Cuando volvimos a vernos en la escuela, observé a Farid que estaba con otros chicos de su estatura. Con su actitud indiferente que lo caracterizaba y que producía miedo alrededor, me acerqué hacia él.
—Pero miren quien llegó, ha llegado Nerd —dijo él en tono burlón, mofándose de mí en frente de sus amigos.
—Mi nombre es Ned, Farid. —le respondí seriamente sin dejarme intimidar.
—De ahora en adelante, te llamarás Nerd o como yo quiera llamarte, gusano. —dijo él arrogantemente y dirigiéndose hacia mí, intentaba intimidarme— ¿O tienes algún problema con eso? —preguntó mientras los demás hacían un círculo en frente de nosotros dos.
—Sólo te digo que mi nombre es Ned, nada más. No es mucho pedir que me llames por mi nombre... —le dije intentando no sentirme intimidado por su estatura y por lo que observaba alrededor— Es increíble que alguien de mi curso con tu inteligencia... ahora sea un bravucón...
—Para mí es mucho pedir, enano. Y Por si no lo sabes aquí en la escuela sobrevivimos los más fuertes, por eso dejé los estúpidos libros. A los bravucones nos temen y nos respetan, a ustedes en cambio siempre los pisotean. Y verás como te lo demuestro —dijo para luego tomarme de la camisa y comenzar a golpearme.
Cuando varios de los estudiantes vieron lo que había pasado, los profesores intentaban separarnos. Yo escupí sangre en el piso y tenía un ojo morado, mis lentes partidos y mi morral sucio tras los golpes que me había dado Farid. Además, pude ver como George estaba a pocos metros del lugar donde había pasado todo pero me entristeció saber que no había hecho nada para ayudarme.
—Vaya, por fortuna no golpeó completamente tu rostro —dijo la enfermera mientras mojaba una mota de algodón en alcohol, desinfectando mis heridas y atendiéndome con todos los recursos con los cuales disponía.
—Alcancé a cubrir mi cara con mis brazos... sino, todo se hubiese puesto peor...
—Ese chico es un salvaje, lo mejor que pueden hacer es retirarlo del colegio. Por esa misma razón fue que retiré a mi hijo de aquí, porque bravucones como él dañan el prestigio de las escuelas. —comentó la enfermera mientras permanecía sentado en la camilla.
Después de permanecer en la enfermería un largo rato, tanto Farid como yo fuimos llevados hasta la dirección. Allí nos esperaban su padre al haber sido llamado y los míos igual. En aquel lugar, mis padres estaban muy exaltados con lo que había sucedido, además el padre de Farid estaba molesto con la actitud de su hijo.
—¡No me vas a volver a pegar, papá! ¡No dejaré que me pongas nuevamente una mano encima! —exclamó Farid sosteniendo el brazo de su padre tras pensar que iba a golpearlo como lo había hecho en la entrega de informes.
—¡Soy tu padre, merezco respeto! Y no, no cometeré el mismo error dos veces... pero recapacita sobre las cosas, hijo.
—¡Por favor, paren! —gritó el director en medio de la batalla campal de ambos— Esto no es un campo de batalla, es una escuela. Farid, tu comportamiento ha llegado a los extremos ya que no respetas a los maestros, a tus compañeros y la golpiza que le has dado a uno de nuestros mejores estudiantes es algo que no tiene precedente alguno. La decisión la discutiré con la junta directiva, pero lo más probable es que te expulse del colegio.
—Director, por favor. Se que mi hijo es un problema, pero por favor dele otra oportunidad. Déjeme hablar con él o intentar hacer algo para que cambie esa actitud que tiene pero no lo expulse —decía el padre de Farid preocupado tras lo acontecido.
—¿Qué no lo expulse dice usted? ¿Si sabe lo que le hizo a nuestro hijo? —preguntaba mi madre totalmente molesta mientras yo permanecía callado sin decir nada— ¿Cómo es posible que pida eso? ¡Usted es un alcahueta!
—Calma, calma amor. Deja que el director solucione todo esto o sino nos veremos obligados a tomar medidas drásticas si no se hace justicia —dijo mi padre mientras el director lo miraba.
—No se precipite, señor. Deje me reúno con la junta directiva y tomaremos la decisión que sea pertinente. Por hoy, vayan a sus casas y mañana temprano conocerán la decisión que hemos tomado.
Mis padres no quedaron satisfechos con las palabras del director quien se había quedado a cuello corto tras la amenaza que mi padre le había hecho. Mientras nos dirigíamos hacia la salida, miraba con desprecio a Farid como si se tratara del peor chico del mundo y juré que jamás volvería a estar cerca de él, esperando la decisión que la junta directiva del colegio y con un gas pimienta asegurado en mi mochila por si ese bravucón volvía a hacerme algo.
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Farid
Short StoryNed es un lobo marrón que tiene una vida completamente normal. Con 15 años de edad, es un chico inteligente, sociable y de gran imaginación. Sueña con convertirse algún día en un gran periodista, por lo que todo el tiempo está atento a las cosas que...