El nuevo duque de Hastings, Peeta Mellark, es de lo más interesante. A pesar de que su enemistad con su padre siempre fue del dominio público, ni siquiera esta autora ha podido descubrir la razón del distanciamiento.
REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
26 de abril de 1813Katniss estaba de pie en el baile de lady Heavensbee, bastante alejada de la pista y la gente. En cualquier otra situación, habría disfrutado del baile; sin embargo, Finnick le había confesado que Cato le había pedido formalmente su mano. Otra vez.
Obviamente, Finnick lo había rechazado, jotra vez!, pero Katniss tenía el presentimiento de que Cato insistiría.
No tenía ni idea de cómo tratarlo. Así que sencillamente, lo evitaba.
Mientras consideraba la posibilidad de marcharse, escuchó una voz familiar a sus espaldas.
-Katniss, ¿qué haces aquí escondida?
Ella se giró y vio a su hermano mayor.
—Finnick. No sabía que tú también vendrías.
-Mamá. Me a hecho una lista de novias potenciales. —Le lanzó a su hermana una mirada de agobio—. La queremos, ¿verdad?
Katniss soltó una risita.
-Sí, Finnick, la queremos.
—Espero que sea una locura temporal -dijo—. Hasta que tú alcanzaste la edad casadera, era una madre perfectamente razonable.
—¿Yo? ¡Tú tienes siete años más que yo!. Además, no siento compasión por ti. Yo también recibí una lista el año pasado.
—¿De verdad?
-Por supuesto. Los solteros son un reto, pero las solteras son patéticas.
Finnick soltó una carcajada y preguntó:
-¿La has traído?
-¿La lista? Cielos, no.
-Yo he traído la mía.
-¡No me lo creo!
-De verdad. Sólo para torturar a mamá.
—Déjame verla.
Finnick metió la mano en el bolsillo del chaleco, y le dio el papel.
-Dime qué te parece. Estoy seguro que no ahorrarás detalles.
Katniss leyó los nombres escritos. La vizcondesa Everdeen había escrito los nombres de ocho mujeres solteras y de buena familia.
-Oh, Dios
-¿Es tan horrorosa como creo?
-Peor. Glimmer Undersee habla menos que una calabaza.
Finnick hizo una mueca.
—Y la tuya, ¿cómo era?
-Anticuada. Tres de los cinco se casaron el año pasado. Mamá todavía me riñe por dejar que se me escaparan.
Los dos hermanos resoplaron mientras se apoyaban en la pared.
Effie Everdeen estaba decidida a casar a sus hijos. Finnick, el mayor, y Katniss, la mayor de las chicas, tenían que soportar toda la presión.
—Por Dios, parecen dos almas en pena. ¿Qué hacen en este rincón?
-¡Marvel! No me digas que mamá también te obligó a venir.
Marvel asintió, con una sonrisa en la cara.
-Esta semana, ya me he recordado tres veces que tendré que ser yo el padre del futuro vizconde si Finnick no se pone a ello. ¿Están evitando a mamá?
-En realidad -dijo Finnick-, vi a Kat, tratando de pasar desapercibida, y...
—¿Tratando de pasar desapercibida?
–Vine aquí para esconderme de Cato Ludwig. Aunque, claro, ahora que los dos me han encontrado, no me va a resultar fácil evitarlo.
Katniss miró a sus hermanos, los dos de más de metro ochenta, de espaldas anchas y ojos grises. Tenían el pelo y grueso, igual que ella, y en los bailes no podían ir a ningún sitio sin que los siguiera un grupo de jóvenes.
Y donde había un grupo de chicas, allí estaba Cato Ludwig.
Katniss ya veía cabezas que se giraban hacia ellos. Las ambiciosas madres cogían a sus hijas por el brazo y señalaban a los hermanos Everdeen.
-¿Qué es ese papel que tienes en la mano, Katniss? —preguntó Marvel.
-La lista de posibles esposas de Finnick
Ante la carcajada de Marvel, Finnick se cruzó de brazos y dijo:
—El año que viene recibirás tu propia lista.
-Estoy seguro -dijo Marvel—. No me extraña que Gale... —Abrió los ojos, sorprendido—. ¡Gale!
Otro hermano Everdeen se unió al grupo.
—¡Gale! —exclamó Katniss, abrazándolo fuerte. ¡Qué alegría volver a verte!
—¿Dónde estaba tanto entusiasmo cuando llegamos nosotros?-le dijo Finnick a Marvel.
-A ustedes los veo cada día. Gale ha estado fuera un año. No te esperábamos hasta la próxima semana.
—París ya no es divertido.
-Ya. Te has quedado sin dinero.
Gale se rió y levantó las manos.
-Culpable de todo los cargos.
Finnick abrazó a su hermano y dijo:
-Estoy muy contento de volver a tenerte en casa. A pesar de que el dinero que te envié debería haberte durado, al menos, hasta...
-Basta -dijo Gale, todavía riendo
Te prometo que mañana podrás decirme lo que quieras. Esta noche quiero disfrutar de la compañía de mi querida familia
Marvel soltó una risa.
-Para llamarnos «querida familia» debes estar completamente arruinado -dijo pero, al mismo tiempo, se avanzó para abrazarlo—. Bienvenido a casa.
-Es un placer estar de vuelta.
Gale era el más cercano a Katniss en edad. De pequeños, eran inseparables, y siempre estaban metidos en algún lío. Gale era travieso por naturaleza y Katniss necesitaba muy poco para seguirle el juego.
-¿Sabe mamá que has regresado?
Gale negó con la cabeza.
—He llegado y me he encontrado con una casa vacía... Y no me apetecía quedarme allí sin hacer nada, así que vine.
-Me alegra que lo hicieras.
—Por cierto, ¿dónde está mamá? – preguntó Gale, estirando el cuello para mirar hacia el salón.
-En la esquina, con lady Jersey -dijo Katniss.
—Esperaré a que esté un poco más cansada. No quiero que ese dragón me despelleje vivo.
-Hablando de dragones —dijo Marvel.
No movió la cabeza, pero señaló hacia el lado con los ojos.
Katniss miró y vio que lady Heavensbee se dirigía hacia ellos. Llevaba bastón, pero Katniss tragó saliva, muy nerviosa, y se puso rígida. El sarcástico ingenio de lady Heavensbee era ya conocido por todos.
—No hay salida -murmuró uno de los hermanos.
Lady Heavensbee levantó las cejas y cuando estaba a un metro de ellos, se paró y dijo:
—¡No disimuléis! ¡Ya me habéis visto!
A continuación, dio un golpe tan fuerte con el bastón en el suelo que Katniss dio un saltito.
—Espero no haberle dado esa impresión, lady Heavensbee, — se disculpo Katniss—porque...
-Tú no-dijo lady Heavensbee. Levantó el bastón y lo sostuvo en posición horizontal, con la punta peligrosamente cerca del estómago de Gale- Ellos.
Como respuesta, obtuvo una serie de efusivos saludos.
Lady Heavensbee volvió a dirigirse a Katniss.
-El señor Ludwig te estaba buscando.
A Katniss se le erizaron todos los pelos.
-¿Ah, sí?
Lady Heavensbee asintió.
-Señorita Everdeen, yo que usted cortaría esto de raíz.
-¿Le ha dicho dónde estaba?
Lady Heavensbee le mostró una sonrisa cómplice.
-Siempre supe que me gustarías. Y no, no se lo he dicho.
-Gracias.
-Si te ataras a ese bobalicón, todos perderíamos a una persona muy sensata. Y en cuanto a ustedes —dijo lady Heavensbee, agitando el bastón frente a los hermanos de Katniss—, me reservo la opinión. — dijo. Y se fue.
Katniss sonrió.
-Me aprecia.
-Le resultas agradable —refunfuñó
Marvel.
-Ha sido muy amable al ponerte sobre aviso con lo de Ludwig reconoció Finnick.
-Creo que eso quiere decir que tengo que irme. Si pregunta por mí...
-Yo me encargo —dijo Finnick-. No te preocupes.
-Gracias.- después, con una sonrisa, se alejó de sus hermanos.
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