Capítulo VI

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Al día siguiente, mis padres ya estaban despiertos para cuando la alarma de mi celular sonó. Estaba a la expectativa de la decisión que tomaran en la escuela a raíz de lo sucedido el día anterior, estando prevenido por si Farid intentaba golpearme de nuevo con un gas pimienta. Fui hacia la ducha y podía sentir esa incómoda sensación del agua rozando cada uno de los golpes que Farid me había dado, por lo que no pude evitar irme en llanto y sentir mucha rabia tras pensar en todo lo que ayer había pasado.

—Buenos días, papá y mamá. —les dije cuando terminé de bañarme y alistarme para la escuela.

—Buenos días, hijo. —respondió mi madre haciendo el desayuno.

—Buenos días, Ned. —respondió mi padre— ¿Cómo amaneciste hoy, hijo? —preguntó cerrando su periódico para dirigir su mirada hacia mis moretones.

—Adolorido, papá. —le respondí mientras intentaba sentarme por el dolor de la arremetida que había recibido.

—Eres fuerte, campeón. Seguro te recuperarás pronto. —dijo él pasando sus manos por algunas de mis heridas— Por ahora, me interesa ver a ese salvaje fuera de la escuela.

—También a mí, papá. Créeme que estaré muy contento si lo echan. —le respondí para luego comer el desayuno que mamá servía, conformado por muesli, trozos de banana y frutos rojos que iba comiendo despacio, acompañado de yogur griego.

—No comparto la actitud que ustedes tienen en cuanto a alegrarse porque a ese muchacho lo echen.

—¿No? ¿Y entonces qué quieres, mujer? ¡¿Qué acabe con nuestro hijo?! —exclamó papá un poco extrañado tras lo que mamá dijo.

—No digo eso, amor. Lo que intento decir es que no es bueno alegrarse del mal ajeno. Quien sabe si él esté buscando llamar la atención a su manera y nadie lo comprende.

—Sea como sea esa no es manera de hacerlo. Además, ese chico ya tiene antecedentes de maltratar a otros compañeros y ojalá este extremo sea suficiente para que por fin lo expulsen —dijo mi padre quien no compartía lo dicho por mamá.

Cuando terminé de desayunar y dirigirme con mis padres hacia la escuela, pensé en las palabras que dijo mamá. Por un lado, papá tenía razón en que echaran a Farid del colegio por el comportamiento agresivo que tenía. Pero por otro lado, también pensé en lo que dijo mamá sobre la atención que él buscaba pero al no obtenerla quizás se comportaba de esa manera. Después de los veinte minutos de camino, llegamos y todas las miradas estaban puestas sobre nosotros.

—¡Wow...! Mira como te dejó Farid —dijo George cuando me vio, por lo que decidí decirle algo que sentía.

—No me digas, solo falta que me haga otros más. La verdad es que no importa ya, tú de todos modos no entrarás a defenderme —le dije sacásticamente y mirándolo con seriedad.

—Oye, no hace falta que me respondas de esa manera. Además, estaba preocupado por ti.

—Si hubieras estado preocupado por mí, al menos te hubieses metido en la pelea que tuvimos él y yo. ¿Crees que no pude notar como le coqueteabas a la chica que te gusta, mientras que yo era golpeado de una manera sanguinaria?

George no dijo nada y bajó su cara en señal de vergüenza para luego irse alejando poco a poco de mí. Quizás no era el momento oportuno para haberle dicho eso, pero debía ser honesto tanto con él como conmigo mismo y es que me desilusionó tener un amigo que ni siquiera movió un dedo para defenderme por interesarse más en él. Pronto, el timbre del colegio sonó y cada uno de nosotros nos fuimos a los respectivos salones.

—¿Cómo te sientes hoy, Ned? —preguntó Ted, un canguro rojo quien era uno de mis compañeros de curso y con uno de los que más hablaba.

—Me siento muy mal tanto física como mental y sentimetalmente —le respondí con los ojos empapados en lágrimas.

—Entiendo... quizás no seré el mejor dando consejos pero lo que quiero decirte es que no permitas que nadie te arranque tu felicidad. Eres uno de los chicos más sobresalientes en nuestro curso y queremos apoyarte —dijo él mientras notaba como mis demás compañeros se acercaban a mí.

—Ted tiene razón, Ned. En esta escuela el maltrato no está permitido y estamos en contra de todos los que lo fomenten —dijo el profesor Timor intentando animarme, notando además también que mis compañeros habían hecho varios mensajes de apoyo para no hacerme sentir solo.

Tras ver como ellos iban pegando cada mensaje a lo largo y ancho del salón, pude sentir que la alegría volvió a mi poco a poco. Sentir el apoyo de mi profesor de grupo y de mis compañeros, hacía que olvidara por un momento los golpes que sentía y mis lágrimas ya no eran de tristeza sino de alegría.

—Gracias por este apoyo que me dan, profe. Muchas gracias a ustedes también, mis amigos. Ustedes son maravillosos —les dije para darle a cada uno un fuerte abrazo que me llenaba de confianza en un momento como este.

—No agradezcas, Ned. Nosotros al saber todo lo que te ocurrió sabíamos que necesitabas apoyo, fortaleza y sobretodo cariño, por lo que entre todos decidimos crear mensajes de apoyo y una pancarta que plasmara lo que significas para nosotros —dijo Ted jovialmente mientras sostenía uno de los lados de la pancarta.

Gracias a mi maestro y mis compañeros, me sentía fortalecido y alegre para afrontar toda la jornada académica. Minutos más tarde, llegó Farid y nuestras miradas se cruzaron por unos leves segundos. Él se dirigió hasta su lugar y con el transcurrir del día, se podía sentir la tensión en el ambiente cuando realizaba las tareas que me habían encomendado y él lanzaba indirectas hacia otros compañeros sobre lo que había pasado pero sin que nadie le prestara atención.

—No nos molestes, Farid —le dijo Wendy la nutria quien estaba cerca de él y se apartó cuando le susurró en el oído— Ya vimos de lo que eres capaz y no vamos a tolerar nuevamente que nos maltrates.

—Como quieras. —dijo él con su actitud tajante para luego acercarse a Timoteo y comentarle algo, sin embargo el búho también se alejó de él.

—No lo tomes a mal pero no deseo juntarme con alguien que le gusta maltratar a otros. Con lo de ayer, llegaste al límite. —dijo el chico para también apartarse de él.

Aunque mis compañeros lo habían dejado solo en el puesto de atrás, pensé bien en lo que mamá había dicho esta mañana y recordé sus palabras. Allí fue donde caí en cuenta de que Farid buscaba llamar la atención y sentirse de una manera superior a los demás. Al terminar las clases, quise acercarme a él y tenía algo de temor. Sin embargo, debido a que el director a través del altavoz mandó a llamar tanto al padre de Farid como a mis, padres ambos nos dirigimos hacia su despacho para que se conociera la decisión final que las directivas colegio había tomado, a raíz de lo sucedido ayer y en el cual ambos éramos los implicados.

FaridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora