! No habrás estado llorando ¿o sí? —dijo Fred con tono divertido.

Eso la hizo reír y rodó los ojos por aquello. —Por supuesto que no.

—Sabíamos que eras más fuerte que ello —George se acercó a ella y le palmeó el hombro—. Eh... y déjame decirte que casi se bate a duelo Sirius con Diggory.

—¿Qué? —miró a su novio.

—¡Fue increíble! —Fred soltó una risa.

—¡Fred, George! —la voz de Molly sonó desde el pie de la escalera.

Ambos gemelos se despidieron de Layla cuando supieron que estaba bien y se fueron a su dormitorio.

—¿Te peleaste con mi papá? —miró al chico de pie frente a ella.

—Discutimos, sí —pasó saliva nervioso—. Lo lamento, nena. Pero es que no pude soportar como defendió a Harry antes que a ti y... además luego quiso culparme a mí.

—Lamento él como te traté hace un rato —se disculpó en voz baja.

—No hay cuidado —el chico le sonrió y se inclinó para besarle los labios dulcemente—. Buenas noches, linda.

—Descansa, Ced —ella también sonrió y lo observó desaparecer por la puerta de la habitación.

—Oh, Layla, aún estás aquí —dijo Molly al verla—. Las chicas se acostaron ya... sería bueno que tú también fueras a descansar.

—Gracias, Molly —se puso de pie sacudiéndose el polvo.

La señora Weasley sonrió. Le hacía gracia como el resto de chicos la llamaba «Señora Weasley» y Layla «Molly» como quien tenía mucha confianza. Aunque en realidad era por la costumbre de Layla de no tenerle respeto a los adultos con los que vivió anteriormente.

Llegó a su habitación. Sophie estaba recostada hecha bolita sobre la colchoneta, dándole la espalda a Hermione, ella estaba sentada en el borde cuchicheando en voz baja con Ginny, que estaba sentada en la orilla de la cama escuchando atentamente.

Your Champion, Babe| Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora