Los hombres son como las ovejas. Donde va uno, los demás lo siguen.
REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
30 de abril de 1813Katniss pensó que, después de todo, Finnick se lo había tomado bastante bien. Desde que Peeta terminó de explicarle su plan, Finnick sólo había levantado la voz siete veces. Eran unas siete menos de las que Katniss había esperado.
-Y eso es todo-dijo Peeta.
Silencio. Silencio sepulcral Durante unos diez segundos, nadie pronunció una palabra.
-¡¿Estáis locos?!
-Ya me esperaba que reaccionaría así -dijo Katniss.
-¿Es que habéis perdido el juicio? -La voz de Finnick se convirtió en un rugido-. No sé quién de los dos es más idiota.
-Quieres bajar la voz –dijo Katniss, casi susurrando-.Mamá va a oírte.
-Mamá va a morirse de un ataque al corazón si se entera de esto -dijo Finnick, sacando fuego por la boca.
-Pero no va a enterarse ¿verdad? -dijo Katniss.
-No, claro que no -respondió Finnick.-Porque esta farsa termina aquí y ahora.
Katniss se cruzó de brazos.
-No puedes hacer nada para detenerme.
Finnick miró a Peeta.
-Puedo matarlo.
-No seas ridículo.
-Hay quien se ha batido en duelo por mucho menos.
-¡Es tu mejor amigo! –exclamó Katniss.
-No -dijo Finnick-.Ya no.
Katniss se giró hacia Peeta.
-¿Es que no vas a decir nada?
Peeta dibujó una media sonrisa.
-¿Cuándo? Si no me habéis dejado.
Finnick le dijo :
-Quiero que salgas de esta casa.
-También es mi casa -dijo Katniss-.Y quiero que se quede. Finnick miró a su hermana y la exasperación se hizo evidente en cada centímetro de su cuerpo.
-Está bien -dijo-. Os doy dos minutos para defenderse.
Katniss miró a Peeta, preguntándose si querría utilizar los dos minutos él. Sin embargo, Peeta sólo se encogió de hombros y dijo:
-Adelante. Es tu hermano.
Katniss respiró hondo:
-En primer lugar, debo decir que tengo mucho más a ganar en esta alianza que Peeta. Él dice que quiere utilizarme para mantener a las demás chicas...
-Y a sus madres –interrumpió Peeta.
-Y a sus madres, alejadas. Pero, sinceramente, creo que se equivoca. Las demás chicas no van a dejar de perseguirlo sólo porque crean que ha entablado una relación con otra chica. Pero yo, hoy he recibido seis visitas. ¡Seis!¿Recuerdas la última vez que pasó esto?
Finnick la miró sin decir nada.
-Yo no. Porque no ha pasado nunca. Seis hombres me han traído flores, se han sentado a hablar conmigo y uno hasta me ha leído una poesía. ¿Y sabes por qué? ¿Lo sabes?
Finnick seguía sin decir nada.
-Todo es porque él-señaló a Peeta- fue lo suficientemente amable como para fingir estar interesado en mí anoche en el baile de lady Heavensbee.
Peeta, que hasta entonces había estado apoyado tranquilamente en un extremo de la mesa, se levantó.
-Bueno. Yo tampoco lo pondría así.
Katniss se giró hacia él y lo miró fijamente.
-¿Y cómo lo pondrías?
-Yo ...
-Porque te aseguro que a ninguno de esos hombres se le había pasado por la cabeza hacerme una visita.
Finnick suspiró.
-¿De verdad tuviste seis visitas?
Katniss asintió.
-Siete, contando a Hastings.
-Y -dijo Finnick, con mucho tacto-, ¿había alguno con el que te interesaría casarte?
Peeta se dio cuenta de que se estaba clavando las uñas en la pierna y se obligó a apoyar las manos en la mesa.
Katniss volvió a asentir.
-Había mantenido una relación previa de amistad con todos. Lo que pasa es que nunca me habían mirado con un interés romántico hasta que apareció Hastings. A lo mejor podría iniciar una relación con alguno de ellos.
-Pero...-dijo Peeta y, enseguida se calló.
-Pero ¿qué? -preguntó Katniss, mirándolo con curiosidad.
Se dio cuenta de que quería decir que si esos hombres sólo habían visto los encantos de Katniss porque un duque se había fijado en ella, es que eran imbéciles y que, por lo tanto, no debería ni siquiera plantearse el matrimonio con ninguno de ellos.
Sin embargo, bueno, francamente, no era el comentario más adecuado.
-Nada. No me hagas caso.
Katniss lo miró unos instantes, como si esperara que cambiara de opinión, y luego se giró hacia su hermano.
-Entonces, ¿admites que es un plan inteligente?
-Bueno, "inteligente " es un poco exagerado pero, veo los beneficios que puede traerte.
-Finnick, tengo que encontrar un marido. Aparte del hecho de que mamá me lo esté repitiendo a cada momento, yo también quiero uno. Quiero casarme y tener mi propia familia. Lo deseo más de lo que puedas imaginarte.
Peeta no sabía cómo Finnick podía resistirse a esos ojos grises suplicantes. Y, lógicamente, Finnick se derrumbó allí mismo y dijo:
-Está bien -dijo, cerrando los ojos como si no pudiera creerse lo que estaba diciendo-.Lo acepto.
Katniss dio un salto y se abalanzó sobre su hermano.
-Oh, Finnick, sabía que eras el mejor hermano del mundo. -Le dio un beso en la mejilla- .Sólo es que a veces te equivocas.
Finnick miró al techo antes de dirigirse a Peeta.
-¿Ves lo que tengo que aguantar? -dijo, ladeando la cabeza.
Peeta se preguntó en qué punto había dejado de ser el seductor a eliminar para volver a ser el buen amigo.
-Pero -dijo Finnick, en voz alta-voy a poner algunas condiciones. En primer lugar, esto no va a salir de esta habitación.
-De acuerdo -dijo Katniss, rápidamente.
Finnick miró a Peeta.
-Por supuesto -dijo él.
-En segundo lugar, no estaréis solos nunca, jamás, en ningún caso.
-Bueno, eso será fácil –dijo Katniss-. Si nuestra relación fuera verdadera, tampoco podríamos hacerlo.
Peeta se acordó del encuentro que tuvieron en el pasillo de lady Heavensbee y pensó que era una lástima que no pudiera disfrutar de más tiempo a solas con Katniss.
-En tercer lugar...
-¿Aún hay más condiciones? - preguntó Katniss.
-Si se me ocurren, habrá treinta -dijo Finnick.
-De acuerdo -dijo Katniss, ofendida-. Como quieras.
-La tercera condición es ésta: si alguna vez, sólo una vez, te descubro en una posición que pueda comprometer a mi hermana... si alguna vez te veo besándole la mano sin la presencia de un acompañante, te juro que te corto la cabeza.
-¿No crees que es un poco excesivo?-Pregunto Katniss
Finnick la miró, muy serio.
-No.
-Vale.
-¿Hastings?
A Peeta no le quedó otra opción que asentir.
-Bien -dijo Finnick-.Y ahora que hemos terminado con esto - le dijo un gesto bastante brusco con la cabeza a Peeta-, puedes irte.
-¡Finnick! -exclamó Katniss.
-Supongo que eso significa que anulas la invitación a cenar de hoy, ¿no? -dijo Peeta.
-Sí.
-¡No! -Katniss golpeó a su hermano en el brazo-. ¿Habías invita do a Hastings a cenar? ¿Por qué no nos lo habías dicho?
-Fue hace muchos días. Hace años.
-Fue el lunes -le corrigió Peeta.
-Bueno, entonces tienes que quedarte. Mamá estará encantada. Y tú -pellizcó a Finnick en el brazo-, deja de pensar la manera de envenenarle la comida.
Antes de que Finnick pudiera responder, Peeta agitó la mano en el aire y dijo:"
-No te preocupes por mí, Kat. Olvidas que fuimos junto s a la escuela. Nunca entendió demasiado bien los principios químicos.
-Voy a matarlo. Antes de que acabe la semana, voy a matarlo.
-No lo harás -dijo Katniss, sonriendo-. Mañana os habréis olvidado de esto y estaréis fumando juntos en White's.
-No lo creo -dijo Finnick, en tono inquietante.
-Claro que sí. ¿No estás de acuerdo, Peeta?
Peeta observó la cara de su mejor amigo y se dio cuenta de que había algo nuevo. Algo en sus ojos. Algo serio.
Hacía seis años, cuando Peeta se fue de Inglaterra, él y Finnick eran unos críos. Jugaban a las cartas, iban con mujeres y se paseaban dándoselas de grandes hombres por las fiestas, pero ahora eran distintos. Ahora eran hombres de verdad.
Peeta había experimentado su propio cambio durante sus viajes.
Pero ahora se daba cuenta de que había vuelto recordando al Finnick de veintidós años que había dejado aquí. No había reflexiona do qué su amigo también había crecido. Tenía hermanos a los que guiar, hermanas a las que proteger. Peeta tenía un ducado, pero Finnick tenía una familia. Había una gran diferencia y Peeta descubrió que no podía culpar a su amigo por comportarse de manera tan sobreprotectora.
-Creo –dijo lentamente, respondiendo a la pregunta de Katniss-que tu hermano y yo ya no somos los mismos de hace seis años. Y a lo mejor, eso no es tan malo.