-¡Alexandra bájate de ahí! – grite preocupado acercándome rápidamente a ella al verla trepada en una silla tratando de bajar un cereal
-No pasa nada – al decir eso se fue hacia atrás, la alcance a agarrar antes de que siquiera llegara al suelo. Le lance una mirada seria, ella sonrió enseñando los dientes
-Cuando vas a entender que hacer cosas así en tu estado son peligrosas, no quiero ni imaginar que hubiera pasado si te hubieras caído – la regañe sentándola en una silla de la encimera
-Eres un dramático Miller – rodé los ojos. La mire con reproche, le pase el cereal y una cuchara, ella ya tenía un yogurt en la encimera
-Me tengo que ir a la empresa, adiós – me di la vuelta para irme
-James – me tomo de la mano antes de que me fuera – Perdón amor, tienes razón. A veces no mido las consecuencias, prometo que tendré más cuidado y que para cualquier cosa que necesite llamare a alguna de las chicas o de los chicos
-Más te vale Alexandra
-¿O sino qué?, ¿Me castigara señor Miller? – dijo seductoramente en mi oído pasando sus brazos por detrás de mí cuello
-Efectivamente señora Miller – ronronee besando su cuello poniendo mis manos en su cintura
-Amor – suspiro apartándose de mi – Vete ya al trabajo, tienes una junta
-Puedo pasarla para otro día – me encogí de hombros jalándola hacia a mí nuevamente, ella negó
-Eso sí que no, en esta casa nadie es irresponsable.
-Tienes razón, sino que ejemplo les estaría dando a mis hijos – sonreí
-Eres un gran papá – ambos nos fundimos en un beso lleno de ternura
-Nos vemos en la noche amor, cuando termine la junta te llamo para ver a las copias porque ahorita que pase a despedirme de ellos seguían dormidos
-Deja de decirles así – me golpeo en el brazo acompañándome hacía la camioneta – Te amo
-Yo te amo más mi reina – me beso
-Cuídamela Dominick y que no vaya a salir – le dije a su escolta de mi mujer
-Claro señor
-¡Miller! – se quejó mi reina, no le hice caso, me subí al auto, le mande un beso y Henderson partió rumbo a la oficina.
No cabía duda que luego de dos hijos, una nena en camino y el mundo en el que vivíamos, Alexandra seguiría siendo una necia en cuanto a su seguridad.
...
Ya había pasado un año desde que nos casamos, Giorgio y Valerio ya tenían un año, mi reina estaba en el cuarto mes de embarazo, no podía estar más feliz. En la casa Alexandra era la consentida por todos, inclusive hasta por los escoltas, todos la adoraban y aunque me ponía celoso el hecho de que la quisieran los chicos, no podía decirles nada. Mi reina se había ganado su cariño de los chicos, al igual que ellos el cariño de ella, era una gran líder.
Habíamos acordado que ella trabajaría desde casa y solo de ser muy necesaria su presencia iría a su empresa. Ambos nos encargábamos de nuestras empresas principales que estaban aquí en Italia, por mi parte, mi hermano Evan se hacía cargo de la empresa y los negocios en California, Lizeth era un alma viajera, iba y venía por todos lados, siempre haciendo negocios por todo el mundo sin quedarse en un solo lugar. Después de todo, ella no estaba a cargo de ninguna empresa, solo ayudaba a Evan como vicepresidenta y mi hermano no la sobrecargaba de trabajo, le dejaba los viajes de negocios.
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El juego comenzó. (El rey, 2° parte)
Science Fiction"Retar al diablo puede costarte muy caro..." - James Miller y Alexandra Coleman - ♤ II Libro, Saga MC ♤