CAPITULO XI: Yo también seré tú familia

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Ayudó a Sasha a ponerse de pie. Se había obligado a sí misma a ser cuidadosa mientras realizaba entrenamiento de cuerpo a cuerpo con sus compañeros. Los chicos le habían pedido que les enseñara algunos trucos para sobresalir en las clases de combate. Sin embargo, a pesar de haber contenido su fuerza, la patada que le dio a Sasha la había hecho volar. —Ay, eso sí que dolió, — se quejó la muchacha.

Mikasa le sacudió el polvo de la ropa de su compañera con cuidado de no lastimarla. —La próxima vez deberías poner mayor fuerza en tus piernas. Bloqueas el golpe con tus manos de esta forma, — le mostró a la chica y la hizo practicar junto a ella. La Ackerman se tomaba muy enserio enseñarles a sus compañeros como bloquear los golpes. Si bien no tenían la misma agilidad nata de ella, al menos se cercioraba de que tuvieran una oportunidad de supervivencia. Ellos deseaban aprender para salir mejor en sus clases, pero ella solo tenía como meta el que fueran lo suficientemente fuertes como para sobrevivir al cruel mundo.

La primera gota de lluvia cayó sobre sus mejillas cuando terminaba de mostrarle a Sasha una técnica para bloquear un golpe. El instructor Shadis los envió a recoger sus pertenencias y a regresar al interior del edificio del campamento. Dado a la súbita lluvia, el instructor mostró una compasión nunca antes vista y les permitió pasar el día en el salón comedor o en sus dormitorios compartidos.

Se unió al grupo de sus amigos en el salón comedor luego de haber tomado una ducha. La mesa de madera estaba pegada a una de las ventanas cuya vista era hacía el patio interior. Las gotas de lluvia chocaban con fuerza contra el cristal de las ventanas. Mikasa observó en silencio, observando las nubes cubrir con un velo de neblina toda la ciudad. Colocó su cabeza sobre sus brazos, sintiendo cierta melancolía surgir en su interior.

No entendía por qué, pero súbitamente sintió una gran tristeza caer sobre sus hombros. Quizás era por el ambiente tan gris... quizás era porque odiaba los días de lluvia. Fuera como fuera, Mikasa sentía una tristeza recorrer su interior. Se había despertado de buenos ánimos y todo había pasado con tranquilidad, sin embargo, cuando la lluvia llegó, algo en su interior se quebró.

—Mikasa, — la voz de Armin la hizo salir de sus pensamientos, cambiando su mirada del exterior de la ventana hacía los ojos azules del rubio. El resto de los muchachos continuaba hablando y riendo sobre alguna ocurrencia de Connie. Armin con sutileza le pasó una servilleta. Ella la miró confundida. —No te has dado cuenta, pero has estado llorando, — lo dijo en voz tan suave que si no hubiera sido porque ella estaba prestándole atención lo habría pasado desapercibido.

Mikasa llevó uno de sus dedos a su mejilla, sorprendiéndose de ver que, en efecto, estas estaban húmedas. Las limpió rápido con la servilleta de Armin, sintiéndose aliviada de que el resto de sus compañeros no se habían percatado de ello. No sabría qué excusa darles. —Yo... yo realmente odio los días lluviosos. —

Él sonrió, asintiendo con tranquilidad. —A mi me gustan. — La Ackerman agradeció mentalmente al rubio por no empujarla a hablar sobre sus emociones. —Me hacen recordar mejores días cuando leía en mi casa algunos de los libros de mi abuelo. — Mikasa admiró sus ojos azules. Nunca había visto unos ojos tan azules y vibrantes como esos.

—¿Te gusta leer? — le preguntó interesada, ignorando las risas de la mesa por la pelea infantil entre Sasha y Connie. Los dos muchachos habían comenzado una partida para saber cual de los dos podía poner la expresión facial más tonta. Hasta el momento Connie iba ganando.

Armin asintió con entusiasmo. —Siempre me ha encantado. Mi abuelo tenía muchísimos libros en nuestra casa, por lo que me enseñó desde muy pequeño a sentir afinidad por la lectura. Y debido a que no tenía tantos amigos, los libros eran lo único que me hacía sentir feliz.— Él parecía recordar aquellos tiempos con cariño. —Y a ti, ¿te agrada? —

A Cruel WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora