– ¿Podrías decirle a tu novio que deje de zamparse mis cereales? – gritó Lilly exasperada desde la cocina.
– No seas tan dramática, luego bajaré a comprar. – respondió Jungkook desde mi habitación intentando calmar el ambiente.
– Siempre dices lo mismo y acabo teniendo que ir yo. – replicó mi mejor amiga.
Estábamos a mediados de noviembre, el frío cada vez era más intenso y aun así, Jungkook se paseaba sin camiseta por mi apartamento. Lilly intentaba acostumbrarse al hecho de que mi novio pasara tanto tiempo en nuestra casa. El estómago de Jungkook era como un pozo sin fondo, y cada vez que abría la nevera y devoraba cualquier cosa que tuviésemos, Lilly quería matarlo. La entendía, era frustrante hacer la compra para toda la semana y que durase la mitad del tiempo previsto.
– Le pediré a Yoongi que te los traiga, ¿te parece mejor plan? – preguntó Jungkook intentando que el humor de mi amiga mejorara. Lilly apareció por la puerta con una cuchara de metal en la mano y se la tiró a la cabeza. – ¿A qué ha venido eso?
– Jeon Jungkook, no me quieras ver enfadada. – el tono que Lilly había empleado era realmente aterrador. – Deja a Min Yoongi en paz, vístete y baja a por mi desayuno antes de que tus pobres botas sufran las consecuencias.
Jungkook casi grita al escuchar esa amenaza hacia sus preciadas botas negras. Tragó saliva y asintió antes de que mi amiga diese media vuelta y volviese a su habitación. Finalmente, mi novio se vistió corriendo y bajó a la tienda más cercana a por los cereales que Lilly solía desayunar y que él se había acabado la noche anterior.
En tan solo dos semanas habían cambiado demasiado las cosas. La relación que mantenía con Jungkook se había vuelto tan intensa que era imposible separarnos, y a pesar de todo el tiempo que pasamos juntos – que sin duda, era mucho – nunca nos cansábamos el uno del otro.
Lucas no volvió a dar señales de vida y lo poco que supe de él fue gracias a Mark y Kai, quienes aseguraban que estaba bien y que simplemente estaba centrado en pasar tiempo con su novia. Vittoria y Namjoon, probablemente por falta de tiempo o de interés, no habían llegado a solucionar del todo el tema de la ex novia. Lilly solía pasar las tardes – y en muchas ocasiones, también las noches – encerrada en el piso que Yoongi compartía con Hobi y Jin. Empecé a pensar que ella sentía que nos molestaba a Jungkook y a mí debido a que mi novio solía quedarse a dormir varias noches a la semana. Por eso, decidí ir a buscarla a casa de Yoongi al salir del trabajo aquel jueves 19 de noviembre con la intención de pasar tiempo a solas con ella.
– Hombre, Mad. ¿Qué te trae por aquí? – preguntó Hobi sorprendido al verme aparecer.
– He venido a buscar a Lilly. – contesté después de saludarle.
– Creo que Yoongi y ella han salido. – Hobi se giró para ver como Jin asentía con la cabeza para reafirmar las palabras de su amigo. – Pasa, no te quedes ahí.
Entré en aquel piso, me quité las zapatillas en la entrada y caminé hasta el salón donde Jin, sentado en el sofá, repasaba unos apuntes. Me senté a su lado sin saber qué hacer, esperando no molestar.
– Tengo que irme, pero te quedas con Jin. Cualquier cosa que necesites me llamas, ¿vale? – dijo Hobi desde la entrada mientras se calzaba sus deportivas. Poco después se marchó.
– No sé cuánto tardarán en volver. – habló el más mayor sin levantar la mirada de sus apuntes. – Yoongi solo me dijo que irían a una tienda de música.
– Esperaré a que vuelvan, no pueden tardar mucho, ¿verdad? – pregunté mirando la hora en la pantalla de mi móvil.
– Con Yoongi nunca se puede dar nada por sentado. – soltó una pequeña risa antes de volver a hablar. – ¿Es muy urgente?
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2:18 (Jeon Jungkook)
Romance-Tatúas ¿verdad? Queremos un tatuaje para nuestro amigo Jungkook. -Volvió a hablar el rubio -Tiene que cumplir una apuesta. Ha perdido, ¿te lo puedes creer? ¡Jeon Jungkook ha perdido una apuesta! Es algo que no se suele ver.