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ISABELLE SINCERAMENTE NO QUERÍA tener que pelear con los Cullen, pero lo que deseaba no era lo mismo que lo que estaba obligada a hacer, si es que finalmente se decidía a escapar. Sus únicos propósitos eran visitar a Eloise Prince, puesto a que necesitaba saber qué partes de la historia eran verdaderas y cuáles eran producto de las mentiras del hombre que la convirtió en un cadáver. Siempre creyó que una de las cualidades que más le gustaban de su persona, era que nunca se quedaba con una sola fuente y no descansaba hasta saberlo todo. En la escuela, en su vida diaria, había optado por investigar y saber la verdad de todas las cosas que la rodeaban. Ahora necesitaba investigar sobre su familia, personas que amaba con todo su corazón y siempre confío sin dudarlo en ellas. Si la historia era real, su corazón se rompería en mil pedazos, pero al menos estaría consiente que su vida era una mentira. No era lo mismo escucharlo de un hombre que no conocía, a escucharlo de la mujer que llamaba dulcemente mamá.
—Izzy, volvamos a casa. Encontraremos una mejor manera de hablar con tu madre, antes que hacerlo ahora mismo.— ella observó a Jasper, sintiéndose decaída al escucharlo tratar de manipularla. No podía hacerle caso, no tenía intención de seguir a él y a su familia como un perro faldero. Se sentía traicionada por el vampiro y todavía intentaba asimilar lo que sucedió en esas últimas horas respecto a él, respecto a ella y todo el resto.
—La casa de los Prince también es mi casa, o al menos, solía serlo antes.— murmuró la castaño, apartando sus ojos de él.
Los Cullen se habían comportado como su familia en una situación en la que lo requería más que nada, cada uno de ellos había sido su soporte en momentos vitales, para no caer en un pozo sin fondo. Ellos le habían dado esperanza y la oportunidad de que, a pesar de que su vida estaba arruinándose tal como la conocía, pudiese sentir que no era el único monstruo en Forks. Nada era lo mismo y eso lo tenía en claro, sin embargo, no sabía cómo pudo haber acabado si nunca se hubiera topado con Carlisle Cullen en el hospital. Ellos le habían dado instrucciones, una manera de tratar de mantenerse cuerda ante su nueva vida. Isabelle tenía una suma gratitud hacia ellos, pero no podía ignorar su propio juicio y su elección. Antes de que pudiera decirles algo, escuchó un nuevo movimiento entre los árboles; se trataba de más de un cuerpo rozándose contra las ramas. Ella frunció su ceño, al igual que lo hicieron los demás presentes, dando una indicación de que ellos tampoco se lo vinieron venir. Rosalie, Emmett y Alice llegaron hasta su lado, sus cuerpos moviéndose como fantasmas hasta que aterrizaron con sus pies en la tierra. La rubia cruzó sus ojos con los de su nueva amiga y pudo notar que le estaba cuestionando lo que había pasado mientras ella no estaba presente. Isabelle no sabía cómo describirlo exactamente, pero de repente le recordó a la mirada confidente que le otorgaba Amy cuando eran más pequeñas y se metían en problemas.
—Isabelle tiene derecho a elegir qué hacer y asumirá las consecuencias en cuanto a ello.— Rosalie habló en voz alta, con una indignación que sonaba verdadera.— Si quieren detenerla, también tendrán que detenernos a nosotros.
