¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ISABELLE PRINCE SE ENCONTRÓ observando atentamente a Jasper Hale, mientras lo veía avanzar por el salón de la escuela. Memorizó su espalda, sus cabellos dorados y su ceño arrugado, pensando en que si tuviera algún tipo de talento artístico, le hubiera gustado poder captar esa imagen con mucho más que sus propios ojos. Apartó su mirada al instante, sintiéndose algo apenada por el atrevimiento de sus propios pensamientos. La jóven se acercó hasta la pizarra que se encontraba frente al salón de clases, leyendo el último tema que habían visto sus compañeros. Se trataba de la Ley de Ohm, algo que recordó haber visto en sus libros, pero un tema que nunca había aprendido en la escuela. Miró apenada todo el lugar, hasta detenerse nuevamente en el Hale que continuamente captaba su atención.
—Sabes, si fueras mi profesora estaría más que encantado en venir a clase.— la castaña soltó una carcajada. Jasper estaba sentado en uno de los pupitres delanteros.— Señorita Prince, me encantaría que diera una clase para un alumno como yo.
Isabelle mordió sus labios y negó.— Aunque me encantaría, probablemente deberíamos irnos, hemos estado aquí como por una hora.
Le hubiera gustado recorrer muchos más lugares en la escuela, como la cafetería por ejemplo, pero estaba contenta con la visita a todos los salones en los que había estado diariamente. Era peligroso que estuvieran más tiempo de lo necesario, porque habían sido cuidadosos y no quería que nadie pudiera encontrarlos deambulando por allí. Reconocía que era poco probable que se encontraran con alguien, pero nunca tenía suerte en lo absoluto. El mundo podía terminarse, con el único objetivo de arruinar su vida. Por ello, cuando escuchó un fuerte ruido en el exterior, puso todos sus sentidos alertas. El olor entró a sus fosas nasales, el aroma a tierra mojada y la sensación de que estaría por llover demasiado pronto. Forks era un lugar terriblemente húmedo, pero ese ruido había sonado muy ofensivo como para pasarlo por alto. Escuchó los truenos y un rayo caer a menos de dos kilómetros de distancia. La tormenta se estaba acercando a ellos y no creía que tuvieran mucho tiempo, antes que cayera con toda su ferocidad.
—Definitivamente hay que irnos, eso no se escuchó demasiado bien.— afirmó Jasper, escuchando exactamente lo mismo. Ella asintió, porque pensó en lo peligroso que eran las carreteras en los días como esos. No importaba que fuera un ser inmortal, el miedo a los automóviles y a los accidentes nunca se marchaban de su cabeza. Así era como su propio padre había muerto y le daba terror vivir una nueva situación que se pareciera a esa.
El rubio se levantó de su asiento y la joven se acercó hasta la puerta. Comenzaron a caminar por la escuela, deteniéndose de imprevisto cuando escucharon un nuevo ruido en uno de los pasillos. Isabelle supo que se trataba de dos personas mucho antes de verlas, escuchó sus corazones latiendo a través de la distancia y también sus risas. Ambos se empujaron detrás de un muro, escondiéndose para no ser atrapados. Ella frunció su ceño, preguntándose quién podía estar en la escuela a esas horas. Era tarde, suponía que la mayor parte de Forks se encontraba cenando, o quizás preparándose para irse a la cama. Teniendo en cuenta que faltaban apenas unas horas para el inicio de clases y la jornada laboral, era raro que hubiera personas deambulando. Entonces, la curiosidad logró que se asomara un poco a través del pasillo. Distinguió dos figuras, ellos estaban abrazados e intercambiaban varios besos pasados de tono. La joven arrugó su ceño, dándose cuenta que conocía de quién se trataba.
