Anastasia se sentó a los pies de la escalera, la criada Elvira que había presenciado todo, no lo podía creer, siempre había sido testigo de las humillaciones y los malos tratos de Julieta hacia su hermana, pero jamás, en todos sus años de servicio a la familia Pembroke, pensó que sería testigo de un hecho tan cobarde contra su querida Anastasia. En un acto de amor y cariño tomó a la joven entre sus brazos, la acurrucó cual madre a su bebé, sabía que era necesitada de amor, y ella la amaba como si fuera de su propia sangre, su propia hija.
La acunó, y besó su cabeza, comenzó a cantarle una canción, aquella melodía que siempre entonaba para hacerla dormir cada vez que lloraba de bebé. La había criado, la había cuidado, y verla así, rompió su corazón, en aquel momento se prometió a sí misma nunca dejar sola a su pequeña niña, la amaba tanto, que los más de quince años de servicio sólo fueron soportados debido al gran amor que unía a sus dos corazones.
Anastasia lloraba desconsoladamente en el hombro de Elvira, sentía una punzada en su pecho, su corazón se había roto una vez más, y dolía, dolía demasiado.
—¿Por que simplemente no me ignoran?, ¿Cuál es el motivo por el cuál se empeñan tanto en atormentarme?, ¿Soy tan mala como ellos me hacen ver? — levantó su mirada — Dime Elvira, ¿Soy un ser despreciable?.
Elvira jadeó y se llevó una mano a la boca, escucharla que creyera que era un ser despreciable, le estremeció.
En ocasiones, cuando nuestra alma ya no es capaz de recibir más malos tratos, comenzamos a cuestionar nuestro ser, nuestra esencia. Cedemos a la oscuridad que nos rodea, y creemos erróneamente que el problema es uno mismo, y no ellos.
Elvira soltó a Anastasia y se ganó frente a ella, tomó su rostro entre sus manos, besó su frente, y con voz firme le dijo:
— Jamás, jamás vuelva a decir eso, ni siquiera lo piense. Usted es una joven hermosa, no solo por fuera, sino por dentro; es inteligente, bondadosa, amable, paciente, siempre vela por la seguridad de los demás, ayuda a los más necesitados, en su corazón no habita la envidia, ni la maldad, y eso pequeña mía, es algo con lo que su hermana y su familia solo podrá soñar.
Ahora permítame secar sus lágrimas — Sacó un pañuelo de su bolsillo, y comenzó a limpiar con ternura su rostro —. Levántese y demuestrele a todos, que usted es una guerrera, si mil veces se cae, mil veces se levantará, y yo, siempre pero siempre estaré a su lado hasta el día que deje este mundo.— Oh Elvira — susurró, pesadas lágrimas caían por sus mejillas, sin embargo no se
debía a la tristeza, eran lágrimas de felicidad. Elvira era más que su confidente y apoyo, era como su madre, era la calma en medio de la tormenta, era su calma —. ¿Que haría sin ti?, te amo, y muchísimo.— Yo también la amo mi niña, siempre estaré aquí, para usted, lo prometo — susurró con sus ojos brillando de emoción.
Anastasia cerró sus ojos, y la abrazo, apoyo la cabeza en su pecho, escuchar el latido de Elvira la hacía sonreír, solo ella la impulsaba a seguir luchando, gracias a ella aún no se había rendido.
Se prometió a sí misma que encontraría a su otra mitad, su alma gemela, sin importar el daño, y cuantas veces su familia intentará romper sus anhelos y esperanzas.
Ella encontraría a su verdadero amor, aún cuando sólo tuviera su corazón hecho pedazos, lo hallaría y lo amaría con cada fibra de su ser.Tomó aire lentamente, se acomodó su peinado, y besó la mejilla de Elvira — Lo haré, me levantaré y seré fuerte, se que un día encontraré el amor, y ese día tu te irás conmigo de este lugar, lo prometo.
Elvira con los ojos llenos de lágrimas, sonrió y le dijo — Que así sea pequeña, que así sea.
Ambas se miraron y se sonrieron por última vez antes de bajar por la escalera.
Anastasia caminó en dirección al salón, y Elvira a la cocina.
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Los pedazos de mi corazón. ~| °1 Trilogía "Amores Verdaderos" | √ COMPLETA
RomanceAnastasia fue el fruto de un embarazo no deseado, el fruto de una traición. Ha crecido a la sombra de su hermana, a la que todos consideraban similar a un Ángel; de cabellos rubios, y ojos color del cielo, mientras ella, era todo lo contrario. Maltr...