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El sábado muy temprano se encontraba afuera de su edificio esperando a Valentina, quien le había dejado un text diciéndole que estaba por llegar. Un carro moderno que no reconocía se aparcó frente a ella. Removió sus gafas oscuras cuando vio que Valentina se bajaba del vehículo.

"¿La princesa Carvajal conduce?" preguntó la morena mientras se acercaba, abriendo su boca y tocando su pecho simulando sorpresa.

Valentina entrecerró sus ojos mientras abría el baúl "Muy graciosa" la empujó levemente cuando la tuvo lo suficientemente cerca "y si conduzco, solo que me gusta elegir cuando lo hago"

"Aja, ya" dijo Juliana cruzando sus brazos y observando a la ojiazul guardando su maleta "¿A dónde vamos que tu decidiste conducir?"

"Ya te dije, es sorpresa, get in the car" ordenó señalando la parte delantera.

"Bossy, me gusta" respondió Juliana con gracias mientras subía y esperaba a Valentina, quien al acomodarse miró a la pelinegra acercase a ella para unir sus labios. Depositó un beso suave y lento, sin afán, solo quería sentir como sus labios se deslizaban entre sí, como su mano se levantaba para acariciar la mandíbula de la ojiazul y su pulgar paseaba sobre su mejilla.

"Buenos días a ti también" susurró la castaña aún con sus ojos cerrados, los cuales se abrieron cuando sintió el delicado beso que dejaba Juliana en la punta de su nariz.

"Buenos días hermosa, ¿A dónde vamos?" replicó con una sonrisa pícara la morena.

"No, ni siquiera tus besos me van a distraer. No te lo voy a decir"

Juliana sonrió ante la determinación de Valentina y decidió que se dejaría sorprender. Después de la cena unos días antes había cierta tensión en casa. Panchito hacia todo lo posible por disiparla, pero solo era un hombre contra las dos mujeres testarudas del hogar. La morena había preferido no volver a tocar el tema, ninguno de los temas abordados ese día por su mamá, y simplemente le informó que no estaría el fin de semana en casa porque se iba con Valentina.

La castaña seleccionó algo de música desde la pantalla inteligente del automóvil y comenzó a conducir. Juliana no reconocía nada del camino con precisión, del tiempo que llevaba en la ciudad no había viajado a lugares fuera de CDMX, así que dedicó a observar el panorama, la carretera y en ocasiones cantaba alguna melodía junto a Valentina.

"Esto es injusto" expresó Valentina riendo mientras miraba entre la carretera y Juliana.

"¿Qué?" dijo Juliana con cara de confusión.

"¿Cómo es que cantas bien?" abrió los ojos en señal de impresión haciendo a Juliana rodar sus ojos "tienes una voz hermosa"

"Deja eso, tú también cantas bien"

"No, es normal, no como tú" contraataco porque Juliana siempre se subestimaba a ella misma "siempre he querido aprender técnica vocal o algo así, ¿sabes? Así sea solo para escucharme a mí misma en la ducha todos los días"

"Yo estaría feliz de escucharte todos los días cantando en la ducha" respondió la morena mirándola con cariño "con o sin técnica"

Valentina la miro con una pequeña sonrisa, observando esa media sonrisa encantadora que marcaba aún más su mentón partido tan atractivo "Tu eres too much Juliana Valdés"

"Y así me quieres morrita"

"Mucho" expresó y tomó un desvió. Era un camino lleno de árboles que fue abriendo paso a un edificio de madera muy moderno "bueno, tu espera terminó, llegamos"

Juliana miró a su alrededor bajando del coche. Al parecer era un hotel en mitad de un bosque. Era un lugar muy amplio, el aire se sentía limpio, a diferencia de lo que se respira en la ciudad, se sentía calma y estaban completamente rodeadas de naturaleza.

Las riendas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora