El Sapo, los Lobos y el Destino (Parte I)

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Capítulo 10. El Sapo, los Lobos y el Destino (Parte I)

No anticipó que la extrañaría tanto. Muchas de sus cosas favoritas en la aldea le recordaban a ella. Ya no podía ver el cielo nocturno sin asociar la luna con el tono perlado de sus ojos. Cuando iba al Ichiraku era inevitable rememorar el día que comieron juntos. Si tomaba nieve de limón, recordaba la ocasión en la que estuvieron en el parque. Había días en los que la pensaba más que en otros, ciertamente la libreta con dibujos de Sai que conservaba oculta en su departamento ya no le satisfacía para calmar la urgencia de verla.

Pensarla le ocasionaba una sensación de anhelo y angustia. Podía pretender ser un tonto casi todo el tiempo, pero quedaba muy poco, tal vez casi nada, del niño inocentón que fue en algún momento. Sabía bien qué era esto que tenía. Un bicho que saltaba en su estómago y se le subía al pecho; no era un bicho en realidad. Era un sentimiento. Algo que siempre deseó experimentar en su vida. ¿Continuaría esto cuando se reencontraran?

Vio su reflejo en el espejo, había cambiado bastante en esos dos años, el cabello rubio seguía tan indómito como siempre, los mechones le enmarcaban el rostro, estaba más alto, los músculos se le marcaron un poco más, su piel lucía un bronceado saludable gracias a sus entrenamientos y a las salidas de la aldea. Seguía haciéndose fuerte y aprendiendo muchas cosas, tampoco ponía reparos en estudiar, eso último los sorprendió a todos. Y aunque se estaba esforzando en serio, no estaba seguro de si la chica ya podría ver a Konoha como su hogar, esperaba que al menos notara que se había esmerado en ello.

Se echó la mochila al hombro y salió de su departamento con el corazón latiéndole emocionado. Un grupo de ANBU lo esperaba a las afueras de la aldea, y así comenzó su viaje. Eran dos días de camino para llegar a la ubicación en donde Hinata lo estaría esperando. Comenzó a fantasear con su sonrisa discreta. La Hokage no le dio detalles en realidad, sólo que tenía que escoltarla de regreso a la aldea, se suponía que ella estaba en unas montañas, encontrarla sería pan comido para él. Y habría cubierto la distancia estimada de dos días en algunas horas si no tuviera que viajar acompañado. Sus compañeros en esa ocasión eran apáticos y silenciosos, ni siquiera le siguieron las bromas.

Se separaron al pie de las montañas, no había contado con que el terreno fuese tan extenso, faltaba poco tiempo para el atardecer y esperaba encontrarla antes de eso. Activó su Modo Sabio, hizo una mueca cuando se percató de que no le sería de utilidad ahí, el chakra de la naturaleza era tan denso que no podría distinguir el de Hinata. Naruto hizo unos estiramientos rápidos para relajar los músculos, usaría todos los jutsus del cuerpo parpadeante y del Dios del trueno volador que fuesen necesarios. Corrió hacia el interior de la primera montaña.

¿Eh? Naruto parpadeó confundido cuando se percató que estaba nuevamente al pie de la montaña, en el punto donde se separó de los ANBU, estaba seguro de que corrió en línea recta. Hizo los sellos para disipar un genjutsu y no ocurrió nada. Volvió a correr hacia la montaña sólo para volver a encontrarse en el mismo punto. Qué sitio tan más extraño. Repitió todo una docena de veces más, alternando entre los jutsus del Cuarto... pero siempre acababa en el mismo punto, ¿qué diablos era eso? El Zorro se carcajeó en su interior diciéndole que no era bienvenido en ese lugar. Naruto corrió hacia la montaña siguiente, hizo un centenar de clones y los mandó a todos en diferentes direcciones... nuevamente terminaron en el punto por donde entraron. Optó por coordinar una discusión cerrada con un equipo de clones para que hicieran una lluvia de ideas y seleccionar la mejor, hacía horas que el sol ya se había puesto y no había ni señas del paradero de Hinata. Estaba comenzando a fastidiarlo el hecho de estar tan cerca y no poder encontrarla.

—¿Qué haces aquí? —Se sobresaltó un poco al escuchar la voz ancestral y hermosa de la que reconoció como la loba a la que Hinata invocó en la misión que tuvieron juntos porque no la escuchó acercarse.

Hechizo NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora