- Darren -

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Abro un ojo, y luego el otro. Pareciera que mis párpados pesan 40 kilos cada uno. El dolor de cabeza es tan grande, que tengo la puta obligación de volver a cerrar mis ojos. Hago un intento mas, y cuando por fin aclaro mi mente, me encuentro con un techo totalmente desconocido. Me siento en la cama, dejando colgando mis pies. Apoyo mis codos en mis piernas, y mi cabeza en mis manos. Y me quedo así, por un rato largo. Hasta que alguien se mueve a mi lado, cuando volteo, me encuentro a otro desconocido. Trato de verle su rostro, para así intentar recordar algo. Pero las imágenes son confusas. Tomo mi ropa que esta toda derramada por la habitación, que por cierto, está bastante ordenada a comparación de la mía. Ya vestida, ruego por que el joven no se despierte. Camino despacio hasta la puerta, y antes de llegar, escucho susurros de ese. Que puto cabrón. Esperó lo necesario.

-Buen día.- dice mientras bosteza y se sienta en la cama.-¿Me traes un café?-.

¿Que mierda?. Rió por su pregunta.

-Vete a la mierda.- tomo la puerta y la abro. Pero vuelve a hablar.

-Era una broma, tranquila.- se levanta, y se pone su bóxer. Camina hasta mi y cierra la puerta, la cual la vuelvo a abrir con fuerza, y nuevamente la cierra. El chico me mira sorprendido.

-¿Ya te quieres ir?.- me pregunta con su voz ronca. Sus ojos son negros, y su cabello también. A este lo tiene largo hasta los hombros, y en su rostro lleva una espesa barba. Totalmente desagradable. Parece que no se ha bañado en días. Me busco los peores.

-Si, eso quiero. Y eso haré.- hablo con firmeza.

-¿Sin antes tomarte un café? Venga, yo lo preparo.- dice mientras sonríe, y no puedo evitar mirarle la dentadura. Sus dientes son amarillo. Que asco de tipo Anna. A ver si para lo próxima te buscas uno mejor. Menos me apetece un café ahora. Abro la puerta y salgo sin contestarle. Siento sus pies descalzos detrás de mi.

-Oye, espera.- corre hasta mi, y me toma de la mano. Lo fulmino con la mirada, y saco su agarre con mala gana. El joven se sorprende nuevamente.

-¡Deja de joderme!.- le grito furiosa.- Me estas sacando de quicio. Me quiero ir, no quiero tu puto y asqueroso café.- y eso ultimo, fue todo. Este me mira serio, y solo baja la asiente. Paso la sala, y salgo del horrible departamento.

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Sigo caminando por la calle. La gente se detiene cuando paso cerca de ellos, a mirarme. No puedo ni imaginar lo que es mi figura en este momento, ni quiero imaginarme el desastre que seré. Mi cabeza sigue a full con su dolor. Tengo ganas de sentarme y dormirme aquí mismo en la acera. Cuando doblo la esquina, veo el negocio donde trabaja Julia. Llego y entro. Es una perfumería bastante linda. Su aroma a fresco hace que mi mente pueda refrescarse un poco. Veo a Julia, al final del negocio, ordenando un estante. Me acerco deseando que el aroma del negocio, se haga amigo del mio y me ayude a disimularlo.

-¿En donde se esta quedando Evan?.- le pregunto sin pensarlo. Julia se da la vuelta y abre sus ojos de par en par. Debo ser un puto desastre. Julia me toma de la mano, y me arrastra hasta la despensa. Me apoya contra la pared con fuerza y cierra la puerta rápidamente. Se ve nerviosa.

-¿Qué mierda estas haciendo aquí Anna? Tienes que irte ya.. Mírate la pinta, si te ven, me echaran.- dice nerviosa. Casi se ha trabado en todas las palabras.

-Necesito saber en donde se está quedando Evan.-digo con seguridad.

-No te lo diré Anna, no quiere saber nada de ti. Te odia.- Julia sigue nerviosa, y habla tan rápido que me cuesta asimilar lo que ha dicho. Arruino todo. Soy un desastre. Soy un moco que pego a todos a mi, a mi mierda. Se las embarro. Necesito ver a Evan, y pedirle disculpas. Se que no haré mucho, pero me sentiré con menos peso en mi.

No soy una chica buena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora