Capítulo VII

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Poco a poco iba dirigiendo mis pasos hacia el despacho del director con mis pertenencias, mientras que Farid ya se había adelantado. Al llegar, estábamos todos reunidos para conocer el veredicto final de las directivas.

—Buenas tardes tengan todos. Por favor, los invito a tomar asiento y a que afrontemos esto con  la madurez y la brevedad posible, debido a que la jornada académica ya terminó y sé que tanto ustedes como sus hijos deben estar cansados —dijo el director con sus brazos fijos sobre su escritorio y sus manos entrecruzadas.

—Yo no fui a trabajar el día de hoy hasta no conocer lo que pasará con mi hijo. La verdad es que he estado preocupado por la decisión que ustedes puedan tomar, aunque no justifica lo que hizo y me excuso con los presentes, especialmente con Ned —dijo el padre de Farid.

—Yo pedí con anticipación permiso también para poder estar todo el día aquí en la escuela con mi esposa, cuidando de que su hijo no intentara acercarse al mío y le hiciera un daño mayor al que ya le hizo. Aunque de igual manera, acepto sus disculpas —comentó mi padre estrechando la mano del padre de Farid.

—Eso demuestra lo debilucho que es su hijo. Si supiera pelear quizás al menos un golpe pudo haberme dado, pero sólo come libros como si fuera una polilla de biblioteca y entre tantos no ha encontrado uno que le enseñe como pelear —dijo Farid de manera obstinada.

—¡Cuida tu boca, Farid! Ya es suficiente con todo lo que has dicho y no estoy dispuesto a tolerarlo más. —dijo su padre muy exaltado— Señores, quisiera conocer pronto la decisión final que ustedes han tomado, por favor.

—Con gusto, señor Linares. Quisiera comentarle que a raíz de los antecedentes que su hijo tiene y del comportamiento agresivo que demostró el día de ayer con el estudiante Ned Oviedo, la decisión de las directivas del colegio es expulsar a su hijo de esta institución.

El señor Linares bajó la cabeza e intentó insistir para que su hijo no fuera expulsado pero ni el director ni los coordinadores respectivos echaron la decisión para atrás, dando todavía motivos por los cuales no podían tenerlo e inclusive teniendo en cuenta las quejas anteriores de los demás padres de familia a los que Farid había agredido.

—Señor Linares, su hijo no muestra un progreso académico ni tampoco hace el esfuerzo por mantener un rendimiento disciplinario acordes a los estamentos de esta institución, por lo cual se ha llegado a la conclusión de que será mejor expulsarlo del mismo tras tener pruebas fundamentadas que soporten la decisión que hemos tomado.

—Ya vámonos, papá. Ya me han echado de mejores colegios, sabía que este no iba a ser la excepción.

—Aún así quisimos aceptarlo aquí, joven Farid. Sin embargo, no podemos seguirlo teniendo bajo estas instalaciones con su manera de pensar y actuar.

—¡Púdrase, director de m...!

—¡Farid, no lo digas! —le reprendió su padre.

—¡Director de mierda! —gritó fuertemente y su padre le cubrió su boca.

—¡Es todo, Farid! ¡Vámonos a casa! —dijo su padre mientras se lo llevaba a rastras de la escuela.

Desde donde nos encontrábamos, mis padres y yo veíamos como el señor Linares se llevaba a su hijo y lo subía en el auto con destino a casa. No obstante, de algo estaba seguro y es que a pesar de la actitud tan fría e intimidante que Farid tenía, todo apuntaba a que había sido criado como un chico problema del cual su padre encontraba como única escapatoria el cambiarlo de colegio.

—Que chico tan grosero —dijo mi madre cuando salimos de la escuela con destino hacia la casa.

—Sí, es bastante grosero. Lo bueno es que ha sido expulsado y ya no será más un problema para nuestro hijo —dijo mi padre quien parecía contento tras la decisión que habían tomado las directivas del colegio.

—Por una parte me alegra que se haya ido pero hay otra que me dice que es un chico con muchos problemas, papá.

—Puede que tengas razón, cariño. Sin embargo el que tengas problemas no significa que todo el tiempo tengas que maltratar a otros, intimidarlos o haciéndolos sentir culpables por las cosas que sucedan —dijo mamá bajando su mirada hacia mí.

—Eso es cierto —dijo mi padre para luego detenernos en un puesto de comidas cercano a nuestra casa— ¿Quién quiere comer tacos? —preguntó papá mientras se sentaba en uno de los banquillos del mostrador.

—¡Yo, yo quiero! —gritamos mi madre y yo.

Los tres comíamos unos ricos tacos rellenos y bebíamos unas limonadas para refrescarnos, debido a que el día estaba caluroso y habíamos sudado bastante en el trayecto de la escuela hasta la casa. A lo mejor el que expulsaran fue algo que para muchos pareció drástico, eso a decir verdad no me importaba mucho en su momento y pensaba que tampoco le darían importancia en la escuela.

—Ya verás que mañana será un gran día, campeón —dijo mi padre cuando había terminado de realizar todas mis tareas, con algo de su ayuda cuando realizaba un taller de Ciencias y listo para dormir.

—Seguro que lo será, papá. Hasta mañana.

—Hasta mañana, Ned —dijo mi padre apagando la luz de mi cuarto y despidiéndose.

Por un lado me sentía contento por la expulsión de Farid pero por otro sentía algo de pena por él, ya que a pesar de todo quizás era un chico incomprendido. Poco a poco fui cerrando mis ojos hasta quedarme dormido.

FaridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora