¿Fueron al baile de Lady Heavensbee? Si no es así es una lástima. Porque se perdieron el acontecimiento de la temporada. A todos los asistentes les quedó claro, y sobre todo a esta autora, que la señorita Katniss Everdeen ha llamado la atención del recién llegado de Europa duque de Hastings.
Suponemos el alivio de Lady Everdeen. ¡Sería horroroso si Katniss se quedara soltera una temporada más!REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN.
30 de abril de 1813Katniss no tuvo otra opción. Su madre la miraba como diciendo "Si dices que no, te arrepentirás". Además, estaba claro que el duque no había explicado toda la verdad sobre su encuentro, así que negarse a bailar con él levantaría muchas sospechas.
Y, por último, la idea de bailar con el duque le resultaba un poco atractiva. Además, el muy arrogante no le dio ni tiempo para responder. Antes de que pudiera decir "Encantada" o "Si", ya se le había llevado al centro de la pista.
—Gracias a Dios que no dijo que no —dijo el duque, agradecido.
—Si no lo recuerda, no me dio la oportunidad de negarme.
Peeta levantó una ceja.
—¿Quiere decir que tengo que volver a pedírselo?
—No, claro que no —respondió Katniss, con los ojos en blanco —. Sería una tontería. Además, causaríamos una escena, y no creo que ninguno de los dos quiera eso.
Peeta la tomó en sus brazos y empezó a girar junto con las demás parejas.
—¿Qué les ha explicado a mis hermanos de nuestro encuentro?
Peeta sonrió.
—¿De qué se ríe? —preguntó ella.
—No creí que fuera tan paciente, y ha tardado casi cuatro minutos en preguntarme sobre la conversación con sus hermanos.
Katniss se sonrojó. La verdad era que el duque era tan buen bailarín que ella apenas había pensado en eso.
—Pero, ya que lo pregunta, les he dicho que nos hemos encontrado en la entrada y que, la he reconocido como una Everdeen y me he presentado.
—¿Y le han creído?
—Si...Eso creo.
—No es que tengamos que escondernos de nada —se apresuró a añadir Katniss.
—Claro que no.
—El único villano de esta historia es Cato, si duda.
—Por supuesto.
Katniss se mordió el labio inferior.
—¿Cree que todavía estará en el pasillo?
—Le aseguro que no tengo ninguna intención de ir a verificarlo.
—Hacía mucho que no asistía a un baile en Londres. Cato y yo hemos debido ser un recibimiento lastimoso.
—Usted ha sido el mejor recibimiento. Él no.
Katniss sonrió por el cumplido.
—Dejando aparte nuestra pequeña aventura, ¿ha disfrutado de la velada?
—En realidad no.
—¿De verdad? Eso sí que es interesante.
—¿Mi agonía le resulta interesante? Recuérdeme que, en caso de enfermedad, nunca recurra a usted.
—Oh, por favor —dijo Katniss, burlándose.—No ha podido estar tan mal.
—Sí que ha podido.
—Seguro que no ha sido peor que la mía.
—Debo admitir que parecía bastante aburrida cuando estaba con Gloss. Pero sigo creyendo que mi velada ha sido peor.
Katniss se rió, un precioso sonido que llenó de calidez el cuerpo de Peeta.
—Menuda pareja —dijo—.Estoy segura de que podemos encontrar otros temas de conversación más amenos que lo mal que nos lo hemos pasado.
Peeta no dijo nada. Katniss no dijo nada.
—No se me ocurre nada —dijo él
Katniss volvió a reír, esta vez con más entusiasmo, y Peeta volvió a maravillarse por aquella preciosa sonrisa.
—Me rindo —dijo ella—¿Qué ha hecho que su velada sea tan desastrosa?
—¿Qué o quién?
—¿Quién? Esto se pone cada vez más interesante.
—Se me ocurren muchos adjetivos para describir a los "quienes" que he conocido esta noche, pero interesante no es uno de ellos.
—No sea maleducado. También le he visto hablando con mis hermanos.
Él asintió galantemente, acercándola más a él por la cintura mientras giraban por el salón.
—Le pido disculpas. Los Everdeen, por supuesto, quedan excluidos de mis insultos.
—Eso nos tranquiliza a todos, se lo aseguro.
—Vivo para hacer feliz a la familia Everdeen.
—Que encantador— respondió ella con una sonrisa-.Pero hablando en serio, ¿qué es lo que le molesta tanto?
—Si insiste, le diré que me han presentado a todas las jóvenes casaderas de la fiesta. Y también me han presentado a sus madres.
En ese momento, Katniss soltó una carcajada.
—¡Qué apropiado! Riéndose de su pareja de baile.
—Lo siento —dijo ella, con los labios apretados para evitar más risas.
—No es verdad.
—Tiene razón. No lo siento. Pero únicamente porque yo llevo dos años soportando la misma tortura.
—¿Por qué no se casa y se evita todo esto?
Katniss lo miró fijamente.
—¿Es una proposición?
Peeta se puso pálido y sintió que la sangre no le llegaba a la cabeza.
—Por el amor de Dios. Ya puede respirar, Hastings. Sólo bromeaba —dijo Katniss
Peeta quería hacer un comentario sarcástico pero lo cierto es que la pregunta de Katniss lo había dejado helado.
—Respondiendo a su pregunta —continuó ella —.Una chica debe considerar todas las opciones. Tenemos a Cato, pero creo que estará de acuerdo conmigo en que no es el mejor candidato. A principios de año, estuvo lord Chalmers.
—¿Chalmers? —preguntó Peeta, frunciendo el ceño—. ¿No está...?
—¿Cerca de los setenta? Sí. Y, como algún día me gustaría tener hijos, me pareció que...
—Un hombre de esa edad todavía puede engendrar hijos —le dijo Peeta.
—La idea de engendrarlos con él no me atrae demasiado.
Peeta se imaginó a Katniss en la cama con el viejo Chalmers y, muy a su pesar, sintió una punzada en el corazón. Era una imagen bastante desagradable que lo enfureció un poco.
—Y antes de lord Chalmers, hubo dos más, aunque igual de repulsivos.
Peeta la miró, pensativo.
—¿Quiere casarse?
—Claro. ¿No es eso lo que todos queremos?
—Yo no.
Katniss se rió con condescendencia.
—Sólo cree que no quiere. Todos los hombres lo hacen. Pero algún día se casará.
—No—. dijo Peeta, muy seco—.Nunca me casaré.
Katniss lo miró boquiabierta. Había algo en el tono del duque que decía que hablaba en serio.
-¿Y qué pasará con el título?
Peeta se encogió de hombros.
-¿Qué le pasa al título?
—Si no se casa y engendra un heredero, desaparecerá.
Peeta se quedó callado unos momentos y, al rato, dijo:
—¿Vale la pena?
Katniss lo miró desconcertada por el repentino cambio de tema.
¿El qué?
—Esto. Este interminable desfile de fiestas. Con su madre pisándole los talones siempre.
Katniss abrió la boca, sorprendida.
—Sí, supongo que vale la pena. Tiene que valerla. Quiero un marido. Una familia. Si lo piensa, no es tan descabellado. Soy la cuarta de ocho hermanos. Sólo conozco el concepto de familia numerosa. No sé si sabría vivir de otra forma.
Peeta la miró a los ojos, fija e intensamente. Escuchó una voz de alarma en su cabeza. Deseaba a esa chica. La deseaba tan desesperadamente que estaba empezando a excitarse, pero sabía que nunca podría ni siquiera tocarla. Porque hacerlo significaría destrozar todos sus sueños y él no podía vivir con ese peso sobre sus espaladas Nunca se casaría, nunca tendría hijos y eso era precisamente lo que Katniss esperaba de la vida.
—¡Duquel-preguntó Katniss.— ¿A dónde se fue?
Peeta inclinó la cabeza.
—Pensaba en lo que ha dicho.
—¿Y le parece bien?
-En realidad, no recuerdo la última vez que hablé con alguien que tuviera tanto sentido común. Está muy bien saber que se quiere en la vida.
—¿Y usted lo sabe?
¿Cómo responder a esa pregunta? Peeta sabía que había ciertas cosas que no podía decir. Pero es que era tan fácil hablar con esta chica. Estaba cómodo con ella.
—Cuando era más joven, hice una serie de promesas. Y ahora intento vivir mi vida acorde a ellas.—dijo Peeta.
Ella lo miró con curiosidad, pero la buena educación le prohibió hacer más preguntas.
—Dios mío —dijo ella, con una sonrisa un tanto forzada.—nos hemos puesto muy serios.
Y yo que creía que estábamos hablando de quién lo había pasado peor esta noche.
—¿No le gustaría tomarse un respiro? —preguntó Peeta, inesperadamente.
—¿Un respiro? ¿De las fiestas?
—No exactamente. Creo que tendrá que seguir acudiendo a las fiestas y bailes. Lo que tengo en mente implicaría tomarse un respiro de la persecución de su madre.
—¿Vas a eliminar a mi madre de la vida social? ¿No le parece una decisión un poco extrema?
—No estoy hablando de eliminar a su madre de la vida social, sino a usted.
—!¿Cómo dice?¡
—Cuando volví, mi intención era evitar todo este circo. Pero estoy descubriendo que me va a resultar imposible. Me he encontrado con que la mitad de mis amigos se han casado y, ahora, sus esposas parecen obsesionadas con ofrecer una gran fiesta...
-Y le han invitado.
Peeta asintió, sonriente. Katniss se le acercó, como si le fuera a confesar un secreto.
—Es un duque -dijo.- Puede decir que no.
—Esos hombres, sus maridos...son mis amigos
—Y usted no quiere herir los sentimientos de sus esposas.
Peeta hizo una mueca, incómodo.
—Vaya, vaya —dijo Katniss con picardía— si al final resultará que es un buen hombre.
—No soy bueno —dijo él, muy seco.
—Puede, pero tampoco eres cruel.
Los músicos dejaron de tocar y Peeta le ofreció el brazo para guiarla fuera de la pista. Estaban en el lado opuesto a los Everdeen, así que tenían tiempo para continuar su conversación mientras caminaban.
—Lo que intentaba decirle —continuo Peeta -es que, al parecer, tendré que asistir a muchas fiestas. Y supongo que usted también deberá acudir a todas.
Katniss asintió.
—A lo mejor hay una manera de que me pueda librar de jóvenes casaderas y al mismo tiempo, usted pueda ahorrarse los usted pueda ahorrarse los intentos de emparejarla de su madre.
Katniss lo miró a los ojos.
—Continúe.
Peeta la miró con intensidad.
—Nos comprometeremos.—Katniss se quedó callada. Sencillamente, lo miraba intentando decidir si era el hombre más maleducado que había conocido o si estaba loco.
—No será un compromiso de verdad —añadió Peeta, impaciente—. Dios mío, ¿qué clase de hombre cree que soy?
—Bueno, ya me habían advertido sobre su reputación. Y esta misma noche trató de intimidarme con sus encantos, en el pasillo.
—No es verdad...
—Claro que lo es. Pero le perdono. Estoy segura de que no pudo evitarlo.
—¿Sabe una cosa? Al principio, creí que seguía soltera porque sus hermanos habían ahuyentado a todos sus pretendientes, pero ahora empiezo a preguntarme si no lo habrá hecho usted solita.
Para su sorpresa, Katniss sólo rió.
—No —dijo—. No me he casado porque todos los hombres me ven como una amiga. Ninguno me ve como a una mujer de la que podrían enamorarse.
—Escuche con atención, porque ya casi hemos llegado donde está su familia y Finnick nos está mirando como si fuera a asaltamos en cualquier momento. Los dos miraron a la derecha.
Finnick seguía atrapado por las hermanas Undersee. No parecía muy contento.
—Mi plan es el siguiente. Tendremos que hacer ver que entre nosotros ha saltado la chispa. Y me libraré de las debutantes porque ya no seré un hombre disponible.
—Eso no es así. No lo verán como tal hasta que esté delante del obispo pronunciando sus votos.
—Tonterías. Estoy seguro de que podré convencer a toda la sociedad de que no estoy disponible para el matrimonio.
—Excepto conmigo —añadió Katniss.
—Excepto con usted, pero nosotros sabremos que no es verdad.
—Honestamente, no creo que funcione, pero si está tan convencido ...
-Lo estoy.
—¿Y yo qué consigo?
—su madre cree que estoy interesada en usted, dejará de pasearla de hombre en hombre. Además, los hombres están más interesados en una mujer cuando otro hombre se interesa por ella.
—¿Y eso qué quiere decir?
—Quiere decir que si todos creen que voy a convertirla en mi duquesa, estos hombre empezarán a mirarla con otros ojos.
—¿Y cuando suspenda el compromiso y me abandone tendré una legión de pretendientes a mis pies?
—Oh, por favor, le concederé el placer de decir que ha sido usted la que se ha echado atrás.
Peeta vio que Katniss ni se molestó en darle las gracias.
—Sigo pensando que yo gano mucha más que usted en todo esto —dijo ella.
—Entonces, ¿lo hará?.
—Si —dijo, con firmeza—.Lo haré.*****
—¿Por qué crees que tardan tanto?
Effie Everdeen era incapaz de apartar la mirada de su hija que, al parecer, había llamado la atención del duque de Hastings.
—No lo sé —respondió Finnick—. Pero parece que lleven horas caminando.
—¿Crees que al duque le gusta Katniss? —preguntó Effie, emocionada—. ¿Que nuestra Katniss tiene alguna posibilidad de convertirse en duquesa?
A Finnick se le llenaron los ojos de impaciencia e incredulidad.
—Madre, tú misma le dijiste a Katniss que ni siquiera debían verla en público con el duque ¿y ahora piensas en casarlos?
—Mis palabras fueron prematuras. Está claro que es un hombre refinado y con buen gusto.
—Madre, no tienes remedio.
—Lo que no tengo es vergüenza.— Luego vio que Katniss y el duque se acercaban—. ¡Ya están aquí! Finnick, compórtate. ¡Katniss! ¡Duque! Por lo que veo, habéis disfrutado del baile.
—Mucho -dijo Peeta—. Su hija es grácil y encanta dora en partes iguales. Espero que tengamos el placer de volver a bailar juntos muy pronto.
A Effie se le iluminó la mirada.
—Estoy convencida que a Katniss le encantaría. ¿No es verdad, Kat?
—Por supuesto —respondió ella, con recato.
—Espero que nos dé su permiso lady Everdeen, para dar un paseo por el salón de baile. Donde usted pueda vernos, por supuesto.
—Acaban de dar un paseo por el salón —dijo Finnick.
Effie empezó agitar a toda velocidad el abanico de seda que tenía en la mano, callando a Finnick.
—Sería un honor. Bueno, para Katniss sería un honor. ¿No es así, querida?
—Por supuesto.
Entonces, bastante malhumorado, Finnick dijo:
—Iré a tomarme un vaso de coñac porque creo que me estoy poniendo enfermo.
—¡Finnick! —exclamó Effie. Se giró hacia Peeta—.No se lo tenga en cuenta.
—Nunca lo hago -dijo Peeta afablemente.
—Katniss —dijo Finnick—. Sería un placer ser tu acompañante.
—Finnick —dijo Effie.— Sino van a salir del salón, no creo que tu hermana necesite ningún acompañante.
—No, insisto.
—Podéis marcharos —les dijo Effie a Katniss y a Peeta—. Finnick irá dentro de un momento.
Finnick hizo ademán de irse detrás de ellos, pero Effie lo sujetó por la muñeca."
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —le dijo, en voz baja.
—¡Proteger a mi hermana!
—¿Del duque? No puede ser malo. En realidad, me recuerda a ti.
Finnick hizo una mueca.
—Entonces, puedes estar convencida de que necesita mi protección.
Effie le dio un golpe en el brazo.
—No sea tan sobreprotector con ella. Te pido por favor que deje s que tu hermana disfrute de su momento de gloria.
Finnick miró a Peeta.
—Mañana mismo lo mataré.
—Dios mío. No sabía que fueras tan obsesivo. Se supone que, como madre tuya que soy, debería saberlo, sobre todo porque eres el mayor y, por lo tanto...
—¿Ese no es Gale? —la interrumpió Finnick.
Effie parpadeó y luego entrecerró los ojos.
—Si que lo es. ¿No es magnífico que haya regresado antes de tiempo? Cuando lo vi, hace una hora, no me lo podía creer. De hecho, pensaba...
—Será mejor que vaya con él —dijo Finnick—. Parece aburrido. Adiós, madre.Effie observó como Finnick se alejaba, posiblemente huyendo de su charla aleccionadora.
—Tonto —dijo, en voz baja.
Sus hijos seguían cayendo en sus trampas. Cuando empezaba a hablar de nada en particular, desparecían en un santiamén.
Suspiró, satisfecha, y volvió a mirar a su hija, que estaba al otro lado del salón, con la mano apoyada cómodamente en el antebrazo del duque. Sí, su hija sería una magnífica duquesa.
Entonces, la sonrisa se convirtió en una mueca cuando vio que Katniss volvía del brazo de otro hombre. Los ojos de Effie escrutaron el salón hasta que encontró al duque.
Maldición, ¿qué diablos hacía Mellark bailando con Magde Undersee?
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