Las pesadillas recorrieron cada uno de sus sueños, apartando muy lejos de ella cualquier anhelo de encontrar paz en los brazos de Morfeo. En cada rincón de su subconsciente se encontraban los cuerpos inertes de sus padres y los rostros de terror de sus verdugos. Se despertó sin aire, sus ojos ardiendo por las lágrimas que amenazaban con escapar. Se miró sus pequeñas manos y, por un segundo, las vio manchadas en carmín. Parpadeó un par de veces hasta que la sangre se desvaneció y solo quedó su piel porcelana.
Observó en silencio sus alrededores. La habitación era pequeña, limpia y ordenada. Había una pequeña ventana por donde podía ver el cielo de tierra de la ciudad subterránea. Aquella imagen le provocó ansiedad pues toda su vida había visto el sol y la luna en el cielo. Ahora solo había una oscuridad lúgubre sobre sus cabezas. La tenue luz de las farolas en la calle se colaba por entre las rendijas de la vieja y corroída ventana.
Mikasa se preguntó mentalmente si el lugar donde se encontraba era una representación fidedigna de lo que era su vida en esos precisos momentos. De haber estado rodeada de luz y vida, a ser sumergida en oscuridad y desesperanza.
Sus ojos grises se posaron en la figura que dormía plácidamente a su lado. El cabello rojo de Isabel estaba desparramado en su almohada, haciéndolo ver un poco más largo de lo que realmente era. Su rostro lucía sereno y sus labios entreabiertos dejaban escapar pequeños ronquidos. Aunque en otra ocasión habría sentido molestia por las respiraciones de la joven, Mikasa encontraba cierta tranquilidad con ellos pues le hacía saber a su subconsciente de que alguien vivo estaba a su lado.
Con suavidad para que su compañera no se despertara, Mikasa se levantó. Se limpió los ojos con una mano y con la otra abrió la puerta de madera. Afuera de la habitación todo estaba en relativa paz, excepto por los leves sonidos provenientes de la cocina. Curiosa, se aproximó a dicha habitación y se encontró con Levi.
Mikasa se percató de que el joven era corto de estatura, al menos para su edad. Quizás su corta estatura era lo que hacia que él se moviera con agilidad y sin torpezas en la cocina. Él limpiaba mientras que una tetera humeaba sobre la estufa. —¿Vas a quedarte a mirarme o ayudarás a limpiar?— preguntó sin girarse a verla.
No sabiendo qué hacer, la niña tomó un paño de la mesa y comenzó a sacudir el inexistente polvo de las sillas. Él escrutaba con severidad el piso de la habitación, en búsqueda de algún rastro de suciedad. Mikasa lo encontró extraño.
—Observar tanto a las personas es de mala educación, mocosa,— farfulló el hombre, sin siquiera mirarle.
Mikasa sintió sus mejillas ruborizarse. —Lo siento,— murmuró, limpiando las sillas con la misma severidad que él.
Levi se tomó su tiempo antes de guardar sus materiales de limpieza. Cuando estuvo del todo complacido decidió tomar la tetera y servir dos tazas de té. Las colocó sobre la mesa junto a algo de pan. Viendo que él le estaba sirviendo, Mikasa tomó asiento al otro lado de la pequeña mesa de madera. Él tomó un sorbo de su bebida hirviendo y no mostró ningún rastro de molestia. Ella, curiosa, lo imitó. Tan pronto el liquido hirviente tocó su lengua, la pequeña apartó la taza de su boca. ¡Estaba demasiado caliente! Sacó su lengua, jadeando. El fantasma de una sonrisa se dibujó en los labios de Levi. —Tardarás un poco en acostumbrarte.— Él sujetó la taza de aquella forma tan particular antes de dar un nuevo sorbo.
Por un largo rato los dos se quedaron en silencio. Mikasa movía sus piernas de un lado a otro en la silla, con su cabeza baja y sus manos colocadas sobre su regazo. Mordió su labio inferior antes de preguntarle lo que se le cruzaba por la mente. —¿Cómo detienes las pesadillas?— Si su madre hubiera estado allí probablemente le habría cantado y acurrucado en sus brazos hasta que los horribles sueños se desvanecieran.
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A Cruel World
FanfictionMikasa Ackerman perdió a sus padres con solo diez años. Nadie la salvó, sino que ella misma despertó la habilidad propia de su clan, bañándose en la sangre de sus enemigos. Encontrada por Kenny Ackerman y dejada a la tutela de Levi Ackerman, la más...