Cumplir promesas

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Capítulo 14. Cumplir promesas.

Naruto estaba de mal humor y quería gritarles a todos, ¡eran tan lentos!, ¿de qué sirvió darle sus kunais especiales a Hinata si no pudieron alcanzarla? Maldita la hora en la que se encontraron con el escuadrón de búsqueda Hyuuga que lideraba Neji porque se les pegaron como chicles cuando él abrió la boca y les dijo que iban tras Hinata, ¡debió haberse quedado callado!, y luego los otros convencieron a Sakura y a Sai de que era buena idea que los acompañaran como refuerzos. ¡No podía usar el Hiraishin no jutsu con tantas personas!

Para seguir empeorándolo todo, cuando llegaron a la frontera con el País del Rayo no los dejaron pasar porque no llevaban ningún permiso especial. Naruto les dijo que Hinata ya había pasado por ahí y que iban con ella porque encontró uno de sus kunais en el punto de pase pero los imbéciles estaban empeñados en decir que ningún ninja de Konoha había cruzado la frontera en los últimos tres días. Y por las estúpidas políticas él no podía saltarse las trabas con un Hiraishin no jutsu porque la frontera tenía una técnica de barrera que detectaría su paso y podían decir que estaba causando un problema diplomático. ¡Los criminales sí pasaron con la hermanita de Hinata y a los héroes les negaban el paso! Iba a ir a la oficina del Raikage a montarle un escándalo por eso, después, ya que rescataran a la niña.

—¡Soy Naruto Uzumaki y tu Raikage me debe varios favores! ¡Si te digo que tengo que pasar a tu país a patearle el trasero a los tipos malos, lo único que tienes que hacer es abrir la puta puerta!

—No. Nadie pasa sin un permiso del Señor Feudal o del Raikage. —Contestó con apatía uno de los retrasados mentales que cuidaban la puerta.

—¡Díganle al Raikage que quiero pasar! —Insistió.

—Ya avisamos pero no han mandado respuesta.

¡Todos eran unos lentos! Se tronó los nudillos. Iba a hacer un centenar de clones e iban a tomar el punto de cruce, noquearía a todos los retrasados mentales y para cuando recuperaran el sentido no tendrían problemas diplomáticos porque ya estarían todos de regreso en el País del Fuego. Era un plan sólido.

—¡Naruto! Compórtate. —Lo amonestó Sakura.

—¿Estás seguro de que Hinata-sama cruzó? —Cuestionó Neji.

—¡Aquí está mi kunai y del otro lado hay más, es mi marca y lo sé! —Rezongó mientras le enseñaba el arma y se tiraba del cabello con la mano libre. Lo que le faltaba, hasta sus compañeros se estaban poniendo de parte de los retrasados del otro país.

Escuchó un aullido y volteó expectante en su dirección, venía del otro lado de la frontera. Alcanzó a oír que los centinelas pedían un pase y luego la puerta se abrió, dando paso a Hanabi a lomos de una loba.

—¡Hanabi-sama! —Exclamaron los Hyuuga al tiempo que la rodeaban. Naruto los apartó de un empujón. La chica venía sola.

—¿Dónde está Hinata-chan? —Preguntó con apremio. Hanabi no se veía herida, pero eso no explicaba por qué venía sola. Le llegó el turno de ser empujado cuando Sakura lo apartó con brusquedad para revisar a Hanabi. Su amiga confirmó con un asentimiento que estaba ilesa.

—Se quedó. —Contestó Hanabi con un hilo de voz.

—Nos consiguió tiempo para salir. —Explicó la loba.

—¡Maldita sea! —Gritó él y volvió a hablarle a los centinelas. —¡Hey! ¡Montón de imbéciles, ella tampoco trae un permiso y la dejaron pasar!

—Lo trae en el cuello, imbécil. Aprobado por el mismísimo Señor Feudal. —Contestó un centinela. Naruto se agachó y vio una estrella de plata de siete puntas junto a una media luna más pequeña.

Hechizo NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora