9. Esperanzas rotas

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Lo más rápido que pude empujé a Edan fuera de la cocina.

—¡Sube rápido las escaleras y entra en la habitación que está fondo del pasillo!

El accedió sin rechistar.

Justo cuando papá y Nathy entraron, él ya había desaparecido por el pasillo.

Saludé a papá y a Nathy lo más normal que pude y mentí diciendo que yo había horneado galletas para que fueran a la cocina a probarlas. Con eso pude escabullirme hasta mi habitación, donde al entrar me encontré con un Edan muy cómo acostado en mi cama revisando mi laptop.

—¿Qué crees que haces?—pregunté alarmada acercándome a quitarle mi laptop de su dominio.

—Buscaba algo con que entretenerme.

—Debes irte.

—Si eso quieres.

Se acercó a la puerta para poder salir, lo detuve antes de que siquiera alcanzara el pomo.

—Ni se te ocurra. Mi padre podría verte.

—¿Y que pasa? —Me desesperaba su precaria capacidad para entender la gravedad del asunto.

—Es probable que no se lo tome muy bien —dije molesta.

—¿Por dónde saldré entonces? ¿Por el inodoro? —Se cruzó de brazos. No abandonó su sarcasmo en ningún momento.

—Por ahí —dije, señalando la ventana.

Me miró estupefacto, como esperando a que le confesara que fue una broma. Por mi parte, me mantuve seria, no era ninguna broma. La única solución era la ventana.

—De ninguna manera —se quejó—. No pienso hacerlo.

¿Estaba idiota?

—¿Piensas quedarte en mi habitación o qué? —pregunté cruzándome de brazos y retándolo con la mirada.

—Si quieres —se acercó peligrosamente —, me haces un espacio entre tus sábanas.

Mi mente quedó en las nubes, solo lo observaba con los ojos bien abiertos. Sentí mis mejillas arder.

¿Por qué hacía eso?

De pronto soltó una risa, Me alarmé, le tapé la boca con mis manos y lo miré mal.

—Lo siento —lo solté —pero tu expresión después de lo que te dije estuvo como para enmarcarla en un cuadro y colgarlo en mi pared para reírme un rato antes de dormir.

—Idiota. Vete. —Me senté en mi cama.

—Bien me voy —caminó hasta la ventana, la abrió y continuó —aunque la oferta de estar entre tu sábanas sigue en pie.

Me guiñó un ojo. Se proponía saltar entonces por la ventana, el sonido de su celular lo detuvo.

Hurgó en el bolsillo de sus vaqueros negros y sacó su IPhone. Vi como el rostro despreocupado y lleno de burla que había tenido hace algunos minutos desapareció en cuanto vio algo en su celular.

—Debes ver esto —dijo acercándose a mi.

Mi corazón latía a toda prisa, la situación no pintaba bien.

Me extendió el teléfono para que lo tome en mis manos. Era un chat de WhatsApp entre Lyon y Edan. Un video de 5 minutos aparecía como último mensaje.

—No te lo dije, Lyon me ayudó un poco. Al parecer aún sigue investigando. —arrugó su frente, lucía sorprendido. —Reprodúcelo.

Con manos temblorosas le di play al video.

Aike ||PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora