Capítulo XLV

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Diamond estaba en la punta del barco, hacía dos semanas ya de que habían abandonado el hogar de Killian y habían fijado rumbo al Ryūgū-jō, su último destino. Sentía como en su boca se mezclaba un sabor horriblemente amargo cada vez que pensaba en Clariel, en su hermana ¿Tendría que matarla? ¿Tendría valor para hacerlo?

Debía admitir que no, su corazón se oprimía de solo pensar en hacerle daño. Estaba enfadada, sí, pero era su hermana, una maldita al fin y al cabo, pero seguía siendo su hermana. Aunque sabía que de tener que elegir entre Sussan, Elizabeth o cualquiera de sus seres queridos, ella no iba a ser la escogida; mucho menos si debía de proteger a Allaric.

Suspiró y bajó su vista hacia la brújula en su mano. Cuando la vio dos semanas atrás, no podía creer que todo ese grupo de piezas extrañas se habían convertido en aquel pequeño aparatito indescifrable. Tenía la obvia forma hexagonal que le habían dado las Sílifides y la cubierta de vidrio pero ya dentro se podía ver aquella tinta violeta oscura, tan espesa que parecía compacta en el fondo; encima estaba la aguja hermosamente tallada, digna de las manos de un artista, debía admitir que Heian se había esmerado muchísimo; y en el extremo de la aguja, tenía incrustado aquel fragmento de diamante perteneciente a su corazón.

No funcionaba, aparentemente solo era algo muy bonito de ver, ni siquiera apuntaba el norte o se movía. Killian le había explicado que era porque solo funcionaba durante el eclipse solar.

En ese momento sintió como alguien la abrazaba desde atrás y le dejaba un beso en la mejilla. Ella se acurrucó en sus brazos, ni siquiera tenía que mirar, sabía que era Allaric.

—¿Pensando en mí otra vez?— le preguntó él haciéndola reír.

—Pensando en todo, Ric— respondió y ambos suspiraron mientras miraban el inmenso horizonte que aún se extendía en frente de ellos, era de mañana, solo hacía un par de horas de que el sol había despuntado en el horizonte.

—El elfo ese dijo que en unas horas es el eclipse solar.

—No hables de él así— le reprendió y Allaric bufó.

—Después de haberse quedado callado y permitir que estuviéramos separados no pienso perdonarlo tan fácil— dijo y Diamond se giró hacia él rodeando su cuello mientras este le sujetaba por la cintura.

—Lamento no haberte creído.

—No te disculpes, yo mismo no me creería, además, no me había comportado muy bien— dijo y ella le pellizcó la mejilla.

—Sí, te habías portado muy mal.

—¡Eh, tortolitos!— la voz de Ken les hizo separarse y Allaric frunció los labios. No le decía nada porque sabía que estaba osioso y ansioso por encontrar a Sussan, pero cuando la rescataran ya se las desquitaría.

—¿Sucede algo, Ken?— preguntó ella mientras le veía venir.

—El collar de Sussan está brillando— dijo y se lo mostró a Diamond quien abrió los ojos como platos y de inmediato se giró para ver el mar.

—Están cerca— fue lo único que dijo y miró a Ken—. Sube al nido, desde ahí tendrás mejor visión y dime si les ves.

Él asintió y ella volvió su vista al mar buscando algo desesperadamente.

—Iré a darle aviso a mi padre— escuchó decir a Allaric y solo asintió mientras buscaba.

—¡Diamond, creo que los veo!— escuchó la voz de Ken venir desde lo alto del mástil y le miró. Anagashi pudo verles a lo lejos, un humano no les habría visto pero su visión le permitió hacerlo y percatarse de que no estaban solos—¡Diamond, tienes que ver esto!— le gritó y la mencionada comenzó a trepar el mástil rápidamente.

Love You in Black & Blue (Dark Angel IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora