No pegó un ojo en toda la noche. Si bien los ronquidos de Sasha eran algo fuertes, no era eso lo que la había hecho mantenerse despierta, sino la anticipación. En unas cuantas horas volvería a verlos y no podía evitar que su corazón palpitara con fuerza. Extrañaba a sus hermanos. Añoraba los viejos tiempos donde estaban juntos en aquella ciudad sin ley. Donde solo debían preocuparse por recorrerla unas cuantas horas en búsqueda de trabajos que los hicieran subsitir.
Mientras observaba como el firmamento comenzaba a teñirse de naranja, Mikasa se preguntó cómo estarían sus hermanos. Había pasado un año sin verles ni una sola vez, solo escuchando sus voces en su cabeza mientras leía sus cartas. ¿Habría crecido Levi? ¿El cabello rojo de Isabel estaría más largo? ¿Las mejillas delgadas de Farlan estarían rellenas?
Tan pronto dieron las seis de la mañana la muchacha se fue a vestir. Era domingo. Un día libre para los cadetes. Muchos aprovechaban ese tiempo para dormir, otros para ir al mercado a pasar unas cuantas horas sin tener que escuchar los constantes gritos de Shadis sobre ellos. A la Ackerman no le sorprendió ver el comedor básicamente vacío. Era demasiado temprano para algunos.
Tomó asiento en una mesa libre. Estaba ansiosa de salir de aquel lugar, sin embargo, sabía que debía ser prudente. De nada le valdría salir corriendo tan temprano. Las sillas a su alrededor comenzaron a llenarse por sus compañeros. Los primeros en llegar fueron Armin y Marco. —Buenos días, — la saludaron los dos al unísono.
—Mmph— respondió, asintiendo con la cabeza mientras le daba un sorbo a su té. El muchacho de pecas la miró curioso. —¿Qué? —
Las mejillas pecosas de Marco se incendiaron. —No, no... es que... no lo tomes a mal, pero es curiosa la forma en la que tomas el té. Nunca he visto a nadie hacerlo de esa forma. — Jean, Eren y Sasha llegaron a la mesa, tomando asiento y uniéndose a escuchar la explicación de Mikasa.
—Es más cómodo de esta forma. — Lo había aprendido de Levi. No solo lo había copiado porque era un manierismo de alguien tan importante en su vida, sino porque realmente era cómodo. Sus dedos no se quemaban por el calor. Además, los agarres de las tazas no siempre eran de confiar. Miró a los muchachos soplar el humo proveniente de sus tazas de té caliente. Una pequeña sonrisa curvó sus labios. —Solo los quemará al inicio, luego ya se acostumbrarán. — Su primo le había dicho esas mismas palabras en el pasado.
—Es demasiado caliente, — señaló Eren, negando la cabeza.
— Lo intentaré. — Armin humedeció sus labios y, cerrando sus ojos, le dio un sorbo a la hirviente bebida. No pasó un segundo para que el muchacho soltase su taza y llevara sus dedos a su lengua, abanicándola. —Quema, quema, — Eren le dio una taza de agua fría, mientras Jean y Sasha le abanicaban la cara al rubio.
Mikasa se rió. Por primera vez en un año se rió. Hacía tanto que no lo hacía, por ello se sorprendió y llevó sus dedos a sus labios, callando el suave sonido. Todos en la mesa se habían volteado a verla, sorprendidos. —Lo siento, Armin, — se disculpó por reírse de la mala suerte del rubio.
A pesar de tener su lengua quemada, el muchacho sonrió de oreja a oreja. Junto a él, Jean y Eren la observaron perplejos, ruborizados. Mikasa no fue capaz de comprender por qué los dos muchachos la habían mirado con aquellos ojos sorprendidos. Imaginó que debían de juzgarle por haber reído de un infortunio.
Cuando culminó su desayuno se dirigió a las puertas del campamento para cadetes. Tras de ella escuchó las pisadas de Eren, corriendo para alcanzarle. Giró sobre sus talones para encararle, sus largos cabellos ondeando con la suave brisa de la mañana. Los había dejado sueltos para que Isabel observara cuan largos estaban. Ya le llegaban a la altura de sus caderas. —¿Ocurre algo? — preguntó, arqueando una de sus cejas.
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A Cruel World
FanfictionMikasa Ackerman perdió a sus padres con solo diez años. Nadie la salvó, sino que ella misma despertó la habilidad propia de su clan, bañándose en la sangre de sus enemigos. Encontrada por Kenny Ackerman y dejada a la tutela de Levi Ackerman, la más...