Capítulo XIV

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A la mañana siguiente después de los hechos sucedidos, la comunidad educativa en general estaba sorprendida por el sujeto que había sido abatido. Se trataba nada más ni nada menos que de uno de los secuaces de Farid y lo reconocí de inmediato por su foto en el periódico, además de recordarlo cuando hicieron que corriera hasta el departamento de Policía tiempo atrás.

—¡Esto es increíble! No puedo creer que utilicen a los jóvenes para actos terroristas...¡¿Cómo es posible que la sociedad esté tan corrompida y manchada?! —exclamaba mi padre sorprendido y boquiabierto ante lo sucedido.

Con todo esto que había pasado, sentí una gran preocupación por Farid y días posteriores a lo sucedido, quise investigar a fondo lo que estaba pasando. Reconozco que en la escuela me trató como una mierda pero por razones que ni siquiera yo logro entender o explicar, sentía que debía indagar sobre cómo estaba. Tras varios días recolectando información luego de lo sucedido en la escuela, pude saber que algunos de los secuaces con los que andaba se habían separado de él. Unos se habían marchado a otros lugares, otros lo dejaron solo y vivía con su padre aún pero no recibía apoyo o cariño de su parte sino siempre reclamos, regaños y maltratos de acuerdo a su comportamiento.

—¿Así que eso es todo lo que averiguaste? —preguntó George cuando le comenté todo lo que había observado, visto y notado.

—Sí. —le respondí comiendo un postre de manzanas en su casa— Eso es todo lo que sé de él hasta ahora.

—¿No descubriste por qué uno de sus secuaces se metió al colegio para atemorizarnos a todos en un acto vandálico?

 —La verdad no, tampoco le dí mucha importancia y me he quedado con las versiones de los policías.  Ellos dicen que ese chico sufría de demencia por momentos, lo raptaron y le pusieron un cinturón bomba para que se metiera en la escuela y causara un atentado.—le respondí mientras escuchábamos unos alaridos de alguien pidiendo ayuda y que interrumpieron nuestro plácido momento.

Cuando salimos afuera para darnos cuenta de quién se trataba, nos sorprendimos al ver que era Farid el que gritaba. George se rascó la nuca al verlo y puso una cara de pavor que se alejó instantáneamente apenas lo vio con movimientos hacia atrás. Por el contrario, yo quise ayudarlo pero él me sostuvo del brazo y me detenía.

—¡¿Estás loco, Ned?! Ese desgraciado por poco me mata...¿y aún así quieres ayudarlo? —gritaba George despavorido.

—Míralo George, está muy malherido y no sería lo correcto dejarlo así. Sí, él ha sido un completo hijo de puta pero aún así debemos ayudarlo, ya que somos más sensatos y no somos como él. —le respondí y Farid levantó la mirada pero perdió el conocimiento.

Los dos pensábamos que no era buena idea llevarlo a casa de George, porque a raíz de lo sucedido tras la golpiza que le propinó Farid su madre lo detestaba. Lo mejor era llamar a una ambulancia y eso fue lo que hicimos. Cuando la ambulancia llegó, nos fuimos corriendo hacia la casa para evitar de que fuésemos vistos por alguien más y luego nos hicieran preguntas sobre ello.

—Fue lo mejor que pudimos hacer. —le dije a George sentado en su casa pero con una cara de preocupación que no pasó desapercibida por mi mejor amigo.

—¡¿Todavía piensas en él?! Después de todo lo que me hizo...no sé porque te preocupas por ese. —exclamó y preguntó sobresaltado.

—Ya sé que no te trató de la mejor manera. Aún así, es un ser humano y ahora sólo espero que esté bien. —le respondí mientras corría hacia su cuarto para jugar con los videojuegos, cosa que no pasó desapercibida por George quien me perseguía después.

Luego de pasar toda la tarde jugando videojuegos, marché hacia mi casa. Estando allí, tomé un libro de los que me habían dejado en la escuela para elaborar un informe, así que lo leí y página tras página me daba cuenta de las cosas maravillosas que allí habían. No era fanático de leer libros largos, pero este por su trama me había atrapado y más todavía cuando el protagonista era un chico pendenciero, igual que Farid.

—¿Por qué rayos no te puedo sacar de mi cabeza? ¿Qué es lo que me está pasando? —pensé detenidamente cuando el recuerdo de Farid interrumpió la lectura que hacía, tomando mi frente con la mano izquierda y con la vista fija hacia la ventana.

Sentí en ese momento que debía averiguar sobre su estado de salud, por lo que tomé mi teléfono celular para ver la hora y ver si podía salir al hospital donde Farid se encontraba. Sin embargo debido a la hora que era y a la ola de violencia que la ciudad atravesaba, lo mejor era quedarme en casa.

FaridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora