21. LA VIDA

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ISABELLE PRINCE REGRESÓ CON su madre una media hora después, tratando de olvidarse de la aparición de su don y de lo que traía consigo. Sin embargo, falló caóticamente. ¿Cómo podía olvidarse de algo tan extraño, surgiendo de sus propias manos? Nunca en su vida había visto algo como eso, y para una persona que amaba la física desde que la había conocido, necesitaba explicaciones con fundamento. Newton había comenzado su investigación acerca de la gravedad cuando una supuesta manzana cayó sobre su cabeza, era irónico que a ella le hubiera ocurrido algo similar y diferente al mismo tiempo, ¿Con qué regularidad una manzana perfectamente saludable se transformaba en algo podrido en sus propias manos? La gravedad era algo lógico de explicar, pero la materia cambiando de un estado al otro, con tanta rapidez, tenía muchos huecos en cualquier teoría. No había una rama de la física que pudiera respaldar aquello, ya que, ser un vampiro también tenía muchas incógnitas. Nunca había tenido la oportunidad de hablar con Carlisle y no podía parar de preguntarse cómo un cuerpo sin vida podía mantenerse de pies y con una conciencia, rompiendo cualquier estructura que los científicos conservaban. A pesar de ello, un don era mucho más de lo que podía tolerar.

La muchacha no quería dejarse llevar por ese sentimiento de poder que sentía, podía imaginarse a si misma haciendo todo aquello que se proponía. Era como si toda su vida hubiera sido Clark Kent y de repente, un día para el otro se convirtiera en Superman, con todos esos poderes increíbles. Solía ser Izzy Prince, la chica que a duras penas podía correr un kilómetro y ahora, siquiera podía comenzar a explicar todo lo que había cambiado en ella. Trató de alejar esos pensamientos y se centró nuevamente en la recepción, viendo que la mujer estaba atendiendo una llamada y por la voz que se escuchaba del otro lado del teléfono, no era precisamente alguien llamando a la policía. La recepcionista soltó una carcajada, cuando el hombre le dijo que la estaba esperando con rosas y champagne en la cama. Se esforzó a si misma a hacer oídos sordos y observó que el lugar en el que su madre solía estar sentada, ya no había nadie. Sabía que no tenía que esperar nada de esa mujer, la había decepcionado antes y estaba segura que lo volvería a hacer una vez más. Sentía rabia por sus mentiras, quería gritarle y llamarla de un montón de maneras, pero no podía hacerlo. No aún. Lo único que necesitaba era que Jasper y Rosalie fueran liberados y después comenzaría a afrontar todas las cosas que estaban sucediendo a su alrededor. Entre todos ellos, darse cuenta de que sus padres no eran quienes decían ser y que el hombre que la había protegido en sus primeros años de vida había ido a ayudarla en la comisaría.

—¿Isabelle?— ella se levantó de su asiento, escuchando la voz de la recepcionista llamarla.— Un oficial quiere escuchar tu testimonio una última vez, para corroborar todo lo que has dicho anteriormente.

La neófito se acercó tímidamente, mientras una mujer la saludaba y le pedía que la siguiera a través de la estación de policías. Pudo sentir el aroma a su perfume y la vena de su cuello latiendo con un ritmo repetido, casi podía saborear el olor a su sangre. La oficial de policía que se presentó como Jane, la hizo entrar a una habitación fría y pulcra, se veía como todas esas salas de interrogatorio que había visto muchas veces por la televisión y su reputación le precedía. Jasper había estado allí, fue lo único en lo que pudo pensar al sentarse en una de las sillas, que estaban frente a un escritorio. El profundo aroma del vampiro estaba impregnado en ese espacio, tal vez había estado allí apenas unos minutos atrás y la única señal de ello eran sus sentidos percibiendo cada simple migaja que podía obtener. Isabelle se removió nerviosamente en la silla de metal y cuando la policía se lo permitió, repitió nuevamente todo lo que le había dicho a Charlie, sin olvidarse en ningún detalle y mucho menos, contradecirse a si misma. La mayor le entregó un papel y le pidió que escribiera todo aquello que había declarado, para tenerlo asentado en los documentos de la estación. La ilusión comenzó a crecer cada vez más, le estaban dando la atención suficiente a su falsa historia y si le creían, eso significaba que nada incriminaría a los Cullen. Podía no saber de asuntos policiales y no obstante, sabía sumar uno más uno. Sin evidencia, no podían incriminar a nadie.

Tragedy ✓ ⋆ Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora