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Mi mente estaba llena de pensamientos, tenía ideas para la iglesia, ideas para ayudar a las personas a buscar el buen camino..., ó que al menos escucharan la palabra de Dios. Eran muchas cosas, pero, la que más estaba resaltando en mi cabeza era lo de aquel chico que se confesó en la tarde, antes de que se soltara a cántaros la lluvía que vió venir.


«¿está bien mentir?, no, no... Claro que no.» respondí pensando en la pregunta dada por SeokJin

Era bastante interesante esa pregunta, además viniendo de alguien tan jóven como él. ¿Por qué querría mentir? O... ¿La mentira vendrá de alguien ajeno?

Debería dejar todo así, al fin y al cabo, SeokJin se retractó de contarme de que se trataba su pregunta tan extraña.

El teléfono de la mesa repentinamente comenzó a sonar, me levanté del sofá y atendí la llamada

—¿sí? Díga.—respondí con voz gentil al haber tomado el teléfono

—¿Sacerdote, Kim Namjoon? —preguntó una voz masculina al otro lado de aquel aparato comunicador.

—Si, soy yo.

—Que alivio haber encontrado su número. —soltó con un suspiro—, Mi nombre es Timmy, le llamaba para preguntarle algo peculiar.

Fruncí el ceño con bastante curiosidad y contesté

—¿En qué podría ayudarle, Timmy?

—Bien... No sé sí conoce a un chico que se llama Kim SeokJin.—Habló Timmy

—Si.—me acordé inmediatamente

—¿él asistió hoy a la misa, no?

—como cada domingo. ¿Por qué?

—Es que...—comenzó—, me tiene muy angustiado, lo veo decaído y demasiado estresado. Me preguntaba si tal vez le ha pedido ayuda a usted en alguna cosa o algo.

—Hijo, él solo se confesó esta tarde, nada más. —dije serenamente

El sujeto hizo un sonido que se identificaba como 'pensativo', luego de un segundo contestó

—Por favor, Padre Namjoon... Sí sigue yendo a su misa, no dude en aconsejarlo cuando tenga tiempo libre. ¿Sí?—cuestionó amablemente

—No se preocupe Timmy.—contesté esbozándo una amplia sonrisa

—Gracias, bueno... Adiós.

—Adiós.

Al colgar sentí algo extraño, que me hizo pensar nuevamente en aquel chico; SeokJin.

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—¡lárgate de aquí!—exclamó Peter con enojo mientras me tomaba de la muñeca

—¡Suéltame! ¿Acaso no sabes por lo que he pasado? ¿Acaso no tienes maldita empatía, Peter?—cuestioné alzándo mi voz con un quiebre leve al terminar

—¿Empatía? ¿Por un marica?—cuestionó burlón—, Jamás.

Dolía escuchar que mi hermano dijera eso, y mucho más porque era el único en casa que lo sabía.

—ahora lárgate y dame tu computadora, la necesito para descargar unos archivos.—ordenó Peter

—¿desde cuándo te volviste tán crúel conmigo?—solté cabizbajo

—Desde que me enteré de que tenía un hermano marica.—escupió con voz aspera—, ahora, vete o llamaré a Papá y a Mamá.

Mis piernas temblaron al oir eso último, no soportaba más humillaciones, ya bastaba lo que viví en la preparatoria, Ya hasta sé como sabe el agua del excusado, mierda. No soporto más, sería el colmo que mis padres lo sepan.

—¡traeme la computadora ya mismo!—exclamó obstinado

—si, si... Ya voy.—respondí

Sin querer dar ni un paso más por la impotencia que sentía dentro de mí, me ví en obligación de buscar mi computadora en mi habitación. Volví hasta la recamara de mi hermano mayor, (sí es que a ese tipo de persona se le puede llamar hermano) y se la dí.

—Sigue obediente y yo tendré el secreto guardado, Jinnie.—Recordó

—hump.—solté caminándo a la puerta

—¿Qué sucede, Jin? ¿No estás felíz? —preguntó

Volteé de reojo y bajé la mirada

—bah... Me lo imagino, tú vida es un asco.—respondió—, no me importa, así que vete.

¿Cuándo me largaré de aquí? ¿Cuándo será el día en que me libre de las malditas manos de mi hermano?

Entré a mi habitación, cerré la puerta y me solté a llorar, no tenía ánimos de nada. Mucho menos de hablar con nadie, ni de asistir a ningún lugar. Es que, ¿quién quisiera seguir viviendo con mi situación? Así es, nadie.

No comprendo a mi hermano, es una basura. ¿Cómo supo que yo era...

El teléfono sonó repentinamente, dejé mi mente en blanco y contesté

—¿Timmy?

—Jinnie.

—H-Hola...

—¿estás bien, Hyung?

—s-sí, no... No te preocupes por mí, Tim.

Timmy suspiró

—mierda, Jinnie... Sé que estás mal, ¿qué te pasa últimamente? Ya no asistes a clase.—habló preocupado

—Timmy, yo... Sólo...—se me hizo un nudo en la gargánta—, estoy bien, Tim, te llamo luego. ¿Vale?

—Jin...

—adiós.

Colgué y tiré el teléfono a mi cama, luego procedí a tirarme yo y quedarme mirando el techo por horas para pasar el tiempo y quedarme dormido.

Pecado Concebido «NamJin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora