CAPITULO XV: EL TITÁN DE OJOS VERDES

586 80 47
                                    


Los titanes parecían adueñarse de la ciudad, recorriendo cada calle en búsqueda de cualquier persona a la que comer. El grupo de sobrevivientes de la tropa 104 observó a los titanes frente al edificio. Sus enormes y grotescos ojos los miraban con ansias. Se habían reunido al menos unos 7 titanes. A lo lejos podían escucharse los gritos de los soldados que no habían podido hacerles frente a las criaturas. —Y-yo no creo... yo no creo que pueda hacerlo...— sollozó una de las chicas, incapaz de moverse al extremo del edificio. Marco y Sasha intentaron animarla.

Armin, con manos temblorosas, se mantuvo a un lado de Mikasa. Él abrió su boca varias veces, pero no salieron palabras. —Yo tampoco creo que pueda hacerlo, Mikasa. — La Ackerman lo miró seriamente. Sabía que Armin no se encontraba bien después de lo ocurrido con Eren. Ella tampoco lo estaba. —Seré una carga...—

La Ackerman colocó una de sus manos en el hombro del rubio, obligándole a mirarla. —Nadie se queda atrás, Armin. No me importa si debo llevarte sobre mis hombros, no te dejaré aquí, ¿entiendes? — El solo pensar que uno de sus amigos fuera abandonado a su suerte le provocaba un vacío en su estómago. Prefería morir a ver algo como eso. —Vamos, — tomó la mano del muchacho con determinación y lo guio tras de ella. Escuchó a Armin suspirar tras de ella. —Jean, Reiner, Annie ¿listos? —

Sus compañeros asintieron, ligeramente pálidos. Habían discutido el plan para moverse entre los edificios con una formación de cuatro puntos. Los cuatro soldados más rápidos con el uso del equipo escoltarían a los cadetes de habilidad promedio. Mikasa encabezaría el grupo, con Jean a su derecha y Reiner a su izquierda. Annie estaría resguardando la retaguardia, mientras que Marco, Sasha, Connie y Berthold se encargarían de brindar soporte al centro. El resto de los muchachos solo debía enfocarse en moverse tan rápido como pudieran.

Mikasa dio una bocanada de aire antes de saltar sobre el tejado, escuchando a sus compañeros correr tras de ella. El sonido de los equipos tridimensionales y de sus pisadas cuando corrían entre los tejados atrajeron a algunos titanes de 4 a 7 metros. Todos ellos fueron ignorados debido a su baja estatura. Enfrentar a los titanes no era una prioridad.

El primer titán de 14 metros que encontraron fue uno de cabellos rubios y vibrantes ojos verdes. Escuchó a una de las chicas en el centro gritar de miedo y eso provocó que el gigante intentara cruzar hacía el interior de la formación. Mikasa entrecerró los ojos, enfurecida. Dio una vuelta en el aire para regresar hacía el interior del grupo, corriendo tras el titán que había sido lo suficientemente listo como para pasar por entre ella y Reiner. La Ackerman le cortó las muñecas y una de sus rodillas, provocando que la criatura se cayera con un fuerte golpe sobre una de las pequeñas viviendas de la ciudad.

La primera calle había sido cruzada con solo un titán persiguiéndoles. —12 metros a la derecha, — gritó Jean, saltando para evitar que el gigante le agarrase sus piernas. El muchacho hizo un ligero corte sobre los dedos del titán, desprendiéndolos. Tras otro edificio salieron dos nuevos titanes tras el muchacho. —¡Maldita sea!— exclamó el chico, esquivando a duras penas los gruesos de brazos del titán.

Mikasa saltó entre los tejados para alcanzar a su compañero. Llegó a tiempo para cortar el brazo del titán, interceptando un golpe que habría sido mortal para el muchacho. Jean le agradeció y ella solo pudo asentir. Los dos corrieron de nuevo, siguiendo a Reiner que había tomado el encargo de encabezar la formación, gritándole a sus compañeros que fueran más rápidos. La cantidad de personas (unos quince soldados) movilizándose entre los tejados había cautivado la atención de los titanes.

Jean maldijo entre dientes al ver cinco titanes correr hacía el grupo. La Ackerman aferró con fuerza sus espadas. Contempló las posibilidades de su grupo. No había forma de que lograran salir con vida solo corriendo. Giró su atención hacía su amigo. —Jean, toma la cabeza de la formación. Yo me encargaré de distraerles. — Solo necesitaba que los muchachos llegaran a salvo al edificio. Escuchó al muchacho maldecir entre dientes, pero para su crédito, hizo lo que le había pedido. Jean se movió ágilmente hasta quedar en el centro de la formación, gritando las nuevas instrucciones. Ante la ausencia de alguien en la derecha, Marco tomó su lugar.

A Cruel WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora