Nicolle Jennings.
• Sheffield, Reino Unido.
2/9/2013Ojeaba unos papeles que el jefe me había dado. Cada queja, cada reporte, me llevaban presionada. La suerte de todo, es que siempre podía hablar con mamá y papá. Las veces que quiera. En agotadas tardes de trabajo, a ellos les había contado sobre Eddie.
La vida pasaba tan lento y tan rápido a la vez.
El señor Canela había entrado en un estado delicado hace mucho más de dos meses. Su corazón le estaba cobrando recibo por todo lo que había hecho en su vida, la edad también influenciaba en su estado de salud.
A la edad de ochenta años, nadie puede culparse de las enfermedades que esta edad puede traer consigo.
El abrasador frío que venía con el invierno, hacía que el ambiente estuviera diez veces más nostálgico de lo normal. El nutriólogo índico que mi estado de anorexia se curó por completo. Aunque las vitaminas y defensas no estaban lo suficientemente altas como para tener una salud al cien. Salía con Eddie a lugares que nunca había visto, trabajaba con más humor y la vida empezaba a tomar ese sentido. El sentido que hacía falta.
Eddie siempre vivía decaído por el estado del señor Canela. Aunque siempre tenía esa característica sonrisa. Quizá la tenía porque algo le impedía estar triste mientras estaba conmigo. Y eso me hacía sentir bien. Me alegraba saber que mi presencia ponía de buenas a alguien.
—Jennings.
El jefe me había despojado de mis pensamientos. ¿Cuánto tiempo me habré quedado pensando en todo lo que me ha estado pasando hasta ahora? Sin lugar a dudas, mucho tiempo.
—¿Acaso quiere hacer un acuerdo para hacer horas extras? —preguntó, acomodando su bigote — Ya es hora de salida.
—Perdóneme. Se me había ido la noción del tiempo. —sonreí, guardando mi termo de café y la caja de mis lentes en mi bolso.
Acomodé mi escritorio para salir de aquella anticuada oficina. El fin de semana estaba justo frente a mi nariz. Eddie quedó de venir a recogerme para visitar al señor Canela y, luego, ir a almorzar con su madre. Por fin la conocería. Eddie me había hablando maravillas sobre la mujer que le dio la vida. También de su abuela. Aunque, según él, olvidara las cosas que le pasaban diariamente, era una persona muy dulce.
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Nuestro último suspiro (#1 Bilogía TMSST)
RomanceDicen que después de soltar algo y sentirse desierto por dentro, vienen momentos y personas que cambian radicalmente la forma en la que miras la vida. Dicen que esos momentos y personas pueden ser capaces de despejar cada tormento, cada mal día y ca...