Capítulo 8

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—Ven, sentémonos al lado de la ventana, tiene una mejor vista —dijo Andrés mientras buscaba con la mirada a Elise.

Gregory levantó una ceja, y sonrió - Sí claro, no será que quieres mirar a la chica de las Rosas.

—No, ¿qué crees que soy? — se sonrojó y refunfuño —. ¡Ya!, no puedo mentirte, la verdad es que me cautivó, es tremendamente hermosa, y tiene algo, más allá de su mirada, no me preguntes que, por qué no sabría decirte, quizás su sonrisa. Por ella renuncio a mi soltería.

— Oh, ¿Andrés, eres tú?, ¿Estás bien o estás delirando? — preguntó tocando su frente — No tienes fiebre, así que definitivamente estás loco, tu sabes que tus padres jamás te dejarán casarte con una dama que no pertenezca a la nobleza.

Ambos jóvenes se sentaron en una mesa que daba a la ventana, frente al puesto de Elise.

— Lo sé, pero no me importa, de todas las doncellas que he conocido, ninguna me ha llamado la atención, aun sin siquiera hablarme, provocó en mi estómago un cosquilleo, si eso no es amor, no se lo que es.

— Atracción, quizás fue solo atracción - declaró encogiéndose de hombros y levantando la mano para solicitar la atención de un camarero, el cual se aproximó al instante.

—Buenas tardes señores, ¿Qué les sirvo? —Dijo el camarero con una libreta y un lapicero en mano.

—Yo deseo un café ristretto, y un pudin de nata por favor — La imágen de su madre se vino a su mente.

—¿Andrés, tú que vas a servirte?... Observó a su amigo que se había levantado levemente de su asiento, y no dejaba de mirar hacia afuera.

—Andrés ¿Qué estás mirando?

— Elise, la chica no está, cómo va a dejar sus rosas ahí, y ¿si le sucedió algo?

—Andrés, calmate, no hagas un papelón, tal vez está por ahí, comprando —Gregory también comenzó a mirar hacia fuera.

—Mira ahí está, viene con un muchacho y una señora...ves, tranquilizate, ahora por favor pide un café, o algo.

— Si está bien — miró al camarero, y se dio cuenta que llevaba todo ese tiempo de pie esperando su pedido, por lo que Andrés sólo pudo disculparse y pedir un café con leche.

Una vez tuvieron sus pedidos en la mesa comenzaron una agradable conversación acerca de política, negocios, viajes, y anécdotas de cuando eran unos chiquillos traviesos.

Anastasia, Elise y Elvira, se encaminaron al puesto de las rosas, la felicidad iluminaba sus rostros, habían pasado 6 meses sin verse, y realmente se extrañaban demasiado

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Anastasia, Elise y Elvira, se encaminaron al puesto de las rosas, la felicidad iluminaba sus rostros, habían pasado 6 meses sin verse, y realmente se extrañaban demasiado.

Anastasia se había puesto su capucha, por lo que parecía un muchachito delgado, pasaba totalmente desapercibida.

—Elise, ¡Que hermosas rosas!, ¿hace cuanto que vendes blancas y azules? — preguntó Elvira tomando una y analizandola detalladamente.

Los pedazos de mi corazón. ~| °1 Trilogía  "Amores Verdaderos" | √ COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora