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"Guíalo, que sepa que tú te sientes cómoda y en control" dice Juliana desde su posición en el césped mientras Valentina montaba alrededor de unos obstáculos. Las clases con la pelinegra eran divertidas, y retomar algo que le gustaba la ayudaba a liberar estrés.

Después de ese sábado que pasaron juntas su amistad solo se había hecho más fuerte, se escribían y hablaban constantemente, así como se veían durante las clases de equitación.

"Bien Val, lo haces muy bien, desmonta"

La castaña lo hizo y cuando bajo aplaudió de felicidad y de un salto estaba al lado de Juliana reteniéndola en un abrazo "Eres una excelente profesora, todo es gracias a ti" dijo muy cerca del oído de la morena haciéndola sonreír y devolviendo el efusivo abrazo.

"Nada de eso, tu eres una excelente alumna"

"Oye, todavía tenemos un poco de tiempo, ¿podemos dar un paseo en los caballos?"

"Claro, podemos ir por un sendero detrás del campo de golf, vamos" Juliana caminó hacía Tormenta mientras la castaña montaba nuevamente su caballo.

El sendero por el cual Juliana las llevaba era hermoso y muy tranquilo. Valentina aprovecho para preguntar a la chica de ojos oscuros algo que hace tiempo quería "Juls, ¿dónde aprendiste a montar a caballo? Siempre te lo digo, pero en verdad eres buena"

Juliana sonrió al recordar "Bueno, sabes que no soy de acá"

"Si, de San Antonio viniste a vivir acá con tu mamá después de que tu papá falleciera" Juliana no hablaba mucho de su vida personal, pero Valentina apreciaba la poca información que la morena quisiera darle, con lo poco que sabía podía darse cuenta que su vida no había sido fácil.

"Si bueno, el Chino, mi papá, no era un buen hombre" miró hacía el horizonte mientras endurecía su expresión, eran cosas que le costaba recordar "nosotros vivíamos en una caravana, no teníamos dinero, yo nunca tuve mi propia habitación, y vivíamos en un tráiler park"

Valentina asentía para motivarla a continuar mientras de fondo solo escuchaban el crujir del pasto en las patas de sus caballos.

"Bueno, cerca de allí había un establo, y cuando el Chino estaba en casa prefería salir, siempre estaba enojado y constantemente borracho, entonces la pareja dueña del establo y de los caballos me dejaban pasar tiempo allí, eran una pareja muy dulce, ya de edad avanzada, y bueno así aprendí a montar y le tome cariño a los caballos, era algo natural" sonrió con nostalgia.

Para Valentina era lindo escuchar que al menos una pequeña Juliana tenía una escapatoria de los malos momentos en casa "Siento escuchar lo de tu papá, y entiendo porque hubieras querido una relación distinta. ¿Qué hay de tu mamá?"

"Bueno siempre habíamos sido Lupe y yo, contra el mundo las dos, y ahora me gusta pensar que la mudanza y el cambio radical también la cambiaron a ella un poco" Juliana a veces no estaba segura que de no haberse muerto el Chino su mamá alguna vez lo hubiera dejado, armar maletas con lo poco que tenían y abandonarlo. "Ahora esta con alguien más, y si bien no lo considero mi papá pues Panchito es buen hombre y se preocupa de una manera que el Chino nunca lo hizo"

"Eso es genial, construyeron su pequeña familia" dijo Valentina con algo de melancolía "daría toda la lana que tengo por volver a tener algo así"

"Hey Val, sé que no es igual pero como te dije, cuentas conmigo"

Valentina la miro y asintió, estiro su brazo hacía la morena con su meñique estirado "¿Lo prometes?"

Juliana miró su dedo y rió "Claro que lo prometo"

Las riendas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora