18. Pequeñas mentiras

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Aike

Esa noche Emilia se hizo cargo de mí, por así decirlo. Me llevó en el auto de sus abuelos hasta la comisaría, dónde pasé largo rato con desesperación por saber en que momento llegaría el abogado y pudiera por fin ver a mi padre, ya que no me permitían pasar a verlo.

Emilia me consolaba a ratos donde me sentía abrumada por tener que soportar tantas cosas.

Todo empezó con la pérdida de mi madre.

Fue un gran apoyo en aquellos momentos de debilidad. Se pasó dos horas sentada a mi lado en los bancos de espera de la comisaría, hasta que se levantó para ir por un café, entonces recibí una llamada.

—¿Hola? —contesté, sin detenerme a ver quien era.

¿Cómo estás?

Su voz fue suficiente para brindarme un poco de calma y a la vez querer llorar un poco más.

—Edan, no se cómo sentirme. —Fui sincera.

Lo he sabido gracias a Dereck. —explicó. —Apenas aterricemos, te buscaré. Vamos a abordar el avión en unos minutos.

De fondo se escuchaba el sonido de aviones despegando y personas murmurando.

—Gracias —musité, reprimiendo las ganas de llorar.

Todo saldrá bien.

Finalizó la llamada. En ese momento la puerta de la comisaría se abría para darle paso a un hombre trajeado con un maletín negro.

Me levanté por instinto. Limpié mis lágrimas.

Estaba decidida a avanzar porque era más que seguro que se trataba del abogado, pero me detuve al ver que el Sheriff se acercaba a él sin ningún ápice de desconfianza, más bien parecía que ya lo conocía.

Me acerqué lo suficiente para escuchar su conversación.

—Philips Jones —dijo, el abogado en cuanto el Sheriff estuvo lo suficientemente cerca para escucharlo.

—Rott —contestó él.

—Ese apodo no lo escuchaba desde que era adolescente.

Dicho eso sonrió y extendió su mano hacia el Sheriff quien la tomó dandole un ligero apretón con una sonrisa —lo cual fue algo extraño ya que nunca había visto sonreír de ese modo—, luego lo soltó.

—¿Dónde está la hija? —preguntó, el abogado cambiando su tono jovial por uno más serio.

El Sheriff se giró hacia a mi y me señaló con la cabeza, por lo que el abogado también se giró.

Se despidió del Sheriff con una sonrisa y diciéndole algo al oído que no pude escuchar, luego, se acercó a mi.

—Buenas noches, Señorita Rogers.

Me ofreció su mano y se la estreché correspondiendo a su saludo. Emilia regresó a mi lado pasándome una de las tazas de café que cargaba.

—¿Usted se encargará del caso? —preguntó, mi amiga.

El asintió con una sonrisa.

¿Qué tenía ese hombre con estar sonriendo tanto?

Nos pidió que lo siguiéramos a una sala acondicionada para poder hablar con más comodidad. Una vez sentados los tres me miró serio.

—Cuéntame, ¿cómo pasaron los hechos?

Inicié mi relato, el cual escuchaba atento como si no quisiera perderse detalles. Le conté desde el momento en que sucedieron las cosas con Thomas hasta cuando se llevaron a mi padre de mi casa.

Aike ||PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora