Capítulo 3. Caos en la Mansión Hyuuga.
Estaba tocando su flauta en medio de la noche cuando la niña regresó. Su presencia había cambiado. Rikuto sintió frío, una repentina corriente de viento sacudió las copas de los árboles. El renacimiento siempre cambiaba a las personas en diferentes formas; despertaban una habilidad, cambiaba alguna característica física, modificaba los sentidos, envejecían, rejuvenecían. En esta ocasión, le pareció que la niña se había convertido en un espíritu del bosque. El renacimiento le había borrado los vestigios de la violencia que la hizo llegar hasta ellos, ya desinflamada, era evidente que tenía un rostro muy bonito. Caminaba con la espalda recta, el cabello le había crecido un poco, ahora le rozaba los hombros, se movía sin hacer ruido, como si flotara en el suelo del bosque. Dejó de tocar. Esta era su Séptima, la nueva joya que puliría.
Hicieron contacto visual por apenas un instante. Rikuto dejó caer la flauta. Su cuerpo dejó de obedecerlo y se paralizó. Ni siquiera tenía la barrera de sangre activada. No era un genjutsu tampoco. Era...
Era como si los Dioses lo estuvieran viendo a través de los ojos de la niña. Los lobos aullaron a la distancia y el viento hizo un remolino en el claro. La niña cerró los ojos y se desplomó a escasos metros de donde estaba él. No se levantó. Él no pudo moverse de inmediato. La niña estaba dormida.
¿Esta era la Voluntad de los Cielos? Se preguntó mientras llevaba a la niña al interior de la residencia. San la revisó y dijo que todo estaba bien. El chakra fluía un tanto irregular por sus canales, pero era algo esperado después del renacimiento. Ya tenían preparada la que sería su habitación, Aiko fue a la ciudad cercana a comprar lo necesario, y algo más, pensó al ver juguetes y vestidos. No importó cuántas veces le dijo que la niña no sería la misma cuando regresara de la prueba.
Jaló una silla hasta posicionarla al lado de la cama de la niña y se quedó sentado a esperar a que despertara. Prohibió que Aiko entrara e invocó a Kuro, un lobo de pelaje negro, ojos dorados y una muesca en su oreja izquierda para que montara guardia con él. Existía la posibilidad de que lo que hubiese regresado de la Montaña Luna Nueva no fuera la niña, sino algo diferente, algo antiguo por lo que vio en sus ojos.
La niña durmió por tres días. San la revisaba en la mañana y en la noche, aparentemente le estaba costando adaptarse al cambio en su sistema de chakra. Cuando abrió los ojos, Rikuto tuvo que preguntarse si no lo había imaginado todo. No había nada inusual en ellos. Y había vuelto a ser la niña tímida de antes. Exactamente igual a antes de renacer. Se sintió un tanto decepcionado, esas horas estuvo preparándose para algo nuevo, embargado por la emoción de lo desconocido. Suspiró. Era hora de descubrir qué clase de Doctrina del Caos seguiría su Séptima.
Se sentó en la cama a su lado y puso su mano derecha sobre la frente de la niña.
—De ahora en adelante eres una hija de las Montañas de la Luna. Caminarás en el presente como Hinata "Nana" Tsukikage, mi Séptima. —Kuro aulló en bienvenida. La niña se sonrojó hasta las orejas. Él se permitió sonreír un poco. No tardaría mucho en bajar la guardia con ella. —Mañana partiremos a Konoha, hablaremos con tu familia y tu Hokage.
—¡Mi familia no, por favor! —No tartamudeó, al menos eso era un avance, le irritaba profundamente cada que se le atoraban las palabras al salir. Pero había un terror considerable en su expresión. —El líder del clan no puede saber pero Tsunade-sama sí me dará permiso.
—¿Otra corazonada tuya? —Inquirió. Ella asintió, así que se encogió de hombros, en las aldeas la autoridad de los Kages era absoluta, hablar con su padre era una cortesía nada más. Por él, mejor.
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Hechizo Nocturno
FanfictionEl Clan Hyuuga necesita cambios inminentes. Un Byakugan especial camina nuevamente entre ellos pero no pueden verlo. Hinata ha recibido un entrenamiento especial y está dispuesta a hacerse a un lado para que todo mejore, sin embargo, una misión en c...