16. Fragmentos de su pasado (2/2)

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Eddie Dunne

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Eddie Dunne.
• Sheffield, Reino Unido.
25/6/2009

Ella enredaba sus finos dedos alrededor de mi pelo, yo me movía de manera constante a la misma vez que escuchaba mi nombre salir de sus labios

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Ella enredaba sus finos dedos alrededor de mi pelo, yo me movía de manera constante a la misma vez que escuchaba mi nombre salir de sus labios. Sentí sus uñas clavándose en mi espalda. Eso me hizo gruñir una vez más.

Mi teléfono había sonado. Me separé de ella y me coloqué una toalla en la cintura. Ella quedó con cara de «¿Qué haces? ¿No vamos a seguir?»

—Sí. Iré de inmediato. —respondí. Después de escuchar varios sermones de parte de Desmond para que fuese un poco más responsable, colgué.

—¿En serio tienes que irte? —se levantó tapando sus pechos con las húmedas sábanas.

—Volveré en la tarde. No te preocupes. —la miré y le ofrecí una sonrisa sin dientes.

Me miré al espejo por unos segundos y me toqué la cara. Si miraba un poco más al lado, podía ver a Kaytlyn en toalla mientras se recogía el pelo en una coleta.

—Estoy pensando dejarme crecer el pelo. —opiné, peinándolo hacia atrás.

—Se te vería muy bien. —comentó ella, detrás de mí. Me abrazo y dejó varios besos en mi espalda.

—Basta, tengo que irme. Necesito bañarme. —defendí entre risas.

—Te propongo un plan — me dijo y yo me crucé de brazos —. Hay muchos niños en África que no tienen agua. El calentamiento mundial ha incrementado mucho en estos últimos cinco años y eso ha causado que el agua en países secos sea muy difícil de conseguir —bufó —. ¿No crees que... —pasó sus manos por mi cuello — deberíamos ahorrar agua?

Reí ante su pregunta y su grotesca comparación.

—Viéndolo por el buen lado, tienes razón —me volteé y besé la punta de su nariz —. Pero no metas a los niños de África en esta situación tan sensual. —reí.

Caminamos al baño entre risas, besos y toqueteos de mi parte. Ella llenaba de jabón mi espalda y yo la de ella. Jugábamos con las burbujas que el shampoo dejaba caer. Al terminar, nos envolvimos en nuestras toallas y nos cambiamos. Era increíble como pasamos de intercambiar sándwiches a vivir juntos. Kaytlyn era dedicada y sabía a dónde iba y lo que quería. Amaba cocinar, estar conmigo, tomar vino, el aceite de oliva —por más extraño que sonara—, los collares largos y ser misteriosa.

Nuestro último suspiro (#1 Bilogía TMSST)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora