Capítulo XVI

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Sentía la adrenalina recorrer todo mi cuerpo e intenté alzar la vista, para poder alcanzar a ver quien era esa persona extraña que había estado en mi casa y distinguirla bajo la chaqueta oscura que lo cubría en su momento. Noté que me arrastraba hacia un callejón y forcejeaba para no seguir, con movimientos esquivos de derecha a izquierda, sin embargo no podía hacer nada más, ya que sentía que era mucho más fuerte que yo. Temí por mi vida, pensé en lo peor pero pronto su voz me hizo caer en cuenta de quién se trataba.

—Hasta que nos volvemos a ver, ¿eh?. —dijo Farid cuando descubrió completamente su chaqueta de color negro que lo cubría completamente, dejando al descubierto su rostro y su pelo color azabache oscuro.

—¿Qué quieres...? —le pregunté de forma directa—¡Au...! —Intenté gritar y nuevamente él afirmó su mano derecha en mi boca fuertemente para que no pudiese gritar.

—¡Shhh...! No quiero que grites. No te haré nada. —dijo él y lo miré un poco confundido— Sé que es difícil que confíes en mí pero no te haré nada, Ned.

El escucharlo llamarme de esa forma me hizo dudar mucho sobre él. ¿Cómo es posible que alguien que quería hacerme daño y darme una golpiza como la que le dio a mi mejor amigo tiempo atrás, me llame de tal manera y me pida que me tranquilice?

—Está bien, no voy a gritar. —dije quitando su mano de manera un poco brusca y con el ceño fruncido mirándolo seriamente sin dejar que mi cuerpo tiemble y mi corazón siga acelerado producto del miedo.

—No es para menos que no confíes en mí y lo entiendo después de todo lo que te he hecho pasar. He hecho muchas cosas malas y reconozco que a dónde voy genero desconfianza, pavor y miedo. Pero el motivo por el cual te traje hasta acá es para agradecerte que me hayas salvado la vida.

—¿Que te salvé la vida dices? —había preguntado y me estaba tranquilizando un poco porque a pesar de la duda, sus palabras parecían sinceras.

—Así es. Me salvaste la vida al haber llamado a esa ambulancia. —respondió de una manera tranquila sin despegar su mirada de la mía.

—¿Pero qué fue lo que te pasó? —le pregunté tras lo que había escuchado pronunciar de sus labios, sin entender tampoco el por qué estaba yo hablando con él— Y yo hice lo que tenía que hacer, no tengo un mal corazón.

—Ahora me doy cuenta de eso y fui un estúpido al no notarlo. Tú me salvaste de morir intoxicado por alguien que intentó envenenarme al comer un almuerzo en un restaurante cercano a este lugar, sin darme cuenta de que se trataba de un enemigo que quería matarme.

—¡¿Qué?!

—Te lo explicaré mejor. Ese día como nunca no había comido nada luego de robar un almacén de ropa para costearme las cosas que me gustan, sin embargo como no tenía dinero aún por no haber vendido nada y tenía hambre, quise comer algo pero no estaba solo y tenía enemigos cerca que querían hacerme daño. 

—¿Qué acaso esos rufianes con los que tú andas no son tus amigos? —le pregunté de una manera muy directa y tajante.

—Sé que es difícil que ahora me creas por la forma tan mierda como te he tratado, pero no son mis amigos y aunque sea algo irónico, eran enemigos míos. Ellos buscan y quieren el poder de todo este barrio a como de lugar y para ello querían envenenarme aprovechándose del hambre que sentía, ya que uno de esos tipos que tanto me odia, me dio una hamburguesa intoxicada y por poco me muero.

—¡Para mí son patrañas tuyas, ya déjame ir! —dije aprovechando un descuido suyo para darle un puñetazo en la boca del estómago y huir de aquel lugar con rumbo a mi casa.

No había pensado si lo que hice estuvo bien o mal, si él me decía la verdad o estaba mintiendo, la verdad es que en ese momento sólo pensaba en estar seguro, en casa y con mis padres sin pensar en aquel rato tan incómodo que tuve con Farid. No obstante me sentí muy intrigado y con el pasar del tiempo me daría cuenta de muchas cosas.

FaridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora