Dejar ir

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Capítulo 16. Dejar ir

Era bien entrada la noche. Hiashi estaba en su despacho preguntándose por qué lo estaban castigando los Dioses. Se sirvió una copa de sake, la única que tomaría esa noche porque no tenía el vicio del alcohol, y volvió a sentarse en su escritorio. Siguió revisando reportes, movió unos documentos y se encontró con las copias de los generosos cheques que enviaron a los del equipo Kakashi por su reciente ayuda; tuvo que preguntarse por qué no las había archivado ya. Apoyó la espalda en el respaldo de su silla y se masajeó la frente. Los días se sentían extraños, como si un cambio inminente estuviese al acecho de todos. El Byakugan del Príncipe finalmente estaba otra vez entre ellos, en nada más y nada menos que en una de sus hijas. En la hija con la que se rindió, en la que sufrió abuso de su parte y del resto del clan, en la que determinó siempre sería una deshonra.

Mirando al pasado, recordó los errores e injusticias que cometió a lo largo de su vida, cargaría eternamente con el peso de la muerte de su gemelo. En su juventud aspiró siempre a convertirse en un líder sabio y justo. Y en muchos sentidos lo era. Reconoció que se equivocó con Neji y desde entonces lo trató casi como si fuese su propio hijo, con las restricciones inherentes de quien porta el sello en la frente, pero como a un hijo al fin y al cabo. Genuinamente se enorgullecía del hombre en el que su sobrino se estaba convirtiendo y encontraba honor en el hecho de que le reconocieran lo que él contribuyó en la formación del Genio de los Hyuuga.

Hiashi no fue bendecido con hijos varones. El Souke no vio eso con buenos ojos, pero supo imponerse y logró convencerlos de que él podía formar a la primera matriarca del clan. A Hinata la consideró defectuosa y tuvo que descartarla de inmediato porque era líder antes que padre; aun así, no le puso el sello. Hanabi resultó ser más prometedora, así que a la otra la dejó para que sirviera como un escudo. Le permitió seguir siendo la heredera en nombre para proteger a Hanabi. El Souke también lo permitió. Hinata aceptó su papel sin quejarse, a sus ojos la niña era débil pero no tonta, comenzó a comportarse como si ya hubiese un sello en su frente y Hiashi se dijo a sí mismo que al menos la mayor de sus hijas conocía su lugar y se ahorrarían el drama a la hora de la sucesión. En recompensa, le permitió seguir siendo evaluada, pero la niña falló en cada oportunidad. Así que Hiashi olvidó lo que comenzó a hacer con ella desde niña y sólo pudo verla como un producto defectuoso.

Si hacía la reflexión, Hiashi siempre deseó que Hinata fuese una falla, y la niña se enteró de sus deseos y los cumplió por él.

Por eso se quedaba callada cuando le preguntaban por qué no acudió a ellos. Fue por él.

Todos los miembros del escuadrón del Bouke reportaron lo que vieron y reiteraron que no estaban seguros de haber comprendido lo que ocurrió. Hiashi estaba convencido de que Hinata jamás habría revelado sus habilidades de no ser por los sucesos de los últimos días. Sin saberlo, Hiashi terminó obligándola a descubrirse ante ellos. Los Dioses debían estarse riendo de él por contratar a una hija para buscar a la otra. La carta con el precio a pagar por el rescate de Hanabi también estaba en su escritorio, pidió su libertad; pero fue exactamente lo que a Hinata le costó regresarla. Ella debió haberlo sabido desde antes de partir porque no intentó cobrar la paga ni mostraba intenciones de hacerlo algún día. Posó la vista en las copias de los expedientes que debía analizar; los de las Montañas enviaron uno sin que ellos lo solicitaran, y nada más, no hubo peticiones ni advertencias. Y no eran necesarias. Sólo había honor en ellos. Hazañas completadas en equipo y en solitario. Hinata vivió aventuras en todos los países del continente, e incluso estuvo en el continente vecino. Los verdaderos herederos no podían aspirar a eso. El líder estaba anclado al clan casi con el mismo rigor con el que el Hokage estaba atado a la aldea.

El Consejo estaba extasiado con la idea de tener una princesa. E iracundo por no haberlo descubierto antes. Así que Hiashi pagaría por ese error. Seguían ignorantes de los alcances de su talento, pero su existencia ya era innegable.

Hechizo NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora