15. Feliz cumpleaños, güzel

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Aike

Cariño, es hora de despertar.

Es hoy, despierta.

Abrí los ojos y me levanté de golpe de la cama.

Había soñado con la voz de mi madre. Aquello me hacía sentir feliz porque significaba que aún tenía grabada en mi memoria su dulce voz. De un modo u otro me hacía sentir cerca de ella.

Cerré los ojos evocando el recuerdo del sueño antes de que desvaneciera, pero un malestar en mi estómago que empezó a subir por mi garganta me hizo correr hasta el cuarto de baño y con las últimas alcancé a vomitar dentro del váter.

Sentí que vomité hasta mi alma.

Me lavé los dientes y el esfuerzo de las arcadas le dio paso a un dolor de cabeza.

Miré el reloj que marcaba la una de la mañana.

¿Pero qué diablos hice todo el día?

Intenté recordar, pero nada se me venía a la mente. Lo único que tenía presente era hasta cuando papá y Nathy se fueron, luego todo era nublado.

Reparé en mi vestimenta, llevaba ropa que no recordaba haber vestido.

Abrí la ventana en busca de aire fresco.

El aire fresco golpeó de lleno en mi rostro y con el, los recuerdos.

Empecé a recordar todo: la salida cancelada, lo de Thomas, las pastillas.

Casi me suicido.

Pasé las manos por mi rostro recordando tan vergonzoso hecho, era mejor que nadie lo supiera.

¿Por qué papá no entró a mi habitación al darse cuenta de que no le contesté?

Me pregunté aquello.

Dispuesta a obtener respuestas salí de mi habitación, caminé por el pasillo y abrí despacio la puerta de la habitación de Nathy, me asomé y la observé durmiendo tranquila en su cama rodeada de animalitos de felpa.

Cerré y me dirigí a la habitación de papá, al abrir la soledad de la habitación me recibió, era obvio que no había dormido ahí. La cama estaba tendida, no había ropa ni zapatos por ningún lado del piso como suele haberlos cuando el está.

¿No llegó a casa? Y si no fue así ¿Quién trajo a Nathy?

Bajé las escaleras para ir a la cocina por un vaso de agua y aspirinas para el dolor de cabeza. Al llegar abajo lo vi, mi padre estaba durmiendo en el sofá en una posición en la que parecía estar muy cómodo.

Tenía las manos bajo la cabeza simulando ser almohada, las piernas recogidas hasta el abdomen y la camisa abotonada hasta la mitad.

El olor a whiskey me llegó en cuanto intenté de darle un beso en la sien, por lo que desistí y mejor fui por la aspirina.

Me asomé por la ventana de la cocina y no vi por ningún lado el auto.

Llegó en taxi.

Ahora entendía por qué no se había preocupado por mi si apenas y había podido mantenerse de pie.

Tomé la pastilla y regresé a mi habitación, no sin antes darle la última mirada a mi padre.

¿Por qué habrá tomado tanto?

La respuesta llegó tan rápido a mi mente.

Mi cumpleaños.

Era más de media noche por lo que se traducía en el día de mi cumpleaños.

Aike ||PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora