Capitulo 11

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Tres días transcurrieron desde aquel encuentro en el que todo cambió, similar a un tornado veloz que arrasa con todos los muros invisibles atravesando sus corazones, y remeciendo sus cuerpos.

Anastasia se encontraba inmersa en la soledad de su cuarto, sin ganas de levantarse, de comer, o aún, ver la luz del día.
En su mente sólo había un pensamiento; Gregory, cerraba sus ojos, y ahí estaba él, sonriendo y mirándola como si fuese un precioso y único diamante.

Sin embargo ya estaba exhausta de estar en su habitación leyendo novelas de amor, romances que para ella ya no tenian sentido alguno, cansada de dormir sin poder descansar del todo, y con su estómago que ya rugía exigiendo comida, decidió aventurarse a salir de su confort, no quería llamar la atención, ya que el ajetreo en su casa era tal, que todos corrían de un lado a otro, faltaban exactamente cuatro días para la presentación de Julieta, y se respiraba un aire atosigante, al menos para ella.

Las mejores amigas de Lady Christine habían hecho acto de presencia para ayudar a afinar los últimos detalles, la mayoría de ellas acompañadas por sus hijas, unas damitas presumidas de lenguas muy largas y afiladas.

Anastasia caminó hacia su puerta, tomó la manija, y abrió muy lentamente, asomó su cabeza esperando que el pasillo estuviera vacío, afortunadamente así fue, al cerrar la puerta tras ella, escuchó unas risas muy insufribles para su gusto; una similar a un chancho que huye del matadero, otra que era un poco más normal aunque al reírse pareciera que golpeaba el suelo con su zapato, y finalmente la risa de su hermana, la reconoció al instante, siempre fue de una carcajada muy provocada y poco natural, en resumidas cuentas; una risa fingida.

Estaba a punto de marcharse, cuando oyó que una de las muchachas menciona el apellido Lancaster, se aproximó con el mayor sigilo posible, y acercó su oído a la puerta entreabierta de Julieta.

—Si, al parecer llegó hace unos días a Londres después del fallecimiento de su padre, él es el heredero, el próximo Duque.

— ¿Se imaginan ser la esposa de un Duque?, tendríamos las mejores joyas,  los mejores vestidos y los más finos carruajes.

Anastasia rodó los ojos ~{Que tontas, como si eso fuese lo único que importa}~.

—Mi madre me contó que asistirá al baile de tu presentación Julieta, que emoción, ya me gustaría que me invitara a bailar.

— ¿Perdón? La única que bailara con él, soy yo, que no se les olvide, y no intenten robar su atención, o lo lamentarán.

—Ay Julieta, no seas pesada, es solo un baile, tu sabes que no somos ni la mitad de bella de lo que tu eres, tranquila, apenas vea tus ojos azules y tu cabello color oro caerá rendido a tus pies.

—Si, así será, tu tranquila — Acotó su compañera.

—Lo sé, pero no intenten propasarse, él será mío — Afirmó Julieta con seguridad.

La joven cerró sus ojos, y empuño sus manos con fuerza, su hermana se atrevía a hablar de él como si fuera una valiosa presa a la cual cazar, ~{Desvergonzada, eres una arpía}~

Hastiada de escuchar, camino rumbo a la cocina, Aldara al verla en el marco de la puerta se sorprendió, no era común ver a los señores o sus hijas en la cocina, a menos que fuera para ordenar o que exigir.

— Señorita Anastasia, desea algo, ¿Se siente bien? ¿Pido que le lleven comida a su habitación?.

—No, no —se apresuró a contestar.
— Tranquila, estoy bien, sólo me dio un poco de hambre y quise venir a escoger que comer —respondió con una sonrisa.

—Ah, está bien — dijo la cocinera mientras revolvía con esmero una gran olla — Estoy preparando avena con manzana, le serviré inmediatamente, ¿Quiere acompañarlo con una taza de leche tibia?.

Los pedazos de mi corazón. ~| °1 Trilogía  "Amores Verdaderos" | √ COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora