- Esto es lo mío -

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Está sucediendo. Me estoy enamorando. ¿Será eso?. No puedo quedarme para descubrirlo. Me estoy olvidando de unas cuantas cosas. Una es, que soy un puto desastre. Otra, el padre del hermoso joven, del cual creo estar enamorada, es policía. Y  mandó a Darren para espiar a Marcos y sus cachorros. ¿Qué mierda estoy pensando?. No puede suceder nada. ¿Y si voy presa? ¿Y si solo está jugando conmigo, para luego dejar que su padre me encierre?.

Tomos sus manos, las cuales están aún en mi cintura, y las bajo con delicadeza. Me impongo a no mirarlo a los ojos. Mi mirada están en mis manos sobre las suyas. Deseando que solo fuera un agarre. Pero no es así. Mi cuerpo se calma al sentir su tacto, y tengo la necesidad de que siga.

-Ya me tengo que ir.- digo con tristeza, tratando de no romper en llanto.

Hago impuslo como para alejarme. Pero Darren aumenta su fuerza en mis manos, y no deja que me valla. Al sentir esto, me vuelvo hacia sus ojos. Están clavados en mí, como si fueran dos flechas afiladas. Tan afiladas, que duele. Me acerca a él, y me envuelve con sus brazos por mi cintura, dejándome indefensa, sin poder moverme. Sus ojos me desafían. Se lo que quiere hacer. Siento su vibración. Y lo peor de todo, es que deseo que lo haga. Deseo sentir sus labios sobre los míos. Deseo explorarlos, hasta casi desgastarlos. Pero nuevamente, mi mente está en mi contra. Y las preguntas, más la culpa, me invaden como bombas explosivas. Bajo mi cabeza, con el propósito de esconderme y no dejarle posibilidad de nada.

Siento como sus labios buscan los míos, y como sus ojos necesitan encontraste con mi mirada. Pero no lo dejo. No permito que eso suceda.

Una figura aparece por la puerta, y corro mi mirada. Es el padre de Darren, mirando con asombro. No pasan ni segundos, hasta que Darren me suelta y me alejo un paso, rápidamente, hacia atrás.

-Papá..- su voz suena casi como un susurro.

-Lo-lo siento hijo.. Yo..- el hombre rasca su cuello, nervioso. -.. Me voy al trabajo.. Perdón.. Yo.. Ah ya.- su figura desaparece por la puerta. Y yo aprovecho.

Salgo de su habitación, y bajo la escalera lo mas rápido posible, hasta que llego a su padre.

-Yo también me voy, señor.-

El hombre me sonríe con amabilidad, y abre la puerta principal, dejándome pasar. Le sonrío, agradecida, y salgo. Pero antes echo una última mirada, hacia el interior de la casa. Y lo veo, allí parado. Inmóvil, y en su mirada, solo hay decepción. Siento como mis ojos se llenan de lágrimas. No puedo distingir el "por qué" de ellas. Pero si se una cosa. Estoy lastimando a alguien, que no merece ser lastimado. Y lo peor es que, hacerle mal, me hace mal a .

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Estoy sentada en el sofá, cuando tocan la puerta. Espero a que alguien se asome y la abra. Pero cuando miro el reloj de la pared rápidamente, recuerdo que casi todos deben están en sus respectivos trabajos o estudios. Olvidaba de que era la única vaga inservible.

Me pongo de pie y abro la puerta. Por esta aparece Taylor. La cuál, fue chica de Marcos, en algún momento. Lleva su rubio cabello suelto, dejando ver lo bien cuidado que lo tiene. Como siempre, va vestida de marca, muy impecable.

-Anna.. Hola.- en su rostro, una sonrisa falsa aparece. Y a mí, me agarran ganas de cerrarle la puerta en la cara.-.. Solo pasaba para invitarte a la fiesta de hoy. Es de nuestra gente, y se hará en el salón de la tercera manzana.- su voz es tan chillona, que tengo que tratar de calmar mis oídos.

-¿Y se puede saber porqué me invitas?.- pregunto de mala gana.

-Yo solo.. Era para estar segura de que irás.- agranda su sonrisa con falsedad.

-Iré.- contesto seca, para luego cerrarle la puerta en la cara con fuerza. No puedo tragar a esa chica. Simplemente es.. Asquerosa y a la vez sexy.

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Ya entrando al salón, puedo fijarme cuanta gente hay aquí. Está repleto, sin un lugar libre sobre la pista. Al fondo de todo, puedo divisar el rubio cabello de Taylor, y a su alrededor, unos cuantos chicos. Como siempre, claro está. Cuando me acerco, puedo ver como sus miradas son discretas, y como entre sus manos, hay pase de polvo. Hacen como si se saludarán, para luego meter sus manos en sus bolsillos. Conozco tanto ese "movimiento". Mi adicción aparece, y mi respiración comienza a agitarse. Lo necesito. Taylor me ve, y automáticamente sonríe. Se me acerca entre empujones con la gente.

-¡Vamos a la despensa. Hoy tengo mucho!.- me grita sobre el ruido.

Y al escuchar eso, siento un alivio enorme en mi ser.

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-Aspira ésta. Es larga.. Vamos. De un tirón.- dice insitándome a lo peor.

Y te crees que no lo haré. Por favor. Esto.. Esto es lo mío.

Tomo el papel enrollado en forma de tubo, lo coloco sobre la entrada de mi nariz y aspiro con ganas, llevándome a mi interior toda la fila de crack. Mi orificio nazal quema, pero solo por unos segundo. Luego, una magnífica sensación se despierta en mí. Lo necesitaba tanto.

La noche sigue, y esto sigue. Y pasará, terminaré con droga, hasta en las pestañas. Me iré del mundo real por unas cuantas horas. El dolor desaparecerá, y mi mente divagará, con el efecto de estas sustancias. Y cuando despierte, volverá la mierda de todos la días.

No soy una chica buena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora