CAPITULO XXI: EL ENTRENAMIENTO

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Los soldados de elite, miembros del equipo de Levi, recibieron al Comandante Erwin con sendos saludos en su corazón. El respeto por el hombre era evidente. Mikasa aun no podía entender por qué. ¿Qué tenía Erwin Smith que podía adquirir la admiración de todos los hombres de la Legión? —Descansen. —

—Sí, señor, — gritó en unísono el equipo. Mikasa los observó en silencio, detenida tras del comandante. Eran cuatro personas. Tres hombres y una chica. El primero de los hombres era un joven de cabellos rubios. Si mal no recordaba, su nombre era Eld Jinn, y era el teniente del equipo bajo las órdenes directas de Levi. Luego estaba un extraño hombre, que no era tan viejo como aparentaba ser por su raro corte de cabello y manierismo. Supuso era Oluo Bozado por las cartas en las que su hermano le describía como "un imitador empedernido". Por otro lado, estaba Gunther Schultz, cuya mirada seria destacaba entre los hombres del equipo. Finalmente, Petra Ral, la única chica del grupo con preciosos ojos ámbar y cabello cobrizo.

A un lado de Eren, quien estaba sentado sonriéndole de oreja a oreja desde que había llegado, estaba su hermano, mirando con el rabillo del ojo a su amigo. Levi frunció el ceño con irritación, tomando entre sus manos su taza de té. —¿Por qué estás sonriendo, mocoso? ¿Te he dado permiso para sonreír? —

Los ojos verdes de Eren se abrieron de par en par, sus mejillas palideciendo. —N-No, no, señor. ¡No estaba sonriendo! — exclamó tembloroso, sus mejillas tornándose rojas. Mikasa suprimió una sonrisa al verle tan nervioso ante Levi. Su hermano tenía la capacidad de volver nervioso a cualquier tipo de persona. Incluyendo a un titán cambiante.

El Comandante Smith negó la cabeza, aclarando su voz. —Tal y como lo hemos establecido en el juzgado, la cadete Ackerman será entrenada por el Capitán Ackerman. Y por ello será parte del equipo elite. — Si alguno de los soldados creyó que ella no era merecedora de estar bajo el entrenamiento de su hermano, nadie dijo nada ni mostró ningún tipo de sentimiento en sus ojos. —Luego me reuniré contigo, Capitán Ackerman. — El hombre se retiró luego de que todos volvieran a saludarle con aquel profundo respeto y admiración.

Mikasa observó en silencio al Comandante marcharse, las alas de la libertad en su capa moviéndose por la suave brisa. Aquella imagen le hizo recordar la primera vez que lo vio en la Ciudad Subterránea. Su vida había cambiado por completo. Había perdido parte de su familia, pero también había ganado una nueva.

Sintió una cálida mano sobre sus hombros, trayéndola de regreso al presente. —Bienvenida al equipo, Mikasa. Espero podamos ser muy buenas compañeras. — Petra le sonreía de forma amable. Le hizo recordar a su amiga Krista. Era increíble que chicas tan dulces y gentiles fueran capaces de pertenecer a una rama tan dura como lo era la Legión. Ella asintió.

Al día siguiente, mientras Eren se mantenía junto a la Capitana Hange, que realizaba estudios científicos sobre sus transformaciones, la Ackerman comenzó su entrenamiento formal en el equipo elite. Si había sospechas de que el Capitán sería amable con su hermana, estas murieron tan pronto Levi repartió sus indicaciones. Si los soldados de elite tenían que entrenar duro, Mikasa entrenaría el triple. Su hermano no contempló que la pelinegra tuviera opciones de relajarse o sentarse simplemente a hablar junto al resto de los soldados. Ella tenía que entrenar tanto como le fuera posible para que la misión en un mes tuviese un nuevo soldado excepcional.

Mikasa sentía que Levi la quería matar.

El sudor le corría por el rostro y el cuello. Cada músculo de su cuerpo le latía mientras realizaba ejercicios de calentamientos. Había perdido la cuenta de cuantos abdominales había hecho, pero la última vez que los contó en voz alta iba por el quinientos. Aquél entrenamiento intensivo no se asemejaba en nada a los que había hecho durante su tiempo en la academia.

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