Farid

Capítulo XVII

Cuando llegué a casa no pude conciliar el sueño tranquilamente tras el encuentro sorpresa que había tenido con Farid. No sabía si quizás él era diferente, aunque el que ya no me llamara Nerd me hizo pensar en que tal vez había cambiado, pero había otra parte de mí que dudaba en lo absoluto de ello y era la que estaba alerta ante cualquier situación que se pudiera presentar.

—Ned, es hora de levantarte y que vayas a la escuela. —susurraba mi madre cuando se acercaba tiernamente hacia mí y besaba mi frente, sintiendo sus caricias en mis cabellos.

—Ya sé mamá pero...no pude dormir bien.

—¿Qué es lo que te preocupa, hijo? ¿Acaso es alguien que te está acosando o molestando?

No sé porque mamá tenía el presentimiento de que algo me sucedía, sin embargo negué con la cabeza porque no quería que ella se preocupara tanto por mí y pensé que podía afrontar a Farid solo sin ayuda de nadie esta vez.

—No es nada mamá, sólo tuve una pesadilla que me quitó la tranquilidad.

—Awww entonces no te preocupes cariño. Sabes bien que tu papá y yo estamos aquí para darte nuestro cariño y nuestra protección, además ninguna pesadilla puede dañarte.  —decía mi madre demostrando tranquilidad, no sabiendo que aquella pesadilla era más que un simple sueño: era real al tratarse de Farid.

Por ningún momento quería decirle a mis padres del encuentro que había tenido con el que fue mi agresor en la escuela. Inhalé y exhalé por un momento para poner en orden mis pensamientos y salí de mi habitación con destino a la cocina para desayunar. Al salir de casa, fui directo hasta la escuela, pero noté que alguien me seguía, por lo que decidí agilizar el paso.

—¡Espera, Ned! —gritó Farid y cuando lo hizo, giré la cabeza para voltearlo a ver.

—¿Sí? ¿Qué pasa? ¿Ya se te olvidó todo lo que me dijiste ayer y vienes a golpearme, cierto? —le pregunté mientras lo miraba con algo de nerviosismo.

—No, no vengo a eso. —respondió él y noté esa misma sinceridad con la que me había hablado el día anterior, a través de esos ojos como de un alma pura encerrada que quiere salir, sin embargo aunque mi corazón latía fuerte no sabía si era por miedo o por sentirme cerca de él en ese preciso instante.

—E-Entonces, ¿qué sucede? —le pregunté balbuceando un poco y desviando la mirada.

—La verdad es que...necesito que me ayudes a recomponer mi camino. No he sido alguien de bien, siempre ando metido en problemas, no tengo amigos, mi padre me odiaba y en tanto tiempo que he estado solo, tú has sido el único que ha estado conmigo. —dijo él en una confesión que parecería de chico problemático y pendenciero de una telenovela juvenil.

—¿Ayudarte yo? ¿Y por qué debo de ser precisamente yo? —le pregunté estando más tranquilo.

—Porque eres un nerd...Digo...eres un chico inteligente, además de que al estar contigo me gustaría hacer cosas realmente buenas por ti, por los demás y que se den cuenta de lo que soy. —respondió él mientras lo veía como si sacara algo del bolsillo de la chaqueta negra que llevaba puesta en ese momento.

—Toma, esto es para ti. —dijo entregándome una caja de chicles con varios sabores.

—Muchas gracias, ¿pero cómo supiste que me gustaban los chicles de varios sabores?

—Pues...digamos que alguien leía los cuadernos de los debiluchos antes de romperlos. —dijo él avergonzado y rascándose la nuca.

—No sé si tomarlo como una ofensa o como un cumplido, sabes.

—Tú tómalo como quieras, yo sólo quise tener un gesto de bondad contigo. Y bueno, ya nos veremos después porque ahora me debo ir.

—¿A dónde irás?

—A seguir trabajando en la zapatería que se encuentra a unas cuadras de aquí. Como no estoy estudiando, tampoco puedo quedarme de vago, así que debo trabajar para poder comprar mis cosas y comer.

Dijo él para luego dar media vuelta e irse, para luego abrir uno de los chicles de sabor a yerbabuena que me había regalado. Es increíble todo lo que estaba ocurriendo y parecía casi un sueño que el chico que me maltrataba en la escuela, ahora tuviera gestos tan nobles conmigo.