15. LOS RECUERDOS

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ISABELLE SABÍA QUE ERA UNA MALA idea, pero desde que había dicho esas palabras, no pudo quitarse el pensamiento de su cabeza. Cuando era pequeña, sus padres y su hermana siempre la habían tratado dulcemente. Algunas veces regresaba llorando a su casa porque las cosas iban mal con sus malos compañeros, como esa vez que Lizzie Pauls rompió su nariz luego de que le tirara a propósito el baloncesto. Tenía diez años en ese entonces, pero sabía interpretar cuando alguien estaba mintiendo y todas esas disculpas por parte de la pelirroja eran una farsa, porque la vio reírse mientras el entrenador preguntaba qué había sucedido en su ausencia. Cada vez que ocurría algo malo, como lo que sucedió ese día en la clase de educación física, corría a encontrar a su mamá y su papá, porque ellos eran los que le secaban sus lágrimas. Allí también estaba Amy, su hermana mayor, la persona que siempre había seguido como si fuera una garrapata. Ambas eran tan diferentes entre sí, pero congeniaban de una manera que sólo unas hermanas tan unidas podían hacerlo. A la mayor le gustaba pintar, siempre la veía hacer dibujos a escondidas, o ensuciando sus manos con pintura de colores. Era realmente buena con lo que hacía y muchas veces le había aconsejado seguir una carrera en el arte. Amy siempre se había reído, diciendo que su propósito era tener una familia propia, tan grande como la que tenían sus padres. Luego de esos años, ella ahora estaba casada y embarazada de su primer niño, logrando tener todo lo que siempre quiso, pero al mismo tiempo, dejó su propia vida detrás. Dejó abandonados a sus hermanos y a Isabelle, su mejor amiga desde que tenían memoria. Salvo que, con el nuevo descubrimiento en frente de sus ojos, supo que la muchacha sabía cosas que ella ignoraba. No tenía idea realmente cómo funcionaba la mente de una niña de seis años, pero supuso que debió tener algunos recuerdos de ese entonces. Tenía que preguntarle.

—Es muy peligroso, Izzy.— recitó el muchacho, pareciendo consternado con su anterior propuesta. Ella formuló una mueca, porque no era tan estúpida como para creer que todo era simple.

Isabelle contempló todo lo que podía ocurrir, pero necesitaba descubrir más información. Su mente estaba comenzado a formar teorías, teorías que mezclaban los miedos de cualquier persona de su edad, e incluso comenzaba a articular ideas que parecían sacadas de una película de suspenso. Negó, dispuesta a seguir peleando por lo que quería hacer, pero el teléfono de la sala comenzó a sonar. Jasper abandonó la habitación para atenderlo y escuchó a Esme del otro lado de la línea, preocupada por lo que había sucedido con la neófito en su ausencia. La joven observó su alrededor, pensando en que esa era su oportunidad para hacer algo más que quedarse parada esperando a que alguien decidiera contarle la verdad. Los Cullen no la dejarían salir de casa tan rápido, esa misma mañana estuvo a punto de matar a una niña, pero creía que si no veía sangre en las próximas horas, podía mantenerse mucho más controlada. O eso suponía. Sigilosamente se movió por la habitación, acercándose hasta el recibidor y tomó prestado un abrigo que le pertenecía a Edward. Se lo puso al instante, mientras guardaba la fotografía en uno de los bolsillos. Escuchó atentamente la conversación de Esme con su hijo adoptivo, creyendo que tenía unos cinco minutos enteros antes que decidieran cortar, porque la mujer estaba hablando ansiosamente de lo que sucedió con esa niña. Tratando de guardar silencio, ella abrió la puerta principal, deseando que tuviera su oportunidad de irse sin provocar ningún ruido, pero lo único que podía escuchar era al Hale hablando con su madre. Era su oportunidad de marcharse y sólo admitió mostrar un atisbo de arrepentimiento, cuando comenzó a correr por el extenso bosque. Corrió en la misma dirección que lo había hecho horas atrás, porque de esa manera podía llegar hasta la calle principal, en donde su hermana Amy vivía a una corta distancia. Era un vampiro, pero también era una chica que no tenía experiencia en el bosque y esperó a que sus memorias fuesen lo suficiente frescas como para poder seguir sus pasos. Tuvo suerte en esquivar a los cazadores que seguían en el área, porque ellos habían avanzado al norte.

Tragedy ✓ ⋆ Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora