Dicen que después de soltar algo y sentirse desierto por dentro, vienen momentos y personas que cambian radicalmente la forma en la que miras la vida. Dicen que esos momentos y personas pueden ser capaces de despejar cada tormento, cada mal día y ca...
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Nicolle Jennings. • Sheffield, Reino Unido. 14/4/2013
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Amo ver el borde de las cosas.
Esas cosas que se aprecian todos los días pero, simplemente, no te cansas en lo absoluto. Desde pequeña, mi madre me ha inculcado ese hermoso valor de aprender a apreciar la majestuosidad de las simples y pequeñas cosas de la vida.
A veces queremos encerrarnos en nuestros pequeños mundos, sin pensar que somos la fuente de felicidad de alguien. Somos constantes. Existimos por una razón y con un propósito que en algún momento de nuestras vidas debemos cumplir. Pero, al mismo tiempo, somos tan, relativamente, pequeños comparándonos con el universo, la vía láctea.
Los procesos son largos y hay que esperar milenios hasta llegar al resultado final.
—Bonita... —Luca llegó hacia mí, con sueño. Con uno de sus brazos, rodeó mi cintura para luego besarme la parte alta de la espalda.
Una de las cosas que jamás entenderé es la forma de amar de Luca Brown. Y claro, también el confuso proceso de la manera en la que él amaba.
Luca Brown, mi novio, se caracteriza por ser apuesto, inteligente, frío, y nunca dudes que Luca sería el típico chico que verías por la calle con unas gafas negras y una chaqueta de cuero negro. Él... ¿me amaba? Yo creo que sí. A pesar de todos mis defectos, altas y bajas en la vida, problemas de salud, él ha aprendido a como amar y valorar la majestuosidad de mi pequeño mundo. En su propia manera.
Anoche, él y yo tuvimos una reñida discusión. Una discusión que terminó en una noche de besos y lujuria. Hace mucho tiempo que no hacíamos esto. Y mucho más, tomarnos un tiempo para solo nosotros. Se sentía bien después de un tiempo.
—¿Hmm? —respondí. Me voltee hacia su cuerpo y acaricié suavemente su cabello.
—Me encantas. —susurró a pocos centímetros de mis labios. Luego, plantó un beso en dicha área.
Sonreí levemente, abrazándolo por el cuello.
Quería quedarme más tiempo. Pero al mirar el reloj y ver la hora que era, el sueño y el romanticismo se fueron a la mierda.
