17. Conteniendo lágrimas

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Nicolle Jennings

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Nicolle Jennings.
• Liverpool, Reino Unido.
20/5/2013

Lloramos desde que venimos al mundo

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Lloramos desde que venimos al mundo. Lloramos por felicidad, enojo, tristeza, emoción e incluso, por impotencia.

Pero no todo el mundo tiene el poder de contener las lágrimas.

Muchas veces, la mayoría de las personas contienen las lágrimas evitando quebrarse ante alguien... Para hacerse los fuertes. En el mayor de los casos, contenemos las lágrimas porque no queremos demostrar que tenemos la fuerza desbordar aquel riachuelo de confusas emociones.

Pero está bien no poder contenerlas si el rato va mal. No todos tenemos ese poder de guardarlas de vuelta.

Había llegado de la escuela. Decaída, abrí la puerta de la casa. Por el silencio que había, supuse que no había nadie, y me lancé hacia el sillón. Mis manos lograron agarrar uno de los cojines. Lo puse en mi cara y ahogué uno que otro sollozo.

La escuela me estaba tomando por el pelo... ¡Ni decir las chicas que estudiaban allí! Ellas eran demasiado... fresitas. Sí. Eso. Vestir ropas anchas y que prefiriera quedarme en un rincón, leyendo la saga de Crepúsculo, no significaba que me faltara feminidad, ¿o sí?

Trataba de contener las lágrimas que habían sido causadas por una torpe versión de mí, que desconocía cómo funcionaba una bicicleta. Rayos, tenía doce años y no sabía cómo montar una sin las rueditas de apoyo. Me había caído bruscamente de una bicicleta y me golpeé el codo de la peor manera. Sentí como si a mi sistema nervioso le hubiese dado una descarga eléctrica.

Por aquel golpe, recibí burlas de parte de las fresitas que ya he mencionado. Yo -como todo ser humano con reflejos para defenderse-, les dije algo asquerosamente ofensivo. Hecho del cual no me recuerdo por los regaños del profesor de educación física.

Al final, no logré contener las lágrimas. Fue ahí cuando el río de mis ojos se desbordó.

—¿Estás bien? —oí la voz de Sander a mis espaldas.

Quité el cojín de mi rostro y, sobresaltada, lo miré a la cara. Era raro que estuviese aquí. La universidad y la academia lo estaban consumiendo su energía en su totalidad. En fin, cosas de chico pre-adulto.

Nuestro último suspiro (#1 Bilogía TMSST)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora