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ISABELLE PRINCE NO ESTABA realmente en sus cabales cuando la sangre comenzó a recorrer por su boca. Sintió el sabor metálico pasar por sus dientes, cayendo hasta su lengua, dónde lo único que pudo hacer fue beber. Necesitaba llenarse de su sangre, hasta que se sintiera lo suficiente saciada como para detenerse. Por su cabeza pasó la idea de que estaba a punto de matar a una persona inocente, que debía parar en esos mismos momentos, antes de que fuera demasiado tarde, pero no importaba. Nada podía importarle cuando se sentía tan cegada por la sed. Era como si a un león que no se alimentaba por una semana entera se le pusiera un venado frente suyo. Al igual que esos instintos animales que controlarían al león cuando realizaba su ataque, también controlaban el cuerpo de Izzy.
Pero alguien no tuvo las intenciones de dejarla continuar. Sintió unas fuertes manos tomarla con fuerza, causando que sus dientes hincados se alejaran del torrente sanguíneo y se viera despedida por los aires. Soltó un grito, al aterrizar con fuerza en el suelo. En medio de su choque, había destruido a un árbol que parecía lo suficiente duro. Lo escuchó crujir y caer con fuerza arriba de otros árboles. Regresó su atención al frente, porque nada podía importarle en esos momentos. Rosalie Hale estaba agarrando al hombre en brazos, para ponerlo de pies. El oficial de policía había conseguido desmayarse por completo y notó el hediondo olor a orina. Arrugó su nariz. Jasper Hale estaba parado a varios metros, mientras se colocaba en una posición defensiva.
—Izzy, controla tus impulsos.— dijo él, con una voz que sonaba demasiado controladora como para ser amable.— No necesitas matar a esa persona.
No le dió tiempo para continuar con su discurso inspiracional, Isabelle saltó sobre él para callarlo. Aterrizó sobre su pecho y rápidamente comenzó a sentir los movimientos a su alrededor. Intentó darle golpes y mordidas, también intentó romperle los huesos. Eran una maraña de movimientos rápidos, ambos corrían y se atacaban mutuamente. Ella intentaba asesinarlo, pero él sólo deseaba detenerla. En medio de su combate feroz, levantó su cabeza para oler al humano. Rosalie se había llevado a su presa, ella se lo había robado. Sintió un golpe en su mejilla, gritó. Cayó al suelo algo cansada y Jasper estaba arriba suyo. Sus manos fuertes estaban presionando sus brazos contra el suelo, de tal manera que la estaba forzando a quedarse en su lugar. Sus ojos la miraban con firmeza. Comenzó a sentir unas olas de calma.
»Diablos. Quédate quieta.— lo miró por unos momentos, tratando de regresar sobre si misma. Pero todo era tan difícil cuando aún podía sentir el aroma dulce de la sangre, cuando todavía podía saborearlo entre sus dientes. No importaba lo que él dijera, no importaba lo que podría llegar a pensar, no cuando el olor aún estaba lo suficiente cerca como para ser detectado. Dió un fuerte golpe con sus piernas en su parte baja del vampiro, haciendo que Jasper aflojara su agarre ante el impacto de su órgano reproductivo siendo herido. Lo empujó sobre si misma y logró deshacerse de su tacto. Se levantó al instante, dándole una inhalación al oxígeno. Como una rastreadora, persiguió el aroma del hombre, hasta que comenzó a correr en esa precisa dirección.
