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Después de un largo tiempo, por fin decidí mudarme a Seúl. Era una ciudad bastante ámplia y colorida, y por supuesto, llena de personas amables y tolerantes.

Tenía años que no visitaba el lugar, mi casa estaba bastante polvorienta luego de haber ido a Qùan Dòng un tiempo para dar misa en las iglesias que podía, al fin y al cabo ese era mi papel desde chico.

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—Padre, Kim Namjoon.—mencionó un chico de alta estatura y voz gentíl

—¿Sí?—cuestioné mirándolo con atención

—ah...—soltó apenado—, espero que no sea mucha molestía, pero..., ¿podría confesar mis pecados?—cuestionó el pelinegro

—Hijo, ese es mi trabajo aquí. —esbocé una ámplia sonrisa—, por supuesto, y claro... No ha de ser una molestía.—Terminé de hablar dirigiéndome al confesionarío

El chico de veinti tantos años me siguió hasta el cubículo, él entró y yo me senté frente al pelinegro para oír lo que tenía que confesar. Luego de un rato, cuando terminó mi labor el sujeto se dirigió a las bancas y se arrodillo para hacer sus plegarias y oraciones finales para irse del templo sagrado.

—Padre.—soltó el chico

Volteé a mirarlo mientras tomaba una libreta que había dejado en una banca

—Sí, dígame jóven.—respondí

—¿Cree usted que está bien mentir?—preguntó cabizbajo

—Las mentiras son malas...—reí un poco—, creéme que te lo digo yo, además sabes bien que es un mandamiento importante.—recordé acercándome a él para sentarme a su lado

no mentirás, sí, sí.—rodeó los ojos con una sonrisa—, es que...—comenzó algo apenado

Lo observé para escuchar lo que íba a decir

—No... Mejor...—dijo de repente—, mejor yo... Voy a mi casa, parece que lloverá muy pronto.—Terminó saltándo de un brinco para ponerse de pie

—Tenga cuidado jóven...—dije esperando su nombre

—SeokJin.—me hizo saber—, soy Kim SeokJin.

—Jóven, SeokJin. —completé

Se despidió con una reverencia, salió casi que corriendo del lugar. Un trueno resonó por todo el alrededor haciendo que me estremeciera por una reacción lógica. No le dí importancia, tomé mi libreta y me dirigí a la entrada de la iglesia para cerrar el lugar.

[...]

Mi casa era bastante ajetreada, mis padres tenían muy mala comunicación y cabe resaltar que se faltaban el respeto mutuamente cada vez que tenían tiempo. Tenía dos hermanos, ambos mayores que yo. Uno, tenía treinta años, SeokMing, él estaba fuera de la ciudad. Y el otro, tenía veíntitres años de edad, Peter.

Siempre me decían que aparentaba más edad de la que tenía, actualmente tenía diecinueve años, estaba estudiando en la universidad pública que quedaba a veinte cuadras de mi casa y tenía un trabajo de medio tiempo en un restaurante lavando trastes y limpiando todo el lugar luego de que las personas se íban; me pagaban bien, no había quejas de mi parte, pero, el mal trato recibido por los cocineros o algunos clientes era mi pesadilla.

Pecado Concebido «NamJin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora