Capítulo XXIX

303 90 26
                                    

—Esto es una locura— se le escapó a Ken mientras miraba con duda el borde de la hoja donde estaba sentado junto a Allaric.

—No sabía de tu miedo a las alturas, Ken— comentó Diamond riéndose mientras escogía una hoja algo más pequeña en la que se posicionó de pie.

—Ya le oirás gritar como niña, es un idiota, ni que pudiera morir— se quejó Allaric y Ken le dio un buen manotazo en la cabeza que hizo que este le mirara mal.

—Habla el que le tiene fobia a las serpientes— soltó sin más y ya Diamond estaba muriendo de risa, ellos dos juntos eran muy infantiles.

—¡A ti no te mató una, degenerado!— le respondió Allaric y comenzaron a manotearse como si fueran niños, literal eran muy infantiles.

—Tú y yo no nos vemos así, ¿verdad?— cuestionó Joker al ver la escena de esos dos.

—Claro que no, aquí el único infantil eres tú— le respondió Killian que estaba en la misma hoja que él llevándose una mirada reprensiva de su parte.

—Ya dejen de jugar, esto va a ser muy, pero muy divertido— dijo Diamond y pronunció un grupo de palabras haciendo que de la nada un mar de pequeños cristales de diamante apareciesen a su alrededor.

Los pequeños cristales se repartieron por orden de ella como si fuesen pequeñas masas flotantes debajo de cada una de las hojas. A penas y comenzaron a elevarse en el aire y ya Anagashi estaba abrazando a Allaric como si su vida dependiera de ello.

Segundos fueron los que pasaron hasta que estuvieron volando a toda velocidad rodeando el gran tronco y ganando cada vez más altura. Diamond iba de pie, como si aquella hoja fuese una tabla de surf y los diamantes flotantes las olas que le permitían moverse a su antojo sobre ellas. Daba vueltas y piruetas en el aire como si eso fuese un parque de atracciones. Nadie estaba sorprendido de eso, después de todo, ella había tenido alas que le permitieron surcar los cielos a grandes velocidades como lo estaba haciendo ahora. Las alturas no le daban miedo, porque eran parte de su ser.

Allaric se deleitaba con la vista de Diamond así, tan radiante, tan feliz, tan libre. Cada vez que la veía en libertad, como lo que ella era, un alma libre que no soportaba estar encadenada a tierra; su corazón se derretía de amor. Él lo sabía, ella necesitaba de eso, del cielo y del mar; volar y navegar eran su pasión, nunca pudo superar lo de sus alas y aunque se escapó de Eredrish, jamás pudo sacar de dentro de ella el mar.

Y eso lo amaba, lo amaba porque así mismo era él, era de todos lados y de ninguna parte. Libre como el viento para poder recorrer cada uno de los rincones de la tierra. Aunque Allaric ya sabía que pertenecía a alguien, a ella y solo a ella.

Llegaron a traspasar las nubes en unos minutos y para su sorpresa, aquel árbol seguía hasta mucho más arriba, pero decidieron parar en una gruesa rama que había por allí. Uno porque las hojas secas del árbol le estaban preocupando y dos porque a Anagashi le iba a dar un ataque cardíaco si seguían volando, sin contar que poco le faltaba a Allaric para que se le explotaran los tímpanos por sus gritos.

Las hojas reposaron sobre la madera y los pequeños cristales de diamante desaparecieron. Todos bajaron de las hojas y comenzaron a caminar para encontrar alguna respuesta. Ken no soltaba el brazo de Allaric y ni muerto miraría hacia abajo, estar a esa altura le daba vértigo.

—Me vas a arrancar el brazo, Ken— se quejó Allaric rodando los ojos.

—Cállate que cuando tú chillas como nena por una serpiente yo no me quejo.

—¡Yo no chillo como nena!— le respondió avergüenzado y sus ojos fueron a Diamond que iba al frente muriendo de risa por la actitud de ambos.

Love You in Black & Blue (Dark Angel IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora