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La tarde estaba cayendo, el cielo anaranjado y sin nubes. Una brisa fría motivó a Juliana a seguir caminando mientras subía el cierre de su chamarra con capucha. Esbozó media sonrisa al recordar su encuentro con Panchito. El hombre le había estado insistiendo en irse a tomar un café con él, sin Lupe. Hablaron de sus rutinas, de la academia y evitaron el tema de su mamá.

El hombre preguntó por Valentina y ella solo hizo una mueca levantando sus hombros con un 'ya no estamos juntas', su cara sin duda fue de sorpresa, pero antes de preguntar Juliana completó con un 'No quiero hablar de eso' así que no solicitó más explicaciones, aunque podía ver había mucho más detrás de esas respuestas frías.

Cuando se fueron a despedir Panchito tomó unos billetes doblados y comenzó a colocarlos en la palma de su mano, ella se negó, él insistió y repitieron las acciones. Cuando recién se mudó con Andrea y él fue a dejarle algunas cosas que había dejado hizo lo mismo, sin embargo, Juliana le devolvió el dinero. Fue ella quien se llevó la sorpresa cuando encontró el dinero dentro de uno de sus cuadernos de dibujo.

"Juli, tómalo, sé que de algo te sirve" la miró con esos ojos grandes de borrego que bien sabia poner "no importa que hagas con la lana, cómprate algo, para la renta o así sea para que te compres una pizza para ti y Andrea"

No podía decirle que no, menos con lo bien que se había comportado. Así que lo tomó a regañadientes, pero ella pagó el café. Sonrió para sí misma al pensar en la interacción y pensó que eso era lo que se sentía tener un papá.

Su miraba merodeo por la calle a su alrededor cuando un rostro conocido en la portada de una de las revistas del quiosco en la esquina la hizo detenerse.

'La dupla que continua un legado familiar' se leía en la portada de una revista con Valentina, perfecta como sus ojos la recordaban, y un hombre que estaba conociendo a través de la fotografía, Guillermo Carvajal, el hermano de la ojiazul. Dentro de la edición hablaban acerca de su trabajo, la familia y los cambios de Grupo Carvajal. Una pregunta decía '¿y el amor?', Guillermo afirmaba estar felizmente casado y Valentina con un misterioso 'Mi corazón está reservado', pero hasta ahí.

"Señorita, si la va a leer la tiene que comprar, esto no es biblioteca" el hombre con bigote propietario del quiosco le renegó. Ella soltó la revista en su lugar y siguió caminando. ¿Reservado? ¿por quién? Seguramente no era ella ¿cómo podría serlo? En esa última conversación ella pidió tiempo y eso obtuvo, pero hasta ahí. Alguien como Valentina no iba a quedarse sentada esperándola, menos reservando su corazón por alguien como ella.

Se puso la capucha y cruzó sus brazos intentando alejar un sentimiento extraño en su estómago y en su pecho, un inexplicable vacío.

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Juliana apretaba los botones del control en su mano. Ya había dado cuatro vueltas a todo el menú de Netflix, leía descripciones y seguía, no encontraba nada. Fue interrumpida por la puerta abriéndose y cerrándose junto a Andrea quien tomó asiento junto a ella en el mueble.

"Hola ¿Qué ves?" preguntó y miró a Juliana que estaba en pijama y cubierta por una manta, probablemente no se había bañado todo el día.

"Hola" Juliana respondió y lanzó el control en el sofá dándole su atención "nada ¿cómo te fue?"

Andrea había conseguido un trabajo en una tienda de ropa, todos los días se quejaba de tener que lidiar con personas, aunque las historias eran bastante divertidas.

"Te juro Juli, creo que voy a escribir un libro" se refirió a los encuentros con los compradores y comenzó con alguna de sus historias. El teléfono de Juliana vibró con una notificación y lo tomó enseguida, asintiendo ante la historia de su amiga, pero más concentrada en la pantalla. No sabía que esperaba, o si sabía, pero no lo admitía. Se concentró, era un mensaje de la academia. Abrió el correo y comenzó a leer.

Las riendas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora